"Es hermoso poder amar en la tierra como se ama en el cielo". Son palabras de Francisco de Sales, un santo que disfrutó de una preciosa y fructífera amistad con santa Juana Francisca Chantal.
Las cartas que estos dos santos -él arzobispo de Ginebra, ella viuda y madre de cuatro hijos- se intercambiaron durante 18 años son un bonito testimonio de lo grande que puede ser la amistad.
"Dios, me parece, me dio a usted; estoy más seguro de eso a cada hora", escribió Francisco.
Amistad en las palabras y en los hechos
Más allá del papel, su preciosa relación se expresó también en bonitas obras de caridad que llevaron a cabo juntos.
De hecho, el obispo encontró en Juana a la persona que finalmente pudo dar forma a su soñado proyecto de ayuda a los necesitados: una fundación para los enfermos, la orden de la Visitación de Santa María.
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El arzobispo encontró un refugio en el corazón de su amiga, hasta el punto de afirmar:
Hoy los restos mortales de estos dos santos descansan en el mismo lugar, en la basílica de la Visitación, en Annecy. Y sus almas, felizmente unidas en el cielo.
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