Quien diga que los medios de comunicación y las redes sociales han generado una sola conversación global no conocen a Adrià Ballester. Este joven de Barcelona se dedica a hablar persona a persona. Coloca dos sillas en la calle, se sienta en una de ellas, y pone un cartel con el que invita a quien quiera a sentarse y charlar. Gratis et amore.
Adrià lo hace porque se dio cuenta de que hay muchas personas que no tienen con quién hablar, aunque vivan rodeadas de otras personas en el metro, en la escalera de vecinos o en la calle. La multitud no implica trato. Y el trato es imprescindible, vital.
Así que en 2017, este joven de 28 emprendió algo que hoy es The Free Conversations Movement, el movimiento de las conversaciones gratis. Lo hace para combatir el “proceso de deshumanización y aislamiento de un sistema social que rompe la conexión humana personal básica y la sustituye por una ilusión de hiperconectividad global, a menudo engañosa”, según explica en su manifiesto. Así, se logrará “crecer en humanidad”.
No fue algo programado, pero el caso es que a Adrià le siguieron otras cuatro personas en los puntos más diversos del planeta: desde Ciudad de México a Hong Kong, pasando por Toronto (Canadá) o Ecuador, donde una joven coordina a los “conversadores” de Latinoamérica. En España, hay otros “conversadores” en Barcelona y en Galicia.
Puedes ver aquí algunas imágenes de The Free Conversations:
The Free Conversations Movement lleva ya más de 1.500 conversaciones realizadas. La media es de unas 10 conversaciones semanales por voluntario.
Ahora ya es una oenegé. Ha crecido, cuenta con una voluntaria que se encarga del marketing desde Francia, otra que hace el diseño gráfico para la web… Adrià pone de su dinero para el mantenimiento de la página en internet y este es un modo permanente de hacer que crezca el número de conversadores.
Gaal Cohen, por ejemplo, desde Guadalajara (México), leyó un artículo en “La Vanguardia” en 2019 y se unió a The Free Conversations Movement. Le dedica las mañanas de los viernes. El periódico barcelonés le dedicó de nuevo un reportaje el pasado mes de junio y Gaal explicaba lo que da sentido a este proyecto: “Los que hacemos de voluntarios, tanto damos como tanto recibimos, te toca el corazón”. En su caso, el ayuntamiento de Guadalajara conoce esta aventura y la apoya.
Visitar a los ancianos y las personas que están solas en residencias o asilos es difícil en tiempos de pandemia por las medidas de seguridad que se toman en estos lugares, pero la calle puede ser un lugar de encuentro al aire libre, con distancia de seguridad y cercanía de corazón. Eso es el mayor regalo y la mejor medicina para muchas personas víctimas de la soledad.
La idea de Adrià es también una reflexión sobre cómo podemos mejorar nuestra sociedad. Todo puede empezar por establecer lazos con los vecinos: un saludo, un preocuparse de verdad por los demás, un gesto desinteresado gracias al cual el otro descubre que existe para los demás…