América, con el 12% de la población mundial, tiene el 47% de las reservas de agua potable del mundo. Son 35 millones de km3 para ser exactos. Tan sólo el continente americano cuenta con el 31% de las reservas de agua dulce del mundo. En otras palabras, abundancia en medio de la escasez mundial.
Guerras por agua
Los expertos aseguran que en pocos años las guerras ya no serán por petróleo, minerales o territorios, sino por agua. América Latina tiene toda la que necesita y más. Y es que si, además de la escasez consideramos el crecimiento de la población mundial, es muy probable que en algunos años sobrevengan serios problemas de abastecimiento de agua potable en algunas regiones del planeta, según los pronósticos, algo mucho peor de lo que sucede en la actualidad.
El continente latinoamericano es uno de los más afectados por el cambio climático. Aunque, desde siempre, los países mantienen regiones completas sin acceso al agua para sus poblaciones marginales. Esto sin mencionar el caso de Venezuela, donde la debacle de los últimos años ha "democratizado" las carencias y ya ninguna porción de la población, ni siquiera en las zonas pudientes de las grandes ciudades, cuenta con un servicio de agua aceptable.
Oportunidades hay, pero no es tan sencillo
No obstante, la situación se presenta como una oportunidad de futuro para el continente latinoamericano si logra abordar con éxito sus retos hídricos. Pero no es tan sencillo el asunto. Habría que contar con gobiernos que emplearan los recursos de una manera efectiva, que redujeran la corrupción en la gestión pública y que fueran capaces de atraer las inversiones necesarias para convertir a la región en un actor clave de la seguridad alimentaria mundial.
Reservas de agua
Calcular las reservas de agua es un asunto vital. Algunos blogs especializados han ofrecido luces en este sentido:
Se calculan según este criterio: Total de Aguas Superficiales + Total de Aguas Subterráneas – Solapamiento entre Aguas Superficiales y Subterráneas. La unidad de medida es de kilómetros cúbicos por año (Km3/Año).
Analizados bajo dicha metodología, en América Latina hay cuatro países que ocupan los primeros lugares en recursos hídricos: Brasil, Colombia, Perú y Venezuela. Naciones que, por cierto, figuran entre los diez más favorecidos por sus reservas en el mundo. Buena parte de la población de esos países tiene problemas con el suministro, tanto para hogares, como para industria y agricultura, ambas actividades básicas para la vida y el progreso de un país.
Los desafíos para el 2050
En 2016, las Naciones Unidas tuvieron lugar los "Diálogos del Agua América Latina-España", organizados por CAF -Banco de Desarrollo de América Latina- y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en Madrid. Las conversaciones se centraron en dos grandes temas: que todos los ciudadanos no solo tengan acceso al agua sino que el agua les llegue en buenas condiciones higiénicas. Y la convicción de que, a mediano plazo, América Latina tiene la posibilidad de convertirse en una potencia mundial en temas hídricos y alimentarios.
Cuestiones fundamentales, sobre todo teniendo en cuenta que para 2050 Latinoamérica tendrá 9 mil millones de habitantes por lo que necesitará un 60% más de producción de alimentos. Además, muchos de esos ciudadanos son de clase media con mayor capacidad de consumo.
Pérdidas y demanda de agua
La CAF -banco de desarrollo de América Latina- realizó un estudio sobre seguridad hídrica en 26 ciudades de la región, en el que se hallaron evidencias de pérdidas en el suministro de agua que superan el 60%.
Los resultados del mencionado estudio indicaron que apenas el 46% tiene la infraestructura necesaria para cubrir la demanda de agua generada por los habitantes urbanos. Sin embargo, el grueso de la problemática no parece estar representado por la falta de infraestructura sino por la demanda ineficiente del recurso.
"Los crecientes niveles de pérdidas y demanda de agua, que tiene como patrón común la ineficiente gestión de la infraestructura y de las redes al interior de las ciudades es el principal obstáculo a la seguridad hídrica (...) Por ello, es imperante la necesidad de aumentar la eficiencia y flexibilidad de las redes para optimizar la distribución reduciendo las pérdidas de agua en las redes", aseguró en aquella ocasión José Carrera, vicepresidente de Desarrollo Social de CAF.
Transparencia
"El intercambio de información y la comunicación clara y transparente entre todos los actores de las cuencas son claves para lograr una gestión eficiente y sostenible del agua", ha recomendado la CAF (Banco para el Desarrollo de América Latina). Sintia Yañez, ejecutiva de la Dirección de Ambiente y Cambio Climático del organismo, destacó que el 80% de la población de la región vive en zonas urbanas y que el proceso de urbanización continúa, con lo que se espera que la proporción de población urbana supere el 86% en 2050.
Pone el acento sobre un punto crucial: "En la región las fuentes de agua que abastecen a las ciudades más grandes están cubiertas en el 40% de los casos por bosques, 30% por tierras de cultivo, 20% por pastizales y pastizales y 10% por otros usos de la tierra En gran parte, la cuenca alta colectora de las aguas utilizadas en las ciudades aún de carácter rural, particularmente las ubicadas en los Andes, que cada vez sufren de mayores presiones antrópicas. La presión proviene del cambio del uso del suelo, que frecuentemente pasa de bosques primarios a agricultura, la producción forestal y otras actividades económicas, como es el caso en la región andina de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela y casi toda Centroamérica y México".
Fondos de agua
Obviamente, y tal como señala la CAF, degradación de las fuentes de agua afecta negativamente el abastecimiento de recurso hídrico. Particularmente para la población urbana, reduce la disponibilidad de agua por lo menos en ciertas temporadas, agrava las inundaciones urbanas en otros lugares, deteriora la calidad del agua y por lo tanto aumenta los costos de suministro y tratamiento de agua.
Aborda la opción de los fondos de agua como un mecanismo financiero estable, transparente y a largo plazo que permite que distintos actores aúnen esfuerzos para solucionar una problemática común en torno a la gestión integrada del agua. Aunque advierte que la creación de un fondo de agua es un proceso complejo y multidimensional, pues implica la participación conjunta todos los actores de la cuenca, tanto públicos como los no públicos y comunitarios.
Y ese es el verdadero reto: lograr esa coordinación.