El Vaticano no ha condenado las terapias "reparativas" de la homosexualidad, ni tampoco las admite. De hecho, no existe un texto oficial con una consideración de la homosexualidad como si fuera una enfermedad.
La noticia de que el Vaticano haya condenado por primera vez los «tratamientos» para curar la homosexualidad ha sido señalada por varios lectores a nuestra redacción como errónea, o por lo menos, ambigua.
Una carta privada aparentemente dirigida a los obispos españoles se ha convertido en comidilla mediática: La misiva en cuestión, procedente de un dicasterio vaticano, se refiere a un caso particular alusivo a una asociación que presuntamente ofrecería terapia también a personas con tendencias homosexuales. Sin embargo, este documento no "sienta un precedente" magisterial, doctrinal o normativo.
La Iglesia católica no se ha posicionado oficialmente en contra o a favor de las llamadas "terapias reparativas" o de conversión, cuestionadas desde hace tiempo por la psicología y la medicina. Sin embargo, existe una confusión de fondo: identificar cualquier tipo de terapia psicológica con las "terapias reparativas" abusivas.
Un experto consultado por aleteia.org subraya "que el acompañamiento y la psicoterapia no necesariamente es por el tema homosexual, sino para ayudar a resolver los problemas de identidad y sobre todo por los que surgen como consecuencia de la no aceptación, maltrato y discriminación que elevan mucho la ansiedad y el estrés de vida".
Por su parte, algunos medios de comunicación saltaron a la palestra señalando el oscurantismo de la Iglesia católica en materia, a pesar de que existe un trabajo silencioso y sin reconocimiento de muchas personas y asociaciones católicas que ayudan como el buen samaritano a la "persona herida" en el camino, sin preguntar: ¿Eres gay o no?
La desinformación sumaria considera que ciertas "prácticas", o tratamientos, cuya peligrosidad además de evidente inutilidad ha sido denunciada científicamente desde hace tiempo, podrían ser implementadas por algunas asociaciones de inspiración cristiana que pretenden enseñar a las personas LGBT a reprimir sus "inclinaciones".
En este contexto conversamos con Guillermo Dellamary quien es filósofo graduado en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, psicólogo y psicoterapeuta católico de jóvenes ( entre 15 y 25 años). Y con más de 40 años de experiencia trabajando con diversas situaciones propias de la edad.
En el pasado, Dellamary ha sido uno de los psicólogos de una organización de gays católicos en América Latina. Allí trató varios casos de "conversiones exitosas", contó.
Sin embargo, afirmó que no continuó porque descubrió que en la práctica en muchos casos – sin que la homosexualidad sea el núcleo del problema – existen aspectos de la personalidad y de una conflictividad de vida elevada que obedecen a razones mas profundas de análisis y de ayuda.
"Muchas veces se desarrolla en personalidades muy neuróticas lo que hace ver a la homosexualidad como algo que requiere una ayuda terapéutica", afirmó el experto.
El psicólogo explica que "por su misma sensibilidad, rechazo social, incapacidad de aceptarse, esa persona renuncia a la prole, exceso de apetito genital, infidelidad frecuente en sus relaciones, inestabilidad emocional y muchas otra afecciones psicoemocionales que se encuentran en la personalidad independientemente de la homosexualidad".
"Por lo que el concepto de terapia es indispensable, no por la homosexualidad en sí, sino sobre todo por las implicaciones de conflictos de identidad, rechazo, objeto de agresión, discriminación, marginación, de evaluación, confusión y otras afecciones que la acompañan".
Dellamary sostiene que hay varias técnicas de trabajo que han tenido éxito, al mismo tiempo subraya que el acompañamiento implica una visión de conjunto.
"La (técnica) que he utilizado tiene que ver con la resolución del conflicto que resulta del temor al rechazo parental y familiar, a su enojo y desaprobación, que produce mucha angustia, ansiedad e inestabilidad".
Además indicó que se trabaja la "desexualización" de la vida mental y emocional para no hacer de la atracción el centro afectivo de la vida. Y de esta manera, acompañar para superar el miedo, la rabia y el rechazo al sexo opuesto. Muchas veces, aun no tratando el tema de la homosexualidad directamente, la resolución de las heridas emocionales produce el cambio en esa persona.
"Trabajé en un caso hace 20 años que tenía una clara homosexualidad que finalmente se casó y hoy tiene 2 hijas y un niño con una feliz familia. Logró superar que su inclinación de clara atracción homosexual, no determinará su vida sexual y mantuviera una abstinencia sexual con varones y aprendiera a tener sexualidad y afectividad con la hoy su esposa, ella enterada de la situación lo ayudó a que disfrutará del sexo femenino aún a pesar de la baja atracción".
Desde una visión cristiana, el acompañamiento tiene que ver con ayudar a no vivir en la tensión y en la angustia que ocasiona la compleja vida social que se vive por la discriminación, el señalamiento la desaprobación y el rechazo.
El psicoterapeuta asimismo propone que se ayude a la persona a no sexualizar sus relaciones y a mantener, en lo posible una mayor abstinencia y castidad, lo mismo que la Iglesia indica a las personas heterosexuales.
Entretanto habló sin tapujo y manifestó que existen algunas personas con tendencia homosexual en ámbito clerical y religioso que eligen el talar o el convento: "Hay que reconocer que desde muchos siglos atrás la vida sacerdotal y religiosa ha sido un refugio".
Personas que encuentran en la "castidad y el no al matrimonio un descanso y aceptación que hace disminuir la presión social y comunitaria".
"Y por el contrario, existe mayor aceptación y reconocimiento por su labor y acciones presbiterales independientemente de su homosexualidad, pues ya nadie supone que no se casa por eso, sino por un voto".
"Ciertamente hay mucho debate, ignorancia y confusión en el tema, pero los que lo hemos trabajado lo tenemos un poco más claro y aún así no dejan de ser sus causas un misterio como el mismo Catecismo lo señala”.
El acompañamiento es una palabra clave que propone el documento Amoris Laetitia a las familias con hijos homosexuales (puntos 250, 251). Igualmente porque es transversal en la vida de las personas la necesidad de gestionar la ira, la ansiedad y la soledad.
Dellamary ilustra que el catecismo señala una "aceptación. Y no un rechazo. Además se trata de un acto de caridad sin juicio alguno a quién no necesariamente ha decidido serlo, sino el que hacer ante ello".
"La opción es la castidad y abstinencia. Además el transmutarlo en un vivir con mayor estabilidad y alegría a pesar de los inconvenientes familiares y sociales que acarrea. Y sobre todo sentir un creciente incremento en la vida espiritual y praxis sacramental", recomendó.