Kevin con sus amigos y compañeros de profesión, han pasado por debajo de todo tipo de proyectiles en las confrontaciones, arriesgando su vida, con el único objetivo de poder salvar a los heridos que quedan tirados inconscientes por ambos bandos, policías y manifestantes son para Kevin y amigos, lo mismo, son su sangre colombiana dividida una vez más por un conflicto social.
El heroísmo de Kevin, de sus compañeros y amigos, es impresionante, solo se entiende cuando un corazón como el de Kevin lleva consigo el evangelio supremo del amor de Dios, conoce esta impactante historia…
Kevin, gracias por concedernos esta entrevista para Aleteia en español. ¿Puedes decirnos tu nombre completo, dónde naciste, qué estudiaste y a qué te dedicas?
Mi nombre completo es Kevin Duban Fontalvo López. Nací en Colombia, en una ciudad del centro del país, que se llama Girardot, perteneciente al Departamento de Cundinamarca; es una ciudad muy caliente y muy turística.
Estudié Búsqueda y Rescate, y también Atención Prehospitalaria, así como otros cursos relacionados con el área de la salud, sobre todo lo que tiene que ver con la atención a la que llamamos “en calle”. Actualmente estoy terminando el último año de la carrera de Profesional de Enfermería, en la Universidad de Antioquia, que se encuentra en un lugar un poco más fresco, la ciudad de Medellín.
¿Cuántos años tienes? ¿Y cómo ha influido tu fe en Central de Juventudes a lo largo de tu vocación como paramédico rescatista?
Actualmente tengo 24 años, y en Central de Juventudes estoy desde los 16 años. Ahí hay una serie de formaciones, de escuelas de líderes, y al recibir esta enseñanza ya puedes servir en distintas labores, en escuelas u otros apostolados que tiene la misma institución.
Ahí el enfoque es como un servicio a la sociedad, buscando siempre, como decimos, dejar un mundo mejor de como lo hemos encontrado; y, en esa tónica, con cualquier acción que nosotros podamos hacer, tanto para la juventud como para la sociedad, desde nuestra profesión, desde lo que sabemos y, sobre todo, desde lo que somos, así aportamos a esa construcción de un mejor mundo.
Yo creo que haber tenido una fuerte motivación para realizar este tipo de obras, no sólo en el sector salud sino también en otros voluntariados, formando jóvenes y sistemas de liderazgo, así como acción social y jornadas ambientales, lo mismo que otros tipos de acciones, ha contribuido a esa idea de dejar un mundo mejor.
¿Cómo ha cambiado tu vida Central de Juventudes, cómo ha influido en tu fe, qué has podido asimilar en tu recorrido en esta obra, en el sentido de lo que te nutre y te alimenta el espíritu y tu fe católica?
Yo creo que he encontrado ese potencial y ese reconfirmar la fe, pues ha sido un proceso muy interesante. Hay una experiencia que se llama el “Año Misionero”, que empecé como a los 6 meses después de haber conocido la obra; durante un año uno se va a hacer voluntariado, a servir en diferentes partes del país, en temas de Iglesia, en temas apostólicos, en temas de juventud.
Antes de recibir ese envío misionero, recibo el Bautismo, hice la primera Comunión y tomé el sacramento de la Confirmación. Eso no quiere decir que de pequeño no haya sido católico, sino que es como la oportunidad para reafirmar y confirmar esa fe.
La obra ha sido un impacto muy fuerte, y a través de los lazos de amistad y del caminar de la vida que uno teje a través de todas esas personas que uno conoce en la institución, se fortalece y reafirma la fe a pesar de las adversidades o presiones. También a uno le permite mostrar esa parte diferente, de la fe, a otros jóvenes.
Entonces, recapitulando, ¿tú no tenías el Bautismo, no habías hecho la primera Comunión ni recibido el sacramento de la Confirmación, sino que recibiste los tres sacramentos de la iniciación cristiana hasta que estuviste en Central de Juventudes?
Así es.
¿Entonces para ti hay un antes y un después en Central de Juventudes?
En efecto; digamos que yo antes era de ese tipo de católico que sólo esporádicamente asistía a la Eucaristía un fin de semana, o si algún familiar iba a recibir algún sacramento. Mi relación con el tema eclesial era más bien débil.
Efectivamente hay un después de Central de Juventudes: me reafirma y me hace comprometerme de una manera decidida y voluntaria después de haber escuchado el testimonio de otros jóvenes y ver ese empoderamiento que tienen y ver el compromiso que podemos asumir como cristianos católicos en el mundo.
Pasando a otros tema, ¿qué está pasando en tu país? Vemos muchas noticias sobre violencia, muerte, heridos y muchas manifestaciones. ¿Para ti qué es lo que le pasó a Colombia, que viró de un tiempo de semiestabilidad a un caos en las calles?
Lo que está pasando es un tema un poco complejo, caótico, y yo creo que es la suma de problemas sociales que no aparecieron de pronto sino que permanecen y se vienen agregando a través del tiempo.
Acá en Colombia, como en muchos otros países, existe una caracterización social, que algunos de pronto tienen un poco más de posibilidades, y otros no tanto, y hay sectores todavía más marginados.
En el mes de abril estalló todo este tema por la gota que derramó el vaso: una reforma tributaria que estaba proponiendo el gobierno, que de aprobarse tendía a agravar más la situación de muchas personas, con más impuestos. Eso afectaba la parte económica y, por ende, la calidad de vida de las personas. La gente no aguanta más toda esa acumulación de problemas sociales y decide manifestarse, salir a las calles.
También por una reforma a la salud, que estaba proponiendo el gobierno actual. Y un tema de reforma laboral pensional, entre otros muchos factores que le dicen a la gente: “Ya es hora de detener eso, hay que manifestarnos para no permitir que esas cosas se aprueben”.
Entonces las personas salen; algunas de manera pacífica, la gran mayoría, con manifestaciones artísticas, culturales y deportivas. Pero también dentro de esas manifestaciones, a veces, muy pocas, salen de pronto algunas personas que buscan generar violencia, y ahí es donde existe la parte de las confrontaciones.
Entonces, para evitar cualquier destrucción, cualquier afectación al orden público y a la propiedad privada, el gobierno envía a las fuerzas públicas; a la policía inicialmente, y también a algo que se llama el Escuadrón Móvil Antidisturbios, conocido como ESMAD, que está para reprimir cualquier manifestación con gases lacrimógenos para evitar que las personas se agrupen. Y en esas confrontaciones surgen muchas personas lesionadas. Ya hay una cifra bastante alta de desaparecidos, también de personas fallecidas.
Es un tema complicado que está sucediendo en todo el país, principalmente en las capitales, como es Cali, en el sur del país; Bogotá, la parte de Santander, y Medellín. Es un tema que se ha regado por todo el país.
Kevin, ¿cuál es tu sentimiento al ver a tu país, a tu pueblo, dividido en guerra en las calles, al ver el derramamiento de sangre?
Hay un dolor de patria porque, en definitiva, más allá de un bando o de un uniforme que uno porte, uno sigue siendo hijo del mismo pueblo, y es muy feo e inaceptable que entre los hijos del mismo pueblo nos estemos literalmente matando.
Yo creo que ese tipo de violencia y de afectaciones no deberían suceder. Y es ahí donde uno se pone a pensar cómo puede contribuir para evitar que eso suceda o cómo evitar las consecuencias. Se ha generado dolor, pero yo creo que ese dolor se ha de expresar en acciones que justamente eviten las complicaciones que las confrontaciones puedan tener.
¿Qué papel has tomado tú? ¿Has salido a manifestarte o qué has decidido hacer en este conflicto en las calles? ¿Cuál ha sido tu acción social?
Nosotros somos ciudadanos y también podemos sufrir todos los estragos, nos podemos ver afectados de pronto por cualquier reforma, cualquier política que tienda a agravar la situación.
Pero, más allá de salir a manifestarnos, tenemos que apoyar a todo este tipo de situaciones con una respuesta básica inicial en salud, para ayudar a cualquier persona que resulte lesionada. Puede ser un miembro de cualquier tipo de fuerza pública: policía, ESMAD o cualquier agente de intermediación. O bien cualquiera de los manifestantes, o cualquier persona que esté confrontando a la fuerza pública.
También hemos atendido a muchas personas que, por el lugar donde suceden estos eventos, pues también afectan casas y a las familias; entonces hemos tenido que atender a esas personas afectadas por los gases lacrimógenos, o por los sonidos tan fuertes que producen las armas, o, en la parte psicológica, a muchos niños y niñas que resultan afectados porque nadie está preparado para este tipo de eventos.
Yo creo que nuestra respuesta, nuestro apoyo, ha sido en esta parte de la atención en la salud, tanto en la prevención, como por ejemplo ir hidratando a la gente, dándole suero, como, ya en el peor de los casos, auxiliando a quienes requieren atención porque su salud ha sido afectada.
¿A qué institución médica o de urgencia perteneces, y cuál es tu labor específica en el cuerpo de rescate en el que trabajas? ¿Vas en ambulancia o a “pie tierra”, como le llaman? ¿Usas algún uniforme?
Comentaba que he participado en varios voluntariados. Uno de ellos es una institución que si bien es cierto que apoya en este tipo de situaciones con primeros auxilios y en catástrofes, en emergencias, y que se llama Defensa Civil Colombiana, también es verdad que esta institución depende dentro de su estructura del Estado mismo, y ha decidido intervenir pero en situaciones muy limitadas.
Entonces nosotros, al ver que había personas heridas en la calle que necesitaban ayuda, pues no esperamos a que la institución nos activara, sino que nos organizamos de manera voluntaria.
Nos vestimos con nuestros uniformes de medicina, de enfermería o de atención prehospitalaria, conocida como APH. Incluso gente que de pronto no tiene uniforme o que no sabe tanto de primeros auxilios o de APH, pero que quiere colaborar, de pronto se ponía un blue jean y una camiseta blanca.
Al principio nosotros compramos nuestros cascos, nuestros chalecos; los chalecos los escogimos naranja reflectivos, para que nos identificaran, y los cascos son blancos, de albañil, y les ponemos símbolos como la “Estrella de la Vida”, que es una estrellita azul, o bien el símbolo de “Misión Médica”.
Debido a la magnitud, nuestros propios recursos no alcanzaban para atender este tipo de situaciones. Entonces los voluntarios que sentimos la necesidad de apoyar nos organizamos en grupos y abríamos convocatorias, solicitando a la comunidad misma algún tipo de donación. Abrimos una cuenta en el banco para que la gente pudiera hacer algún aporte económico; también dispusimos de algunos lugares muy centrales para que ahí mismo nos donaran.
Y así fue como, con esos recursos, pudimos ir equipando a los voluntarios con su chaleco y su casco, para que no tuvieran que pagarlos de su propio bolsillo, sino que ellos sólo pusieran su conocimiento, su talento.
La comunidad nos ha apoyado bastante y nos pudimos organizar; de hecho hay un desborde de gente que quiere ayudar y que se ha organizado en pequeños grupos. Nuestro grupo se puso el nombre de Bloque Popular de Salud.
Entonces el nuestro es un grupo que emerge de esta situación, y que no tenía ningunos antecedentes. Nosotros no andamos en ambulancia, porque somos nuevos y autónomos.
En Medellín y en muchas ciudades hay convocatorias de manifestaciones y plantones, con frecuencia simultáneos. En mi grupo somos casi 80 voluntarios, y entonces preguntamos quiénes quieren y pueden apoyar en ese evento, ya que nosotros también trabajamos o estudiamos, así que a veces nos toca sortear con las diferentes cosas, los tiempos y la disponibilidad.
Entonces, los que pueden y quieren, nos citamos en un lugar. Si es una marcha, apoyamos totalmente el recorrido caminando; vamos al lado, pero manteniendo una cierta distancia para que, si hubiera alguna situación, no nos vayan a golpear también a nosotros.
Si se trata de un plantón o algún evento más bien estático, nos ubicamos en algún edificio o en alguna infraestructura que nos pudiera servir para garantizar nuestra seguridad. Y ahí armamos como una especie de hospital de campaña. Improvisamos algunas camillas, y llevamos los botiquines que logramos abastecer con una minibodega de todos los insumos que la gente nos dona para atender a los pacientes. Ése es como el punto fijo, con el hospital en un sitio seguro e iluminado; y lo identificamos con las banderas de la Misión Médica para que ambas partes lo respeten.
Y hay otros grupos que se llaman las “avanzadas”, que son de 5 o 6 personas que salen directamente a donde están las confrontaciones. Literalmente pasan por abajo de las piedras, de los gases y de los palos y del agua, y llegan al sitio directo y sacan a los pacientes; los alzan o, si tienen camillas, los llevan sobre éstas y los conducen al punto fijo. Entonces hay esas dos funciones: las del punto fijo y los de “avanzada”.
Al inicio yo participaba en las “avanzadas”. Tanto en el punto fijo como en las “avanzadas” al inicio nos afectan mucho los gases, porque no tenemos unos protectores respiratorios adecuados. Entonces está uno atendiendo a los pacientes, pero también estás siendo afectado por los gases lacrimógenos; o le toca a uno alguna piedra. Algunos compañeros han salido muy lesionados por gases y por algunos tipos de proyectiles que se disparan desde ambas partes.
Antes, pues, yo era de “avanzada” pero, como llegan a los lugares fijos muchos pacientes muy graves, he estado atendiéndolos ahí, donde hacemos de pronto algunos procedimientos más complejos, que los de “avanzada” no pueden hacer en medio del caos de la confrontación directa. En el punto fijo, por ejemplo, podemos suturar heridas y pasar líquidos. Así que actualmente me desempeño ahí, en esa parte más asistencial con los pacientes más complicados.
¿Qué tipo de heridas has podido percibir desde el frente de los conflictos, de la refriega? Y, en el punto fijo, ¿atienden heridas de bala, o de navajas, quizá fracturas craneoencefálicas? Platícanos qué tipo de heridas están teniendo tanto los manifestantes como los policías.
La variedad de lesiones ha sido mucha; hemos tenido casos de trauma craneoencefálico en nivel leve, moderado y severo; hemos encontrado heridas abiertas en cráneo que se necesitó suturar; igualmente hemos encontrado muchos traumas oculares causados por los proyectiles; muchas hemorragias; fracturas en miembros inferiores y en las costillas.
Los miembros de la fuerza pública tienen un poco más de equipo protector, como son los cascos especiales, así que en ellos sobre todo hemos atendido contusiones, ya que los objetos que les lanzan los alcanzan a golpear.
También ha habido muchos casos de quemaduras, en ambos bandos. Pero lo que más se ha atendido es la parte de dificultad respiratoria que se debe a la inhalación de gases lacrimógenos.
Igualmente nos hemos encontrado con situaciones que no somos capaces de atender en el punto fijo y mucho menos en las partes de “avanzadas”, y es entonces cuando nos articulamos con los diferentes servicios de emergencia ya institucionalizados. Entonces los servicios de emergencia de la ciudad nos apoyan con una ambulancia que envían al punto fijo y de ahí se llevan al paciente.
En Medellín hay un parque que se llama Parque de los Deseos, y a raíz de esta situación la gente le denominó “Parque de la Resistencia” porque ahí es donde se ha presentado la mayor parte de estos conflictos. Y allí existen dos instituciones de salud cercanas, a menos de 300 metros.
Entonces nosotros estabilizamos al paciente en el punto fijo, y después toca sacarlo en camilla o alzado hacia algunos de esos dos hospitales porque es más rápido sacarlo nosotros que esperar a que se autorice una ambulancia por toda la parte de los protocolos y que se desplace a este lugar. Así, por la gravedad del paciente, de inmediato lo transportamos allá.
¿Ha habido heridos de bala? ¿Te ha tocado algún fallecido? ¿Y cómo va el porcentaje de heridos entre miembros de los cuerpos policiales y también de los civiles?
Hemos encontrado algunos indicios, aunque no está confirmado ese tipo de lesiones porque, entre los múltiples traumas que tiene el paciente, se puede distorsionar el impacto de bala. Pero sí hemos atendido personalmente como tres casos en que la hipótesis es que muy probablemente recibieron el impacto de algún tipo de arma.
En la ciudad, y en medio de tanto caos, afortunadamente no hemos tenido ningún paciente que haya fallecido en nuestros hospitales. Por ahí andaba un rumor de que una persona había fallecido por inhalación de gases, y que se encontraba adentro de su domicilio. Los vecinos se han visto afectados, y al parecer confirman que sí, que una señora de la tercera edad falleció por inhalación de gases dentro de su misma casa.
En cuanto a los porcentajes, nosotros como grupo hemos atendido aproximadamente a un poco más de 300 personas; pero este número es el de las personas a las que hemos atendido de forma más calmada, más despacio, sin contar a las personas a las que denominamos “los gaseados”, que son los que tienen algún tipo de dificultad respiratoria, y que necesitan una atención rápida con un neutralizador de los lacrimógenos; estas personas por sí mismas nos duplican o triplican la cantidad de atención.
De las personas a las que hemos atendido en estas manifestaciones la gran mayoría son personas que no pertenecen a la fuerza pública; como un 95% no son de la fuerza pública, y como un 5% sí lo son.
Kevin, en redes sociales hemos visto algunos posts donde dicen que están masacrando a la sociedad. ¿Esto es cierto, siendo objetivos? ¿Es correcto decir que la sociedad está siendo masacrada?
Sí, pues es un sentir que se ha venido manifestando de muchas maneras. Hay lugares del país donde la situación es más compleja; en el sur del país se ha visto de pronto una mayor afectación, en sitios como Cali, Palmira, Yumbo, Buga… , toda esta parte del sur occidente, y sí se puede decir que es algo complicado, que llama la atención.
Muchas veces no es solamente la parte de la fuerza pública, los órganos del Estado autorizados; preocupa que muchas personas, en su afán de querer defenderse, o defender la parte de la propiedad privada, o ayudar a las fuerzas públicas, sacan sus pistolas y ayudan supuestamente a mantener la seguridad, el orden social. O sea que también existe esa otra afectación, Actualmente no se tiene como una cifra de fallecidos en el país, pero la escala es casi de 60, y las cifras todos los días se van aumentando.
Entonces la situación sí es complicada, en la parte en que la fuerza pública autoriza muchas veces la militarización, con, obviamente, armas de mayor respuesta; y también en que hay civiles armados contra los manifestantes, en contra también de las personas que están propiciando la violencia.
Entonces sí se puede decir literal que están sangrando.
¿Cómo se vence el miedo? Tú has estando en la “avanzada”, por debajo de los proyectiles, de las piedras. ¿Qué es lo que te ayuda a cumplir tu labor, tu misión? ¿Cómo influye tu fe, la formación que recibiste en Central de Juventudes?
Yo creo que es un dilema. Porque uno quiere ayudar a otras personas, y uno entiende que la vida Dios nos la ha dado, que es lo más valioso que tenemos y que lo debemos custodiar de una manera perfecta.
Pero, en ese afán de muchas veces nosotros querer ayudar a otros, resulta un poco raro que estemos arriesgando nuestra propia vida por personas que, literal, son para nosotros desconocidas.
Pero yo creo que en ese sentido de patria, de buscar un mejor país, y de que quizá así es como nosotros estamos construyendo un país, aliviando el sufrimiento de esas personas, curando unas heridas, curando una situación de salud, yo creo que eso es lo que nos impulsa de pronto no a vencer el miedo, porque siempre tenemos miedo, porque por estar allá con casco no quiere decir que seamos inmunes a salir lesionados; yo creo que tenemos miedo, sentimos miedo, muchísimo, y lo pensamos dos veces antes de salir; tenemos una premisa que es “primero yo, segundo yo y tercero yo”, pero salimos, nos arriesgamos y lo damos todo en ese tipo de situaciones, teniendo como 4 o 6 ojos mirando alrededor, siempre protegíendonos como grupo de respuesta en salud, y también a las demás personas que resulten lesionadas.
Yo creo que no vencemos el miedo, siempre va a estar ahí, perenne en nuestra vidas; pero lo controlamos, y con base en ese sentido de respuesta a ayudar, pues lo hacemos, siempre confiando en que Dios nos protege. Siempre, antes de salir de casa hacemos una oración.
Los que somos creyentes, ya que formamos parte de un grupo tan diverso, nos reunimos un rato y oramos antes de salir, confiados primero en la mano de Dios, y también en los elementos de protección, en nuestros conocimientos y en nuestros compañeros. Pero siempre vamos con miedo.
¿Qué es lo primero que le dices al herido si está consciente? ¿Cuál es la rutina? ¿Tienes algún protocolo de palabras esperanzadoras? ¿Cómo aplicas la psicología en esos momentos para confortar a los heridos y lastimados?
La psicología, en la parte de las palabras esperanzadoras, es muy importante; muchas veces las personas están más afectadas de esa parte. Entonces primero nos identificamos, porque en medio del caos las personas pueden estar desorientadas, y no saben quién eres, y se preguntan si las vas a afectar, si las vas a lastimar; les decimos cosas como: “Hola, hola, tranquilo; somos del equipo de salud, lo vamos a ayudar, lo vamos a llevar a un lugar seguro”, y la persona, al saber quienes somos, pues como que respira un poco más tranquila.
Luego la llevamos a un lugar más seguro en medio de las confrontaciones, y la atendemos ahí, debajo de las piedras, los gases y todo lo que sale volando, y lo atendemos un rato.
Luego ya empezamos como un protocolo más de rutina para mirar dónde le duele o que afectaciones tiene, y ya dirá si le duele una pierna, si no puede respirar, etcétera; pero si la persona no responde, hay que tocar con unos estímulos dolorosos.
En todos los equipos, tanto en los del punto fijo como en los de avanzada, se revisa especialmente la cabeza: cómo respira el paciente, la respuesta ocular y la capacidad de mantener un contacto verbal con quien le está hablando; incluso tenemos como premisa que, si la persona está inconsciente, siempre hay alguien del equipo hablándole al oído, porque se dice que el oído es lo último que se pierde, y si la persona está inconsciente el estímulo verbal la puede hacer reaccionar.
A mí me da esperanza porque, suponiendo que el paciente tenga una fractura o una hemorragia muy abundante, lo que más lo va a afectar no es la hemorragia misma sino el desespero, el descontrol, la desorientación que tiene; y con la parte verbal y psicológica se le impulsa mucho y se le tranquiliza, y ya así es más fácil controlarle la hemorragia. Así que el protocolo se basa en un principio en una parte psicológica, mental, pero también en la parte biomédica, especificando y atendiendo las lesiones que pueda tener.
Y por eso es que el equipo es variado también; tenemos enfermeros, médicos, psicólogos, trabajadores sociales y estudiantes que de manera voluntaria han decidido sumarse a esta noble causa.
A ese ser humano inconsciente, tal vez sumergido en las tinieblas, en la oscuridad, pero teniendo aún el don auditivo, y con lo que acabas de decir, de que es necesario hablarles, ¿tú qué les dices al oído? ¿Tú qué acostumbras decirles? ¿Tal vez algo en cuestión de tu fe, o qué les comentas para reanimarlos?
Muchas veces nos presentamos; les digo: “Tranquilo, señor, señora, niño o niña. Yo soy Kevin. Va a estar bien; vamos a respirar”. Aunque esté inconsciente le decimos: “Respira. Vamos a controlar la respiración; estamos en un lugar de calma, un lugar de paz”.
A veces sí tocamos los temas de Dios, de Jesús y de la Virgen porque hacemos como una identificación de la persona; dentro de nuestros principios tenemos la parte de neutralidad e imparcialidad, por lo que no podemos casarnos ni con un tema político, ni económico, ni social, y tampoco religioso, pero muchas personas salen con algún objeto, y entonces uno los identifica y decide conectar por ahí con esa persona.
Pueden traer el santo rosario o una medallita, o algún otro elemento, algún símbolo, y entonces les hablas, por ejemplo, de la Virgen María: “Tranquilo, nuestra Mamita María nos está protegiendo”, cositas así.
O de pronto, si no está uno tan seguro sobre esa persona, podemos decirle: “Tranquilo, Dios lo va a proteger”, o “Dios nos ha mandado como a los ángeles para protegerlo en esta situación”. Uno va mirando a las personas, y cuando no tienen algún símbolo, se le habla de Dios pero no tanto.
Ya cuando la persona reacciona y se empieza a charlar con ella, si está asustada puede empezar a exclamar cosas como “¡Dios mío!, u otra cosa, entonces ya vemos por dónde lograr una conexión más directa que nos permite generar empatía, sinergia, y con esa base ya empieza uno a entablar un diálogo más apropiado con base en la misma fe que se comparte.
Entonces uno al principio habla de manera general, y sólo hasta que uno identifica esos signos, esos emblemas, o cuando la persona lo expresa, entonces ya tiene uno como un excusa para conectarte. Y esto ha sido muy motivante.
Kevin, en esos momentos dolorosos, en que hay derramamiento de sangre por las fracturas, las heridas punzocortantes, etcétera, ¿has sido testigo de algún milagro?
¡Uf! Yo creo que han sido bastantes las situaciones en las que uno como que dice: más allá de los cuidados que nosotros podamos haber realizado, aquí hubo una mano milagrosa de allá arriba, que ayudó e intervino.
Una vez tuvimos un paciente que nos trajo una “avanzada”, un grupo de extracción de los que van directamente. Estábamos en un punto fijo, y nos hallábamos saturados en todas nuestras capacidades; habíamos instalado como 7 camillas y todas estaba llenas.
Estábamos muy ocupados, e incluso en alguna camilla teníamos 2 o 3 pacientes. Entonces llega el grupo de “avanzada” comunicándonos que traían un paciente grave. Lo traían en camilla. El paciente es un señor bastante alto, y un poco grueso; y venía desaturado, es decir, que el nivel de oxígeno que le estaba llegando a la sangre era muy bajo; tenía 2 o 3 fracturas costales, y, debido a que traía una complicación grave, es que el aire le faltaba.
Aquel hombre no respondía a ningún estímulo, ni al oxígeno ni a la reanimación.
Estuvimos un rato con él, y parecía que sería nuestro primer fallecido, pero después de un momento empezó a responder y responder, y eso nos dio oportunidad de llevarlo caminando a un centro asistencial porque estaba muy cerca.
En ocasiones, en medio del caos estamos atendiendo a los pacientes y de repente escasean los insumos y tenemos que improvisar o ahorrar los recursos. Un día ya no teníamos nada con qué atender, sólo con nuestra voluntad; necesitábamos gasas y cosas así, y de pronto llegó un carro pitando, y nosotros pensamos que traía a más heridos, pero lo que traía el carro eran insumos, e incluso algunos alimentos, porque esas personas habían visto el trabajo que hacíamos.
Yo creo que ahí también hay una parte de milagro, por medio de esa solidaridad, por la que inesperadamente, de la nada, nos llega la ayuda, y eso potencia y multiplica nuestro accionar médico.
¿Te sientes como un mediador de paz, un instrumento de paz tú y tus compañeros?
Hablar de paz es algo muy complejo, que requiere de un compromiso de todos, y que no es algo de un solo momento sino que debe perseverar, mantenerse de manera constante.
Yo les decía a mis compañeros después de que atendíamos a los heridos hace como tres días: “Ustedes me hacen pensar que la esperanza de un mejor país y un mejor mundo es posible”. Porque estamos aportando ese granito desde el ahora, y que va a garantizar la esperanza de la paz que estamos haciendo.
Es muy bonito; yo creo que eso es lo que procuramos hacer: dar paz en medio del caos, en medio de tanta guerra. Esperamos ser como esa esperanza, ese faro de luz en medio de tanta obscuridad. Yo creo que eso es a lo que estamos llamados como cristianos católicos: a llevar luz, a llevar esperanza, a llevar paz en medio de tanto oscuridad.
Y ser ese instrumento de paz nos compromete a que no sea tan sólo una atención o un servicio simplemente en este tipo de contextos, sino que ya también estamos proyectándonos a servir.
Esperamos que este tipo de confrontaciones acaben pronto, no para nosotros descansar sino para que la sociedad esté en paz, para que la sociedad encuentre la calma.
Nuestros servicios ya los estamos pensando a futuro, a fin de mantenerlos en las comunidades, llegando con programas de salud a las comunidades marginadas y golpeadas por la ausencia de organismos de salud, de afiliaciones al sistema de salud. Entonces esperamos ser paz, no sólo en este momento sino a futuro también.
Eso también reafirma nuestra fe: ser esa luz, ser sal, como lo afirma el Evangelio.
¿Has visto lágrimas, lágrimas en los manifestantes, en los policías? A veces pensamos que están recibiendo órdenes contra su voluntad. ¿Has visto llanto? ¿Tú has llorado?
Sí. Ese dolor como que a veces tiene un poquito de resistencia; poder controlar el miedo, el dolor, las emociones, el llanto. Pero hay veces en las cuales es inevitable hacerlo porque ya no podemos más sostenerlo, y porque también es necesario llorar, derramar lágrimas para liberar, para aceptar ese tipo de emociones, sentimientos y experiencias.
Sí se han visto bastantes; desde lo personal también he derramado algunas cuantas, porque duele ver lo que está pasando. También porque uno se cansa; permaneciendo tanto tiempo en ese tipo de ambientes pues uno se cansa, pues uno no es inmune, no es cuerpo glorioso para no sentir ese tipo de situaciones.
De ambas partes también hemos visto, porque uno ve de pronto a los de la fuerza publica; nos los traen y uno cree que son hombres o mujeres que ya no sienten, y cuando uno ve que se desvisten de sus trajes uno se encuentra con personas iguales a uno: jóvenes que están bajo un uniforme, que también tienen miedo, que también lloran, que también sienten lo que les está pasando.
Hemos visto que en personas de la fuerza pública hay lágrimas porque están pensando que están atajando a su propio pueblo, y eso también duele.
De la otra parte igualmente hemos visto bastante. Hemos visto a muchos niños que de pronto quedan en medio de las confrontaciones, llorando. Mamas preocupadas por sus hijos. El compañero de la persona que está lesionada e inconsciente.
Cuántas lágrimas. Es muy común ver lágrimas, no sólo por los gases lacrimógenos sino más allá de los gases, por esa necesidad de llorar un rato. También nosotros lo hacemos, lo sentimos, porque nos duele lo que está pasando. Llorar de vez en cuando está bien.
¿Crees que sea un sueño ver a un policía y a un manifestante abrazarse o darse la mano?¿O ya se ha dado esto?
No es una utopía; esto ya se ha dado. El que se atreve a dar el primer paso como que lo piensa mucho, pero sí se han dado bastantes casos, y no sólo de darse la mano, abrazase y reconciliarse, sino también de cantar en coro un mismo canto, o bailar. He visto en muchas partes del país que bailan, incluso en Medellín hay muchas manifestaciones artísticas pacíficas.
Vi por ahí un video muy épico, en el que está una manifestación, pero era deportiva, por lo que todos los manifestantes iban en bicicleta, en patines o en tablas, pues era un recorrido muy largo, y una moto de policía iba abriéndoles campo. La moto tiene como una parrilla atrás, y alguno de los manifestantes se agarró, y se fueron sumando varios manifestantes con lo que se formó una gran red.
Yo creo que ese tipo de manifestaciones, de actos de unidad, es lo que nos demuestra que son más las cosas que nos unen que aquellas que nos dividen. Creo que eso nos hace recobrar la esperanza, y nos hace pensar que, en efecto, estamos en conflictos absurdos.
Este tipo de cantos, de abrazos, de apretones de manos, de saludos, de compartir o intercambiar alimentos, nos hace recobrar la esperanza y nos hace dejar de pensar que es algo meramente utópico; yo creo que necesitamos más de esos actos, más de esos hechos, situaciones que nos permitan unirnos más.
Kevin, ¿gustas cerrar con un llamado de paz, con un mensaje a tus hermanos?
Lo decía en estos días una publicación: que con nuestras acciones, con lo que hacemos, así y sólo así construimos país, y un mundo mejor, cada uno poniendo a favor de la sociedad lo que sabe, lo que tiene y lo que es.
Clamamos, oramos y actuamos para que haya paz prontamente en nuestras familias, en nuestra sociedad y en todo nuestro país. Hay que pedirle muchísimo a Dios y a Mamita María para que nos proteja