El Papa Francisco invitó hoy a los cristianos a no desperdiciar la crisis que ha causado la pandemia y sacar lecciones aprendidas para que no se repita e instó al “discernimiento” que comparó al accionar de los campesinos.
El Papa afirmó que el mundo sigue luchando por salir de la dramática crisis provocada por la pandemia. Y aseguró que “más grave” de esta crisis es desperdiciarla, “sin aprender la lección que nos enseña”.
“Es una lección de humildad, que nos enseña la imposibilidad de vivir sanos en un mundo enfermo y de seguir como antes sin darnos cuenta de lo que estaba mal”, expresó el Papa en la víspera de la fiesta de San Pedro y San Pablo.
De esta manera, “el gran deseo de volver a la normalidad puede enmascarar” de nuevo “falsas seguridades, en hábitos y proyectos que apuntan exclusivamente al beneficio y a la búsqueda de los propios intereses, sin ocuparse de las injusticias planetarias, del clamor de los pobres y de la precaria salud de nuestro planeta”.
El Papa Francisco ha recibido esta mañana, lunes 28 de junio, en audiencia en la Biblioteca Privada del Palacio Apostólico Vaticano, a una Delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.
En el marco del tradicional intercambio de Delegaciones con motivo de las respectivas fiestas patronales -el 29 de junio en Roma por San Pedro y San Pablo y el 30 de noviembre en Estambul por San Andrés-, la Delegación del Patriarcado Ecuménico llegó ayer, domingo 27.
El Papa señaló que el intercambio anual de delegaciones entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla “es un signo de la comunión real, aunque todavía no plena, que ya nos une”.
“Estoy muy agradecido a Su Santidad Bartolomé y al Santo Sínodo por haber querido enviarle entre nosotros, y le agradezco su grata visita”.
La delegación está presidida por el Metropolitano de Calcedonia, Emmanuel Adamakis, quien saludó al Pontífice al inicio de la audiencia de hoy.
La delegación también incluye al metropolitano de Buenos Aires Iosif Bosch y al diácono patriarcal Barabas Grigoriadis.
Les acompañaban en la audiencia el cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con el obispo secretario Brian Farrell y el subsecretario, monseñor Andrea Palmieri.
Tras la audiencia con el Papa, la Delegación se reunió precisamente con los representantes del departamento ecuménico para mantener las conversaciones habituales.
Además, mañana martes, 29 de junio, la Delegación del Patriarcado asistirá a la celebración eucarística presidida por el Papa Francisco en la Basílica Vaticana.
El Papa aseguró que también nosotros los cristianos estamos “llamados a preguntarnos si queremos volver a hacer todo como antes, como si no hubiera pasado nada, o si queremos asumir el reto de esta crisis”.
“La crisis, como revela el significado original de la palabra, implica un juicio, una separación entre lo que es bueno y lo que es malo.
El término, de hecho, designaba antiguamente el acto de los agricultores que separaban el grano bueno de la paja para tirarla. La crisis nos pide, pues, que hagamos una selección, que discernamos, que nos detengamos y examinemos qué, de todo lo que hacemos, permanece y qué pasa”.
Francisco dijo que “el amor” permanece para siempre, porque, mientras todo pasa, "la caridad no tendrá fin" (1 Cor 13,8). Así como enseña el Apóstol Pablo.
“Ciertamente, no se trata de un amor romántico, centrado en uno mismo, en los propios sentimientos, deseos y emociones; se trata de un amor concreto, vivido a la manera de Jesús.
Es el amor de la semilla que da vida al morir en la tierra, que da fruto al partirse. Es el amor que "no busca su propio interés", que "todo lo excusa, todo lo espera, todo lo soporta" (vv. 5,7).
En otras palabras, el Evangelio asegura frutos abundantes no a los que acumulan para sí mismos, no a los que buscan su propio beneficio, sino a los que comparten abiertamente con los demás, sembrando con abundancia y gratuitamente, con un humilde espíritu de servicio”.
Por tanto, indicó que los cristianos “en camino hacia la plena comunión”, es importante cuestionarse sobre “cada crisis” que “nos presenta una encrucijada y nos abre dos caminos: el del repliegue sobre uno mismo, en la búsqueda de la propia seguridad y de las propias oportunidades, o el de la apertura a los demás, con los riesgos que ello conlleva, pero sobre todo con los frutos de gracia que Dios garantiza”.
“Queridos hermanos y hermanas, ¿no ha llegado el momento, con la ayuda del Espíritu, de dar un nuevo impulso a nuestro camino para romper viejos prejuicios y superar definitivamente las rivalidades dañinas?
Sin ignorar las diferencias que deben superarse a través del diálogo, en la caridad y en la verdad, ¿no podríamos inaugurar una nueva fase de las relaciones entre nuestras Iglesias, caracterizada por caminar más juntos, por querer dar verdaderos pasos adelante, por sentirnos verdaderamente corresponsables unos de otros?
Si somos dóciles al amor, el Espíritu Santo, que es el amor creador de Dios y lleva la diversidad a la armonía, abrirá el camino para una fraternidad renovada”, exhortó.
“El testimonio de la creciente comunión entre nosotros, los cristianos, será también un signo de esperanza para muchos hombres y mujeres, que se sentirán animados a promover una fraternidad más universal y una reconciliación capaz de corregir los errores del pasado. Esta es la única manera de abrir un futuro de paz”, concluyó.