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La pandemia debería servir para combinar mejor los esfuerzos mundiales en favor de la salud

JOSE MARIA SIMON
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Jaime Septién - publicado el 20/06/21
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Entrevista al doctor José María Simón Castellví

Nacido en Sao Paulo, de padres españoles: el doctor José María Simón Castellví es oftalmólogo, de familia de oftalmólogos, especializado en glaucoma. Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona, fue Presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC) del 2006 al 2014, cargo que ahora lo conserva como Presidente Emérito.

También es Comendador de la Orden Pontificia de San Gregorio Magno y apasionado divulgador de la ética médica, del humanismo católico en una disciplina que define, perfectamente, el título de su último libro: Profesión: curar, aliviar, consolar. Reflexiones sobre ética en la profesión médica; una colección de artículos publicados entre 2006 y 2020.

Durante la pandemia ha sido el encargado de coordinar los trabajos y las aportaciones del Grupo COVID de los médicos católicos en el mundo y pertenece al Comité Científico del Consorcio Internacional de Medios Católicos sobre la Vacuna contra la Covid-19 liderado por Aleteia.

En una reciente presentación, el doctor Simón Castellví ha sido muy claro: “Para vencer la epidemia se necesita la vacunación rápida de un porcentaje alto de la población. No es necesario que sea absolutamente toda. Deseo también que los países más desarrollados sean capaces de suministrar abundantemente vacunas a los países pobres. No sé cuál es la mejor solución económica para ello: la humanidad tiene que encontrar la manera…”.

¿Qué perspectivas se abren después de que –por la pandemia—el mundo ha experimentado la posibilidad de enfrentar en conjunto amenazas como ésta?

En los países desarrollados las perspectivas son buenas ya que las vacunas se han demostrado seguras y eficaces. La vida social y económica se va normalizando. Me pregunto, sin embargo, si después de esta "prueba" somos mejores personas y confiamos más en la Providencia de Dios y en las responsabilidades que Él nos asigna para que utilicemos sabiamente nuestra libertad. Por otra parte, en buena parte del mundo la pandemia aun no remite y sigue causando enormes sufrimientos.

La investigación en tiempo récord y la producción de vacunas de emergencia como las que ha aprobado la OMS, ¿es coherente con los tres principios de una vacuna: eficacia, seguridad y ética?

A grandes rasgos, se puede decir que sí, las vacunas aprobadas en occidente son eficaces, seguras y éticas. Como es natural, me gustaría que hubiera farmacéuticas cien por cien éticas y que no se hubieran utilizado en ningún caso (ni en la investigación previa ni en el desarrollo posterior) líneas celulares procedentes de fetos provocadamente abortados. La colaboración con el mal, aunque sea remota y solo material, si se puede se debería evitar. A veces, esto es imposible. Vivimos en un mundo con mal y bien tan entrelazados que no es fácil separar el trigo de la cizaña.

¿Podría establecerse tras la pandemia un mecanismo internacional que, por decirlo así, institucionalice una respuesta similar (o mejor) para futuras amenazas a la salud humana?

Esta pandemia, que ha pillado a la humanidad algo desprevenida ya que amenazas anteriores (gripes animales, ébola, etcétera) no fueron globales, debería servir para combinar mejor los esfuerzos internacionales en favor de la salud de las personas y de la economía que sirve a las personas.

Se dice que en tiempos de guerra se producen los avances tecnológicos más importantes, ¿podría decirse algo similar de los avances médicos colaterales que han surgido en esta batalla contra la Covid-19?

Es la primera vez en la historia de la humanidad que se han diseñado vacunas en tiempo récord. Y vacunas con una biotecnología completamente nueva: las de ARN mensajero (Pfizer y Moderna). Estas permiten además cambiar fácil y rápidamente su fórmula para combatir futuras variantes con nuevas vacunas. A corto y a medio son seguras. A largo plazo parece que también pero no lo podemos saber. En todo caso, no afectan al ADN, al patrimonio genético humano.

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--En una situación-límite, como la que ha enfrentado la humanidad desde el 31 de diciembre de 2019, ¿qué papel han jugado los médicos católicos? ¿Han estado presentes?

Los médicos católicos, asociados o trabajando por su cuenta, hemos hecho nuestro trabajo sanitario con profesionalidad y hasta el límite de nuestras fuerzas. Además, hemos dado a los pastores criterios claros para que los sacramentos (¡la misa!) se pudieran celebrar con seguridad y que pueden ser consultados en la siguiente dirección:

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