Al escribir para Aleteia tengo la oportunidad de conocer muchos de casos, de personas que viven al límite, con problemas tan grandes que no podemos imaginar y que nos piden: “Por favor recen por mí”, o “Recen por tal persona que necesita de sus oraciones”. Acogemos esos pedidos y los ponemos en nuestras oraciones.
El mundo está necesitado de tu oración.
No tienes idea del bien que puedes hacer rezando por las almas de los pobres pecadores, por los sacerdotes, los enfermos de Covid-19, las familias que han perdido sus casas o sus empleos y están pasando muchas dificultades, los niños sin padres,...
Hay tanta necesidad en el mundo y tú puedes cambiarlo, ser la diferencia, con tus plegarias.
¿Te ha pasado que de pronto sientes la necesidad de rezar por alguna situación? No desdeñes ese pensamiento, toma tu rosario y ponte a rezar.
Cuando reces piensa ante quién estás y podrás rezar con mayor fervor.
Y si te vienen tentaciones para que abandones la oración, no le des importancia. De pronto detienes tu oración y no sabes si apagaste la estufa y debes ir a ver, o si cerraste la puerta del auto, o si el niño terminó su tarea escolar… vaya que es astuto el demonio haciendo lo imposible para distraerte y que dejes de rezar y estar en la presencia de Dios.
Me encanta la historia que una vez leí, de estos monjes que se encontraban en la hora de oración.
Estaban reunidos cuando se desató un voraz incendió en sus cultivos de trigo y empezó a consumir el campo.
Por supuesto se detuvieron y decidieron salir y apagar el fuego antes que los dejara sin el preciado trigo.
Uno de ellos, intuyendo lo que estaba ocurriendo les dijo con serenidad:
El fuego creció y las llamas se veían enormes. Pero no permitieron que esto los distrajera.
Cuando terminaron de rezar salieron todos a la vez para percatarse que los cultivos estaban intactos.
Y comprendieron había sido una estrategia del diablo para que dejaran la oración que tanto lo molestaba.
Reza con fervor, y ofrece tus oraciones. Decía la Madre Teresa de Calcuta:
¡Dios te bendiga!