El próximo 11 de junio llegará a las salas de cine españolas Human life, de cuya distribución se encarga European Dreams Factory, que el año pasado ya apostó por Unplanned, que ponía el acento en el rotundo sí a la vida.
Ahora, y a sus 40 años, el compositor y director de cine brasileño, Guto Brinholi, codirige aquella historia junto a Luiz Henrique Marques. Se trata de su primera experiencia tras la cámara, donde da luz a un lúcido documental que reflexiona sobre el amor a la vida, que no deja al margen al dolor ni a las dificultades. Dadas las circunstancias, ha sido un placer conversar con él. Pasen y lean.
¿Cómo nace esta historia?
Después de que mi mujer tuviera un aborto espontáneo. El médico nos aseguró que los gemelos que esperábamos tenían pocas posibilidades de sobrevivir. Pocos meses después me invitaron a que filmase una conferencia sobre los 50 años de la encíclica Humanae Vitae. Quedé impresionado con el contenido de todo que vi allí y decidí que debería hacer algo para divulgar la belleza de la vida en todos los aspectos que abordaba el documento.
¿Qué aporta su película a otras del mismo estilo?
¡Human Life tiene un estilo único! Es muy importante que se rueden historias que defiendan la vida. Precisamente para recordar la guerra cultural que existe contra la vida. Es un asunto absurdo, pero es verdad.
¿Y por qué cree que la cultura de la vida está tan menospreciada?
A menudo se nos olvida que la vida es un don, un regalo y una oportunidad que se debe aprovechar al máximo. De esta manera, podemos reconocer una dimensión cósmica y espiritual más grande que nuestra existencia en la tierra.
No obstante, todo este tema ya venía muy perdido desde los últimos siglos: la vida se transformó en materialismo puro. Ello conlleva la idea de que el hombre es el centro de todo. Y, en este sentido, estamos lejos de aceptar otra dimensión factual de la vida: el sacrificio.
Desde el sacrificio por las cosas más simples, como por ejemplo escuchar en silencio lo que dice la pareja, así como trabajar con ganas para dar sustento a la familia. De hecho, la familia es el nexo de unión más fuerte entre la belleza de la vida y la importancia del sacrificio para sustentarla… Y en Human Life se puede apreciar bien la belleza a través del don y del sacrificio, las cosas por las que vale la pena vivir.
¿Cree que el formato documental es el más apropiado para rodar esta historia?
No necesariamente. Tengo ganas de hacer ficción pero la preparación es otra y la preproducción se hace de otra manera. Human Life se planificó con un guion que a veces cambiaba en el momento de la entrevista porque la historia de un personaje lo requería. Con la ficción no puedes cambiar tanto. Es más, tienes un set de actores que te esperan… pero tengo que confesarte que las películas de Terrence Malick han influido mucho en mí. Este cineasta hace un tipo de ficción que facilita los cambios de última hora. Más adelante espero rodar una película de estas características.
¿Cómo ha gestionado la selección de testimonios?
Desde el principio ya tenía claras a cuatro o cinco historias. Después, durante el trabajo con el documental conocí otras de las que me informaron los primeros entrevistados. En otros casos, la Providencia hizo su trabajo. Así es como conocí a Anne Bajer, superviviente de la Segunda Guerra Mundial, en una misa en Los Ángeles, en el barrio donde yo estaba hospedado para entrevistar Ana Paula Henkel.
¿Qué pinta Dios en todo este proceso?
Es el productor de la película. Sin Él no me adentraría en un proyecto como éste, en el que he viajado por cuatro países sin tener claro los mecanismos de la distribución de cine. Ahora estoy escribiendo un libro para contar el proceso que ha experimentado la película. Espero tenerlo acabado antes de que acabe al año (aún he de hablar sobre mi experiencia en España).
¿Por qué asegura que ‘La vida siempre vale la pena’?
Porque me parece un factor muy claro y obvio: ¡Para sentir alegría o dolor hay que vivir! Entonces digo sí a esta aventura. Creo, además, que el guion de cada uno de nosotros está con Dios, así que debemos disfrutar y hacer lo mínimo para no arrugarlo todo.
¿Qué reacción espera del espectador español?
¡Espero que sea una gran fiesta! ¡Estoy deseando ir a los cines para comprobarlo por mí mismo después de tantos meses! Además tengo especial curiosidad por el público español, que seguramente está más a favor de la vida que las leyes españolas y europeas que intentan acortarla.
¿Cuáles son sus referentes fílmicos?
Clint Eastwood y Terrence Malick. Al menos durante los últimos años.
¿Por qué empezó a hacer cine?
Me gusta desde que era pequeño. Visitaba workshops de acción y dirección, sin embargo la música se pronunció más en formato de lenguaje. Así que trabajando en esta línea compuse bandas sonoras para otras películas. La experiencia que adquirí con el teatro musical y con pequeñas óperas en Alemania fueron definitivas en mi carrera profesional.
¿No echa de menos más presencia de cineastas comprometidos con apoyar la vida?
El artista, en su esencia, siempre ama la vida. Después se contamina con ideologías que favorecen la muerte. Ahí tenemos al impresionante lobby pro-choice de Hollywood. Pero te aseguro que la muerte no tendrá nunca la palabra final, como lo atestiguan la producción de películas importadas de América. Así que como ahora tenemos un gran número de cineastas a favor de la vida, lo importante es dar con empresarios que aponen nuestras historias para arrancarnos con buenos y nuevos proyectos.
Por otro lado, es importante entender que una película puede ser Pro-Life sin necesariamente pertenecer a un movimiento concreto. Esta semana, por ejemplo, he visto una película muy interesante del director australiano Garth Davis. Se llama Lion. Es una aventura de ficción pero que tiene fuerza para defender la vida de una manera rotunda, aunque no esté propiamente ligada a un movimiento Pro Vida.
¿Qué ha aprendido de este trabajo?
¡Tantas cosas! Pero, sobre todo, servir más y más. Ahí está la esencia de vivir bien.
¿A quién se dirige la historia?
A Dios. Y si es para Dios, es para todos.