El Papa Francisco ha mostrado su preocupación por cómo las finanzas se convierten en un mecanismo de especulación que excluye a las personas y las desprotege.
Con muchos países en crisis y con un alto nivel de desempleo, ha pedido oraciones “para que los responsables del mundo financiero colaboren con los gobiernos, a fin de regular los mercados financieros para proteger a los ciudadanos de su peligro”.
En 2020, el Producto Interno Bruto (PIB) mundial sufrió su caída más pronunciada desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
La recuperación durante el año 2021 es poco probable y se observa una desigualdad preocupante. Las personas, en especial, las más marginadas o en riesgo de exclusión social, están fuera del sistema financiero.
El Papa señala que los mercados "deben estar respaldados por leyes que garanticen que las finanzas funcionen para los objetivos sociales, sobre todo en una situación de emergencia sanitaria mundial como la que vivimos."
Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera, que ignoran todo contexto y efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente.
En la declaración que el Papa hizo ante el FMI (Fondo Monetario Internacional) reclamó "la contribución hacia un modelo de recuperación que resuelva la crisis con soluciones más inclusivas y sostenibles, ayudando a las personas y comunidades a lograr sus aspiraciones más profundas y el bien común universal."
Según un informe de Oxfam “los 2.153 mil millonarios que hay en el mundo poseen más riqueza que 4.600 millones de personas (un 60% de la población mundial). El economista Steve Schifferes, de la University of London, alertó, en sus declaraciones a la BBC, de que "250 millones de personas en los países en desarrollo van a enfrentarse a la pobreza absoluta y hasta la mitad de la fuerza laboral mundial puede haber perdido sus medios para subsistir."
Así lo explicaba Gabriela Bucher, Directora-Ejecutiva de Oxfam Internacional: "El medio billón (de dólares) que los 10 hombres más ricos han amasado en el último año podría servir para tener una vacuna para todo el mundo o incluso para que nadie caiga en la pobreza durante el tiempo de la pandemia, así que la escala de la diferencia es extraordinaria.
Algunos gobiernos han prestado mucho apoyo, pero las diferencias son enormes a nivel mundial. Un buen ejemplo es Corea del Sur, que ya se ha centrado en reducir la desigualdad con la subida del salario mínimo, o la inversión en sanidad y educación y también con ayudas apoyando a 42 millones de hogares.
El Gobierno de Nueva Zelanda es un brillante ejemplo de enfoque correcto en el bienestar de la gente, en los niños, en la educación, en asegurarse de que la economía sirve a todos y no en función del PIB".
A pesar de que sabemos que todas las personas son creadas iguales, muchas de ellas, especialmente las marginadas, están excluidas del mundo financiero.
La pandemia nos ha recordado que nadie se salva solo, nos necesitamos unos a otros. El Papa propone que aprovechemos la ocasión para hacer un mundo mejor, más humano y solidario.
La Doctrina Social de la Iglesia es firme en el compromiso de colaborar en la promoción de la justicia y fomentar el diálogo con el mundo de la economía y las finanzas.
Para estos momentos, el Papa Francisco reclama ideas nuevas y creativas formas de participación social, política y económica, sensibles a la voz de los pobres y comprometidos a incluirlos en la construcción de nuestro futuro común (cf. Fratelli Tutti, 169).
Los países pobres y menos desarrollados tienen derecho a participar de las decisiones económicas, de los beneficios del mercado y del comercio internacional.
Los bancos conceden de forma habitual créditos a las personas que más tienen. Precisamente, quienes más lo necesitan, los pobres, no obtienen ese acceso a la financiación.
El Papa recuerda que es urgente “un plan global que pueda crear instituciones nuevas o regenerar las existentes. Se precisa construir una nueva red de relaciones internacionales para promover el desarrollo humano integral de todos los pueblos.”
Ante los miembros del Banco Mundial y el FMI, el Pontífice explicó que "un espíritu de solidaridad mundial también exige, al menos, una reducción significativa de la carga de la deuda de las naciones más pobres, agravada por la pandemia. Supone un gesto profundamente humano que puede ayudar a las personas a desarrollarse, a tener acceso a las vacunas, la salud, la educación y el empleo."
"Toda actividad económica debe dirigirse al bien común universal. Los mercados financieros deben adquirir “un compromiso con la solidaridad económica, financiera y social”.
La humanidad necesita que no se abandone a los países pobres en esta pandemia y que se repartan las vacunas de forma justa.
El Papa demanda “un futuro en el que las finanzas estén al servicio del bien común, donde los vulnerables y los marginados estén en el centro y donde la tierra, nuestra casa común, esté bien cuidada.”
Por su parte, el Banco Mundial ha calculado que si los países actúan ahora para reducir la desigualdad, la pobreza podría volver a los niveles anteriores a la crisis en sólo tres años, en lugar de en más de una década.
La banca, junto a los políticos, es la institución peor valorada por los ciudadanos. La población está adquiriendo conciencia de que es necesario exigir a las entidades financieras una actividad comprometida con la inclusión y el cuidado del medioambiente.
La actividad financiera y económica ¿no deberían ser éticas, y guiarse por los principios y valores de la economía solidaria?
Según la Asociación Ethical Financing with Solidarity las finanzas éticas son las que hacen compatible la rentabilidad económica y financiera con la consecución de objetivos sociales y ambientales.
“Las personas deben exigir transparencia y conocer dónde se invierten sus ahorros”
Podemos encontrarnos con que nuestros ahorros se dedican a actividades poco éticas. ¿Deberíamos exigir más inversión en proyectos sociales y sostenibles, así como la concesión de créditos a los excluidos?
Para esta asociación, los cinco principios básicos de las finanzas éticas son:
En la actualidad, la Global Alliance for Banking of Values (GABV) se compone de 64 instituciones financieras y 16 socios estratégicos que operan en 39 países de Asia, África, Australia, América Latina, América del Norte y Europa.
Se trata de dar un paso más allá de lo legalmente exigible para situarse en otra dimensión. Emplear el capital con criterios de justicia y al servicio del bien común. Se debe ejercer esta actividad de forma transparente, donde cada ahorrador sepa exactamente qué se hace con sus ahorros.
En la actualidad, existen entidades dedicadas a las finanzas, en la que parte de su actividad o toda, se desarrolla bajo unos parámetros éticos. Las finanzas éticas comprenden los proyectos que los cumplen.
En el libro «Finanzas éticas: La otra cara de la moneda», SETEM las define como: “la otra cara de la moneda del ahorro. Otra forma de ahorrar e invertir que combina los beneficios sociales con los beneficios económicos. Cuentas de ahorro, fondos de inversión o planes de pensiones que pretenden el uso ético del dinero y apuestan por empresas que cuidan y hacen explícita su responsabilidad social y ambiental."
Las finanzas éticas también comprenden proyectos para el desarrollo, la reordenación de la riqueza y la sostenibilidad medioambiental: para que los pobres no sean cada vez más pobres, y los ricos cada vez más ricos.
¿Nos preguntamos si es coherente trabajar con una entidad financiera que contraviene nuestros valores, esclaviza a las personas, trata mal a sus empleados o apoya proyectos inmorales?
Con el desarrollo del negocio bancario, el sistema de valores bancarios se vuelve cada vez más relevante. La adherencia a las normas de ética del banco ayuda a desarrollar y mejorar los vínculos entre los empleados del banco, así como las relaciones con los clientes.
El comportamiento adecuado y la cultura social del personal dan forma a la imagen del banco y estimulan la fidelización de los clientes. El funcionamiento sofisticado y confiable de los bancos puede juzgarse tanto en términos de sus aspectos legales y económicos como éticos.
Existen algunas iniciativas en este sentido. El caso del banquero de los pobres se esté extendiendo por el mundo.
El Nobel de la Paz de 2006, Muhammad Yunus, estableció el Grameen Bank en Bangladesh en 1983, impulsado por la creencia de que el crédito es un derecho humano fundamental. Su objetivo era ayudar a los pobres a escapar de la pobreza, proporcionándoles préstamos en condiciones adecuadas para ellos y enseñándoles algunos principios financieros sólidos para que pudieran ayudarse a sí mismos.
Yunus comenzó concediendo pequeñas cantidades de dinero a los indigentes en Bangladesh. Corrían los años 70, el Banco Grameen ha avanzado a la vanguardia de un floreciente movimiento mundial para erradicar la pobreza a través del microcrédito. A medida que el hipotecado obtenía ahorro pagaba parte de la deuda.
En la actualidad, las réplicas del modelo de Grameen Bank operan en más de 100 países en todo el mundo.
Grameen Bank (GB) ha revertido la práctica bancaria convencional al eliminar la necesidad de garantías y ha creado un sistema bancario basado en la confianza mutua, la responsabilidad, la participación y la creatividad.
GB proporciona crédito sin ninguna garantía a los más pobres de los pobres en las zonas rurales de Bangladesh. En GB, el crédito es un arma rentable para luchar contra la pobreza y sirve como catalizador en el desarrollo general de las condiciones socioeconómicas de los pobres que se han mantenido fuera de la órbita bancaria debido a que son pobres y, por tanto, no financiables.
El profesor Muhammad Yunus, fundador del Grameen Bank, explica que si los recursos financieros se pueden poner a disposición de los pobres en términos y condiciones que sean apropiados y razonables, “estos millones de pequeñas personas con sus millones de pequeñas actividades pueden sumar y crear la mayor maravilla del desarrollo."
En enero de 2021, GB tiene 9,38 millones de miembros y el 97% son mujeres. Con 2.568 sucursales, GB brinda servicios en 81.678 aldeas, que cubren más del 93% del total de aldeas en Bangladesh.
El impacto positivo del Grameen Bank en sus prestatarios pobres ha sido documentado en muchos estudios independientes llevados a cabo por agencias externas como el Banco Mundial, el Instituto Internacional de Políticas de Investigación Alimentaria (IFPRI) y el Instituto de Estudios de Desarrollo de Bangladesh (BIDS).
La sostenibilidad ha dejado de ser una moda y se ha transformado en un compromiso firme, tanto en el sector financiero como en el conjunto de sectores productivos.
Los bancos éticos reafirman el papel y los valores de una financiación verdaderamente dedicada a las comunidades locales, gobernada por ciudadanos y yendo más allá de la sostenibilidad.
Invierten en nuevas actividades como agricultura ecológica, energías renovables, Tercer Sector (o sector sin ánimo de lucro) y Comercio Justo. Responden cada vez más a las necesidades de los excluidos del sistema bancario y a las necesidades de los ahorradores e inversores que están cada vez más interesados en la forma en que se utilizan sus ahorros.
Es la forma en que el dinero de los ciudadanos se utiliza para el bien común a través del apoyo a proyectos de economía social, creando asociaciones con las autoridades locales, asegurando el desarrollo local y, al mismo tiempo, apoyando la solidaridad internacional.
Gracias a las instituciones financieras éticas, la institución bancaria vuelve a un camino interrumpido a principios del siglo XX, que en los años 30 tenían una implicación social (casas de empeño, Cajas de Ahorro, Cooperativas o Mutuas, etc.).
Esta banca se convierte en un instrumento de desarrollo para el territorio y para nuevas iniciativas sociales y ambientales.
Este camino va en sentido contrario al elegido por la banca comercial, cada vez más orientada a utilizar el apalancamiento financiero solo para acumular beneficios. Contribuyen a la financiarización de la economía y crea las condiciones para una serie de crisis financieras que aún hoy continúan impactando la vida de millones de ciudadano.
La mayoría de nosotros somos clientes de algún banco. Pero a pesar de eso muchas veces se nos olvida que los bancos no tienen dinero propio, sino que administran nuestro dinero: invierten en empresas e instituciones.
Ahora bien ¿sabemos exactamente cuáles son esas inversiones? ¿es posible que nuestro dinero se esté usando para proyectos que son contrarios a nuestros valores? ¿que, por ejemplo, financie empresas que fabrican armas, o proyectos donde se explotan las personas, o que destruyen el medio ambiente?
En los 60, miles de manifestantes se reunieron para protestar en contra de la guerra de Vietnam. Sin embargo, estas mismas personas pronto descubrieron que, sin querer, estaban financiando conflictos bélicos en todo el mundo ¿Cómo? A través del dinero que ellos habían depositado en sus bancos.
Esto despertó una gran pregunta ¿a quién sirve mi dinero? En otras palabras, mientras tengo el dinero en el banco y no lo estoy usando ¿con qué criterio presta el banco mi dinero?
En la década de los 70, cuatro profesionales en Holanda se propusieron generar un cambio positivo en la sociedad desde el sistema financiero. ¿qué es exactamente la banca ética?
“El destino de ese dinero que ahorramos en el banco, es decir, las empresas e instituciones que lo reciben, determina qué tipo de sociedad estamos creando.”
La banca ética invierte en iniciativas que generan un impacto positivo en la sociedad. Trabajan con criterios éticos de inversión, es decir, definen en qué van a invertir y en qué no, pensando primero en cómo beneficiar a las personas y el planeta y luego en las ganancias económicas que se puedan obtener.
Practican la transparencia total, es decir, cómo se está usando y a quienes está sirviendo el dinero que confiaron al banco.
Las personas que trabajan en la banca ética no reciben bonos o comisiones que los incentiven por vender más productos a sus clientes, que fue la causa de la crisis de 2008.
Según los investigadores Radek Halamka y Petr Teplý “las instituciones bancarias responsables que utilizan las finanzas en favor de la sociedad y el medio ambiente tienen un gran potencial para transformar el sistema financiero actual y para atender mejor las necesidades de los clientes.”
Los datos son claros: el caso comercial de la banca basada en valores es convincente. Entonces, ¿por qué no todos los bancos y cooperativas bancarias adoptan este modelo?
Las razones son muchas, que van desde: la inercia y el poder del statu quo, incluidas las estructuras de incentivos personales existentes; falta de coraje e innovación por parte de la banca, ejecutivos y accionistas en un cambio de rumbo; y conocimiento limitado de la rentabilidad de la banca ética.
Sin embargo, existe un reconocimiento cada vez mayor de la necesidad de un cambio en la forma en que los bancos y las cooperativas bancarias se comportan y operan.
Peter Blom, expresidente de GABV (Alianza Global para la Banca en Valores en inglés), reflexionando sobre su tiempo como presidente, enfatiza que sin los bancos basados en valores, el sector financiero puede volver a caer en los viejos hábitos.
"Creo que le hemos demostrado al sector bancario tradicional que la banca basada en valores funciona, funciona a escala y proporciona un enfoque legítimo y diferente que es más justo, ecológico y resistente."
"No solo demostramos que la banca basada en valores es tan rentable como la banca convencional, sino que tenemos índices de solvencia mucho mejores en nuestro balance operando en la economía real."
"Hemos terminado con la idea errónea de que la banca basada en valores, por definición, es un modelo empresarial inferior. Todas estas cosas son particularmente relevantes cuando el mundo está luchando con la emergencia climática, los disturbios políticos y sociales en muchos lugares y, por supuesto, con el impacto de gran alcance de una pandemia global. Debemos transformar nuestra economía para realizar el cambio que se necesita."