La posición de la Iglesia católica universal es clara: el abuso sexual infantil es un crimen que debe sancionarse con toda la fuerza y rigor de las leyes canónicas y civiles. Y a eso se está respondiendo en México.
Durante el Primer Encuentro Nacional de Responsables de Protección para Menores para Diócesis y Congregaciones Religiosas, que se realiza de manera virtual, con la participación de cerca de 300 personas, ha quedado patente un compromiso real de evitar que no se produzca un solo abuso sexual a menores en el país.
El Encuentro reveló –según la nota de VC Noticias-- que 80 de la 95 diócesis que comprende el territorio mexicano cuentan ya con un equipo interdisciplinario local para atender los casos de abuso sexual contra menores y para fortalecer las medidas de prevención en las instituciones católicas.
Lo mismo sucede con cuatro congregaciones religiosas que han entrado, también, a generar programas internos de protección.
Desde hace un par de décadas a la fecha, la Iglesia católica mexicana ha implementado una serie de medidas destinadas a proteger el abuso sexual a menores y a propiciar una directriz de “tolerancia cero” contra el abuso, el encubrimiento o la ausencia de reparación a las víctimas de esto que el Papa Francisco ha calificado, una y otra vez, como “una monstruosidad”.
Conscientes de que “el objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren”, especialmente dentro de sus muros; los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que participan en el Encuentro ratificaron su compromiso de evitar un mal que ha hecho mucho daño a la Iglesia en México: el encubrimiento de casos de abuso sexual.
También se comprometieron “con la generación de estrategias de prevención dentro de los diversos organismos eclesiásticos para que niños, adolescentes y personas vulnerables se encuentren seguros” en los templos y en todos los lugares adyacentes de formación religiosa.
Con el objetivo "de animar, impulsar y fortalecer la conformación, consolidación y funcionamiento de las comisiones diocesanas y religiosas de protección de menores, así como sus implicaciones psicológicas, jurídicas, canónicas, comunicativas y pastorales", el Encuentro está logrando sembrar una verdadera cultura de protección.
Mediante el Consejo Nacional de Protección de Menores, de lo que se trata es de conformar un equipo interdisciplinario de apoyo para la prevención, detección y respuesta ante casos de abuso de menores dentro de la Iglesia” en México.
De ahí se desprende la importancia de dotar a los responsables de materiales para su buen funcionamiento y alentar la formación de más equipos o comisiones”.
De hecho, este Encuentro se produce con retraso, pues desde 2019 lleva retraso por cuestiones relacionadas a la pandemia. Siguiendo las líneas trazadas por el Papa Francisco, el Consejo tiene como objetivo principal proteger a los menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico.
Y para ello, nada mejor que un equipo de diferentes disciplinas que cambie la mentalidad “para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos”, según ha reiterado el Papa Francisco.
El Consejo Nacional de Protección de Menores es una instancia católica que, en los últimos años ha construido y recomendado diferentes programas de acompañamiento para que diócesis e instituciones eclesiales asuman responsabilidades de prevención, denuncia y seguimiento a casos de abuso sexual contra menores perpetrados por ministros de culto y agentes pastorales.
Creado como un órgano multidisciplinario creado por los obispos de México para responder integralmente al problema del abuso sexual infantil por parte de clérigos y agentes de pastoral en el ámbito eclesial, el Consejo de Protección se ha convertido en un órgano de referencia obligatoria en el país, por su seriedad y por la capacidad de acompañar a diócesis y congregaciones en el camino de construir espacios seguros en la Iglesia.
Y, sobre todas las cosas, “evitar el abuso sexual de menores (“ni un caso más”) en la Iglesia de México, procurar justicia para las víctimas y fortalecer la cultura de la denuncia y responsabilidad, a fin de mostrar el verdadero rostro de la Iglesia a sus hijos”.