El papa Francisco instituyó el ministerio del Catequista dando reconocimiento y mayor dignidad al papel de los laicos “maestros” del Evangelio, a través de la publicación del Motu propio Antiquum ministerium este 11 de mayo de 2021.
Por tanto, mujeres y hombres catequistas serán reconocidos institucionalmente por su servicio en atender las necesidades pastorales de la Iglesia en la acción de educar en la fe a adultos, jóvenes o niños.
Una vocación que hasta ahora, era poco regulada y que, normalmente, llevan a cabo en las parroquias muchos ‘laicos y laicas’, a veces, sin una formación formal. Algo que también cambiará.
El Vaticano publicará en breve el Rito de Institución del Ministerio laical del Catequista. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos se encargará de ello.
El ministerio de Catequista requiere una formación adecuada. Por ello, el Papa invitó a las Iglesias locales (Conferencias Episcopales) a hacer efectivo ese itinerario de preparación y los criterios normativos para acceder a él.
El Papa reconoce los “servicios y carismas” de los fieles laicos. Y cita el Concilio: “Que el discernimiento de los dones que el Espíritu Santo nunca deja de conceder a su Iglesia sea para ellos el apoyo necesario a fin de hacer efectivo el ministerio de Catequista para el crecimiento de la propia comunidad” (Lumen gentium, 30).
Así ordenó que lo establecido con el Motu Propio tenga “vigencia de manera firme y estable” y se publique en el Observador Romano y el Acta Apostolicae Sedis.
La Carta ha sido firmada el 10 de mayo de 2021, memoria litúrgica de san Juan de Ávila, doctor de la Iglesia.
El Motu proprio, por tanto, establece formalmente el ministerio del catequista, desarrollando esa dimensión evangelizadora de los laicos deseada por el Vaticano II. Así como existe ya una institucionalización de los acólitos, los lectores y los ministros de la comunión, etc.
El Papa remarcó que el ministerio de Catequista en la Iglesia es muy antiguo, incluso ya presentes “en los escritos del Nuevo Testamento”.
Los catequistas son presentados como “maestros” al servicio de la enseñanza en las primeras comunidades cristianas: «Dios dispuso a cada uno en la Iglesia así: en primer lugar están los apóstoles; en segundo lugar, los profetas, y en tercer lugar, los maestros…» (1 Co 12,28-31).
“El servicio de hombres y mujeres que, obedientes a la acción del Espíritu Santo, han dedicado su vida a la edificación de la Iglesia”.
Los catequistas en los primeros tiempos eran una “diaconía indispensable para la comunidad”, comenta el Papa. Y cita a San Pablo: “Todo esto lo realiza el mismo y único Espíritu, quien distribuye a cada uno sus dones como él quiere» (1 Co 12,4-11)”.
Por lo tanto, el Papa reconoce “la presencia activa de bautizados que ejercieron el ministerio de transmitir…la enseñanza de los apóstoles y los evangelistas (cf. CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Dei Verbum, 8)”.
“La Iglesia ha querido reconocer este servicio como una expresión concreta del carisma personal que ha favorecido grandemente el ejercicio de su misión evangelizadora”.
Una mirada a la vida de las primeras comunidades cristianas “también hoy insta a la Iglesia a comprender cuáles puedan ser las nuevas expresiones con las que continúe siendo fiel a la Palabra del Señor para hacer llegar su Evangelio a toda criatura”.
Francisco reconoce la misión de los catequistas en estos dos milenios, junto a obispos, sacerdotes y diáconos.
“No se puede olvidar a los innumerables laicos y laicas que han participado directamente en la difusión del Evangelio a través de la enseñanza catequística”. Y, sostiene, en algunos casos, “fueron además fundadores de Iglesias y llegaron incluso a dar su vida”.
“También en nuestros días, muchos catequistas capaces y constantes están al frente de comunidades en diversas regiones y desempeñan una misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe”.
A partir del Concilio Vaticano II, “la Iglesia ha percibido con renovada conciencia la importancia del compromiso del laicado en la obra de la evangelización”, indica el Papa.
Francisco señala la necesaria “cuán necesaria es la implicación directa de los fieles laicos, según las diversas formas en que puede expresarse su carisma, para la “plantatio Ecclesiae” y el desarrollo de la comunidad cristiana”.
“En nuestros días, el oficio de los Catequistas tiene una importancia extraordinaria porque resultan escasos los clérigos para evangelizar tantas multitudes y para ejercer el ministerio pastoral» (CONC. ECUM. VAT. II, Decr. Ad gentes, 17)”.
Expone “el valor central de la obra catequística que pone en primer plano la instrucción y la formación permanente de los creyentes”.
Sin clericalismo y sin ningún menoscabo de obispos, sacerdotes y consagradas o consagrados, el Papa promueve que laicos y laicos reciban “la debida formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe”.
“Se requiere que sean fieles colaboradores de los sacerdotes y los diáconos, dispuestos a ejercer el ministerio donde sea necesario, y animados por un verdadero entusiasmo apostólico”.
En efecto, el Papa sigue dando mayor espacio en la Iglesia a los laicos. Por ello instituyó en enero también el ministerio laical del acolitado femenino.