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¿Cómo reducir el desperdicio de alimentos utilizando nuestros sentidos?

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María Eugenia Brun - publicado el 28/04/21
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Hoy en día lamentablemente el desperdicio de alimentos está en crecimiento y es un grave problema a nivel mundial

Desde hace miles de años atrás se trataba de evitar el desperdicio de alimentos de distintas maneras.

Incluso el propio Jesús enseñaba a su gente a no desperdiciar nada, a recolectar para redistribuir: Jesús, después de repartir los panes a la multitud, pide que se recojan los pedazos que sobraron para que no se pierda nada (cf. Jn 6,12).

Hoy en día lamentablemente el desperdicio de alimentos está en crecimiento y es un grave problema a nivel mundial.

De acuerdo con el último informe realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la organización británica sobre residuos WRAP, el llamado Índice de desperdicios de alimentos 2021 expone que, en el año 2019, hubo 931 millones de toneladas de alimentos desperdiciados. 

Significa que el 17% de la producción total de alimentos en el mundo fueron tirados a la basura. Además, se observó que la mayor parte del desperdicio de alimentos (61%), proviene de los hogares.

Esto quiere decir que estamos llamados a tomar consciencia de este grave problema y comenzar a buscar soluciones desde nuestro hogar. 

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El despilfarro de alimentos, además de ser una cuestión moral, es un fenómeno muy perjudicial para nuestro planeta; y al mismo tiempo, alimenta el cambio climático.

Por ello el Papa Francisco en un tweet expresaba su preocupación diciendo: "Debemos poner fin a la cultura del descarte, nosotros que pedimos al Señor que nos dé el pan nuestro de cada día. El desperdicio de alimentos contribuye al hambre y a los cambios climáticos".

Papa Francisco en el día en que inicia la Conferencia Internacional promovida por la Pontificia Academia de las Ciencias y en programa hasta el 12 de noviembre de 2019, en la Casina Pío IV del Vaticano.

Causa emisiones de gases con efecto invernadero, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre el 8 y 10% de las emisiones globales de efecto invernadero están asociadas con comida que no se come.

Se desperdicia agua, y tierras utilizadas para la producción de alimentos. 

También tiene un impacto social, la FAO informó que, en el 2019, 690 millones de personas pasaron hambre, una cifra que seguramente se eleve cuando termine la pandemia de coronavirus. Así mismo un tercio de la humanidad está sobrealimentada, es decir mal alimentada porque come mucho, pero come mal.

      Esta iniciativa es una campaña creada por el movimiento Too Good To go de Reino Unido #Mira,Huele,Prueba, que busca disminuir el desperdicio alimentario de alimentos con fecha de consumo preferente pasada.

      Se trata de que primero hay que mirar y revisar el aspecto del alimento; en segundo lugar, oler y comprobar si tiene un olor agradable; y por último, probar para confirmar que sigue en buen estado.

      EGGS

      La fecha de caducidad o vencimiento es un indicador de seguridad alimentaria. Nos indica que una vez vencido el alimento no se puede consumir ese alimento porque puede ocasionar un daño a la salud.

      En cambio, la fecha de consumo preferente es un indicador organoléptico; es decir que una vez vencida la fecha indicada puede ser todavía apto para consumo.

      Antes de tirar, mira, huele y prueba el producto cerrado que tenga fecha de consumo preferente porque puede durar:

      15 días más: estos son el pan de molde, el yogur y otros lácteos pasteurizados 

      1 mes más: bollerías sin relleno, jamón curado en lonchas, embutidos curados en lonchas, frutos secos.

      3 meses más: pasta seca rellena, queso seco, snacks y papas chips, embutidos cortados sin curar, alimentos congelados, salsas envasadas, aceite, tostadas, galletas, pastas secas, cereales de desayuno, bebidas UHT, bebidas vegetales, margarinas y mantequillas, bombones.

      1 año más: legumbres secas y en conserva, pastas secas, cereales, arroz, conservas vegetales en lata o vidrio, conservas de carne y pescado, especias, café, té, infusiones, tableta de chocolate, caramelos y chicles, harinas, leche condensada, membrillo y miel. 

      Ahora ya tienes las herramientas necesarias para poner en practica el hogar y comprometerte a ayudar a disminuir el desperdicio de alimentos y así también contribuir a la seguridad alimentaria mundial. 

      ¡Recuerda la clave está en empezar a planificar, mirar, oler, probar y reutilizar los alimentos!

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