Santi Maratea es uno de los influencers más populares de América Latina. Y a diferencia de muchos otros, este joven argentino canaliza su popularidad en obras de bien, en hacer realidad epopeyas solidarias que parecen imposible.
En su última, estos días, generó una ola de solidaridad virtual para obtener 2 millones de dólares y cubrir el tratamiento médico de Emmita, una niña que padece una grave atrofia muscular espinal (AME). El monto es significativamente mayor al conseguido un año atrás por los distintos canales de aire juntos en la jornada para búsqueda de fondos para hacer frente a la Pandemia “Argentina nos necesita”.
La gratitud de los padres de Emmita para con Santi Maratea, y para quienes colaboraron, es total. “A Maratea lo consideran un “gigante” que logró “hacer el puente solidario más grande del mundo”. Pero no fue el único, ya que muchos organizaron colectas, eventos, difundieron masivamente, etc. “No podemos decirte lo que va a pasar con Emma, pero tenemos mucha fe. Ella está avanzando un montón en este tiempo, soñamos que va a caminar, jugar y tener una vida normal. He visto casos que han sido así. Eso nos impulsó a largar la campaña. Lo cierto es que cada niño reacciona distinto a la medicación, es totalmente nueva y fue aprobada recién en 2019”, dijeron al programa Telenoche.
Pero en esta historia hay un sentimiento tan fuerte como el del agradecimiento de los padres. Y es el orgullo del padre de Santi, Rafael Maratea. Se trata de un reconocido orador motivacional del mundo empresarial argentino con una historia de superación de la adversidad de por sí emocionante, pero que encuentra, en la vocación solidaria de su hijo, una enorme recompensa: “Sin palabras. Un orgullo enorme como padre y como ser humano. Hoy Santi nos enseñó acerca de misericordia, amor y prójimo. Ojalá sirva para mejorar nuestro mundo”, expresó de su hijo.
Rafael fue criado por su padre porque su madre dejó el hogar cuando con su hermana eran niños. A los 20 años abandonó la casa paterna, e incluso llegó a dormir en la calle. En ese tiempo hizo de todo. Y le pasó de todo.
A finales del año pasado, en la fiesta de los Santos Inocentes, evocó uno de los episodios más traumáticos. Tenía 23 años. Su novia estaba embarazada y decidió abortar. “La decisión me acompañó toda la vida, a ella también”. La mujer, con la que no continuó la relación, lo contactó en 2019 para ver si recordaba la fecha del aborto porque necesitaba “sanar la herida”.
Pero al tiempo, como relató en su cuenta de Facebook, conoció a Mariana, la mujer de su vida. Ya tenía dos hijos, pequeños, de dos meses, mellizos. Había sido abandonada por su pareja. Y a ella también se le había presentado un escenario de aborto ante, como recordó, “una sociedad en contra que la señaló sin pensar”. Pero decidió seguir con el embarazo.
“Puedo decir que viví las dos historias. Una fue una bendición y la otra me martirizó gran parte de mi vida. Gracias Mariana por luchar por esos chicos, gracias por darme esas vidas, gracias por confiar en tus convicciones. Su vida fue plena a través de los mellizos y formamos una gran familia. Y todo nació en la decisión de seguir pese a tener todo en contra”, completó en su testimonio.
Rafael crió a los mellizos como sus propios hijos. Y con Mariana sumaron a la familia otros dos, entre ellos Santi. Como familia, enfrentaron un cáncer de Rafael que por primera vez lo atacó de joven y con muy bajas expectativas, y muchos avatares. Los fueron superando. Después de todo, él paso de trabajar en servicios de basura a ser un referente del liderazgo empresarial.
En 2019, falleció Mariana. Y Rafael salió adelante con sus cuatro hijos, entre ellos Santi, quien también, como él, logró canalizar muchas situaciones de dolor personal en esperanza para los demás.