“La Iglesia es una gran escuela de oración”. Este ha sido el tema de la catequesis del papa Francisco este miércoles, 14 de abril de 2021.
Desde la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, el Papa citó el Evangelio de Lucas, donde Jesús hace una pregunta dramática:
“Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿encontrará fe en la tierra?" (Lucas 18:8), o sólo encontrará organizaciones, como un grupo de "empresarios de la fe", todos bien organizados, haciendo caridad, muchas cosas..., o encontrará la fe?”.
La vida de una parroquia y de toda comunidad cristiana está marcada por los tiempos de la liturgia y de la oración comunitaria.
Ese don que en la infancia hemos recibido con sencillez, nos damos cuenta de que es un patrimonio grande y muy rico, y que la experiencia de la oración merece ser profundizada cada vez más (cfr ibid., 2688).
El hábito de la fe no es inmediato, se desarrolla con nosotros, también a través de momentos de crisis y resurrecciones.
El Papa subrayó que “no se puede crecer sin momentos de crisis. La crisis te hace crecer”.
Y la respiración de la fe es la oración: crecemos en la fe tanto como aprendemos a orar. Después de ciertos pasajes de la vida, nos damos cuenta de que sin la fe no hubiéramos podido lograrlo y que la oración ha sido nuestra fuerza.
No solo la oración personal, sino también la de los hermanos y de las hermanas, y de la comunidad que nos ha acompañado y sostenido. De la gente que nos conoce o a la gente que le pedimos que rece por nosotros.
"Rezar y trabajar en comunidad lleva adelante el mundo. ¡Es un motor!", explicó el Obispo de Roma.
También por esto en la Iglesia florecen comunidades y grupos dedicados a la oración, destacó.
Así, "en la Iglesia hay monasterios, conventos, ermitas, donde viven personas consagradas a Dios y que a menudo se convierten en centros de irradiación espiritual.
Pequeños oasis en los que se comparte una oración intensa y se construye día a día la comunión fraterna", indicó.
Todo en la Iglesia nace en la oración, y todo crece gracias a la oración, afirma el Papa Francisco.
"Cuando el Enemigo, el Maligno, quiere combatir la Iglesia, lo hace primero tratando de secar sus fuentes, impidiéndoles rezar.
Por ejemplo, lo vemos en ciertos grupos que se ponen de acuerdo para llevar a cabo reformas eclesiales, cambios en la vida de la Iglesia... Están todas las organizaciones, están los medios de comunicación que informan a todo el mundo... Pero la oración no se ve, no se reza. "Tenemos que cambiar esto, tenemos que tomar esta decisión que es un poco fuerte...".
Es interesante la propuesta, es interesante, sólo con la discusión, sólo con los medios de comunicación, pero ¿dónde está la oración?".
La oración - prosiguió el Papa - es lo que abre la puerta al Espíritu Santo, que es quien inspira a seguir adelante. Los cambios en la Iglesia sin oración no son cambios de la Iglesia, son cambios de grupo.
Y cuando el Enemigo -como dije- quiere combatir a la Iglesia, lo hace en primer lugar tratando de secar sus fuentes, impidiéndole rezar, y [haciendo que] haga estas otras propuestas.
Si cesa la oración, por un momento parece que todo pueda ir adelante como siempre, -por inercia-, pero poco después la Iglesia se da cuenta de haberse convertido en una cáscara vacía, de haber perdido el eje de apoyo, de no poseer más la fuente del calor y del amor.
Las mujeres y los hombres santos no tienen una vida más fácil que los otros, es más, ellos también tienen sus problemas que afrontar y, además, a menudo son objeto de oposiciones. Pero su fuerza es la oración, que sacan siempre del “pozo” inagotable de la madre Iglesia".
El Sucesor de Pedro explicó que las personas con la oración alimentan la llama de su fe, como se hacía con el aceite de las lámparas.
"Y así van adelante caminando en la fe y en la esperanza. Los santos, que a menudo a los ojos del mundo cuentan poco, en realidad son los que lo sostienen, no con las armas del dinero y del poder, sino con las armas de la oración".
La lámpara de la verdadera fe de la Iglesia estará siempre encendida en la tierra mientras exista el aceite de la oración.
Francisco indicó que la oración es ir más allá de las propias ideas. "Es lo que lleva la fe y lleva nuestra pobre, débil y pecadora vida, pero la oración la lleva con seguridad. Es una pregunta que debemos hacernos los cristianos: ¿Rezo? ¿Rezamos? ¿Cómo rezo? ¿Como los loros o rezo con el corazón? ¿Cómo rezo? ¿Rezo seguro de que estoy en la Iglesia y rezo con la Iglesia, o rezo un poco según mis ideas y dejo que mis ideas se conviertan en oración? Esto es una oración pagana, no una oración cristiana".
Repito: podemos concluir que la lámpara de la fe estará siempre encendida en la tierra mientras exista el aceite de la oración.
Y ésta - destacó el Papa - es la tarea esencial de la Iglesia: rezar y educar a rezar.
"Transmitir de generación en generación la lámpara de la fe con el aceite de la oración. La lámpara de la fe que ilumina, que realmente arregla las cosas como son, pero que sólo puede seguir con el aceite de la oración. Si no, se apaga.
Sin la luz de esta lámpara, no podremos ver el camino para evangelizar, es más, no podríamos ver el camino para creer bien; no podremos ver los rostros de los hermanos a los que acercarse y servir; no podremos iluminar la habitación donde encontrarnos en comunidad...Sin la fe, todo cae; y sin la oración, la fe se apaga. La fe y la oración, juntas. No hay otra manera.
Por esto la Iglesia, que es casa y escuela de comunión, es casa y escuela de oración", concluyó.