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Falleció Hans Küng: uno de los grandes y polémicos teólogos del siglo XX

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Miguel Pastorino - publicado el 07/04/21
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Su producción teológica se ha abocado especialmente a temas controvertidos en la fe católica, aunque su relación con Benedicto XVI fue cordial, y también fueron sólidas muchas de sus aportaciones

A los 93 años falleció este martes 6 de abril el teólogo suizo Hans Küng, conocido por ser uno de los grandes teólogos peritos del Concilio Vaticano II, junto a Ratzinger, Rahner, Congar, De Lubac, Chenu, Schillebeeckx y Danielou. 

Su producción teológica se ha abocado especialmente a temas controvertidos en la fe católica y su aporte es tan inabarcable como profundo y sólido.  Su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas. 

Hans Küng nació en 1928 en Suiza y fue ordenado sacerdote a los 26 años en 1954, llegando a ser profesor de teología en Tubinga a los 32 años. Coincidió con Ratzinger en la misma universidad, quien era un año mayor que él.

Conocido como el teólogo del papa Juan XXIII, la lista de sus publicaciones es incontable y el impacto de sus escritos fue y sigue siendo indiscutible. Ha sido una influencia fundamental en teólogos contemporáneos como Metz o Lehmann y su aporte al ecumenismo y el diálogo interreligioso sigue siendo una referencia obligada.  

Con el pasar de los años Küng ha asumido en profundidad tesis teológicas protestantes, profundizando en temas polémicos de la doctrina católica, como el celibato obligatorio, la ordenación sacerdotal de mujeres, la democracia en la Iglesia y especialmente se ha hecho famoso por su profunda crítica a la infalibilidad papal, apartándose de la ortodoxia y cuestionando cada vez más la doctrina oficial.

Popularmente ha aparecido durante décadas como el antagonista de Ratzinger, con quien ha sido muy crítico, especialmente durante el pontificado de Juan Pablo II. Entre ellos hubo siempre una mutua valoración de la solidez intelectual de cada uno, pero en cuestiones eclesiológicas estaban cada vez más lejos uno del otro. Sus visiones sobre la Iglesia se volvieron antagónicas. 

Sus obras más conocidas son “¿Existe Dios?”, “Ser cristiano” y “Proyecto de una ética mundial”. En esta última Küng propone que no habrá paz en el mundo sin paz entre las religiones y se necesita una ética global en la que todas las religiones dialoguen. Su lema era: “No habrá paz mundial sin paz entre las religiones, no habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones”.

Küng fue el fundador y presidente de la Fundación Ética Mundial que tiene su sede central en Alemania, aunque existe en otros países, promoviendo fundamentalmente el diálogo entre las religiones como base para los procesos que llevan a la paz mundial. 

Ratzinger y Küng se conocían desde jóvenes cuando eran profesores de teología dogmática en la Universidad de Tubinga. De hecho, Ratzinger fue recomendado por Küng en 1966 en dicha universidad.  Ambos coincidieron siempre en la necesidad del acercamiento de la Iglesia católica al mundo moderno y a las otras religiones y la influencia de ambos fue fundamental en los documentos del Concilio Vaticano II.

Pero ya a finales de los años 60 comenzaron a separar sus caminos. Mientras Ratzinger se preocupaba por el relativismo y la secularización de la fe, Küng profundizó en tesis liberales desarrollando una teología crítica hacia los dogmas.

En 1979 la Santa Sede le retiró la licencia para enseñar teología católica, debido en gran parte a sus publicaciones, especialmente su libro “¿Infalible?”. Pero se le permitió seguir trabajando como profesor emérito de teología ecuménica en la misma universidad.

La Congregación para la Doctrina de la Fe lo citó en 1975 para confrontar opiniones, pero nunca acudió. Su actitud se volvió cada vez más dura con el pontificado, especialmente contra Juan Pablo II, convirtiéndose Küng en la principal figura de la teología crítica al Magisterio, acusando al Papa de autoritario y contradictorio, pidiéndole incluso que renuncie. 

Recién en 2005 fue recibido por Benedicto XVI, su anterior colega, con quien mantuvo un diálogo cordial. Ambos reconocieron sus respectivas labores teológicas y no entraron en temas polémicos, mostrando un giro dialogante en las relaciones. En 2016 se conoció también un intercambio epistolar entre Hans Küng y el papa Francisco en un tono muy fraternal. 

Küng fue duramente criticado por su actitud crítica contra Juan Pablo II y por rechazar sistemáticamente el diálogo y el intercambio con la Santa Sede. Pero también fue siempre valorado por los papas, ya desde Pablo VI hasta Benedicto XVI.

Y fue muy  respetado por su sólida formación, su libertad de pensamiento y su preocupación por diversas cuestiones de actualidad en las que el teólogo suizo dejó una obra lúcida llena de análisis profundos y rigurosos. 

A pesar de las diferencias en diversas cuestiones doctrinales, el Papa Benedicto XVI reconoció públicamente el aporte intelectual del teólogo suizo al cristianismo y al pensamiento contemporáneo.

Su profundo conocimiento de la historia de las religiones, del diálogo interreligioso y de la filosofía de la religión, le permitieron realizar invalorables aportes al diálogo entre ciencia y religión, entre filosofía y teología y especialmente entre las diversas éticas laicas y religiosas. 

A quienes hemos leído una buena parte de su obra, no podemos dejar de reconocer que ha partido uno de los teólogos más admirados y polémicos de nuestro tiempo, que nos invita siempre a estudiar a fondo el misterioso y complejo mundo de las religiones y el diálogo riguroso y profundo entre filosofía, teología y ciencias. 

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