“Señor, que subiste al Calvario como cordero para el sacrificio, ilumínanos en esta noche oscura, para que no nos extraviemos en estos momentos difíciles. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos”, rezó el Papa Francisco.
A las 21:00 horas de esta noche, Viernes Santo, 2 de abril, el papa Francisco presidió el piadoso rito del Vía Crucis en el parvis de la Basílica de San Pedro, transmitido a nivel mundial.
El rito que recuerda la Pasión de Jesús por segunda vez en la historia se realizó casi sin fieles o procesiones multitudinarias debido a la pandemia.
Los textos de las meditaciones y las oraciones propuestas este año para el Vía Crucis del Viernes Santo se confíaron al Grupo Scout Agesci "Foligno I" (Umbría) y a la Parroquia Romana Santi Martiri di Uganda.
Las imágenes que acompañaron a las diferentes Estaciones eran dibujos realizados por niños y jóvenes de la Casa Familiar "Mater Divini Amoris" y de la Casa Familiar "Tetto Casal Fattoria”.
La Plaza de San Pedro vacía, estuvo iluminada apenas y el Obelisco central rodeado por velas marcando el sendero.
Presentes 13 cardenales y alrededor de 250 personas distanciadas y con mascarillas; en un lugar que puede acoger a más de 300.000 personas.
El camino de la Cruz corrió a cargo de niños y jóvenes, entre 6 y 19 años, para mantener viva la memoria de las catorce estaciones que recuerdan la Muerte del Señor.
Debido a la covid-19, es la segunda vez en más de medio siglo que el Vía Crucis no se se realizó en el Coliseo de Roma. En 1870, el rito se ha dejado de realizar y en 1929 se volvió a poner la cruz al lado de la arena.
Juan XXIII volvió a celebrar el Via Crucis en el anfiteatro en 1959. Pero no lo repitió más. Sucesivamente, Pablo VI en 1964 volvió a realizar la ceremonia en el Coliseo durante el Viernes Santo. Así, sucesivamente Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
En 2020, el Papa tuvo que desplazar el rito a la Plaza de San Pedro por la peor pandemia del siglo reciente.
Los escritos del Via Crucis, hablaron del sufrimiento, del dolor de los niños y de los jóvenes. Ellos con sencillez compartieron sus reflexiones por un mundo más justo y amoroso para todos, así como enseñó, “nuestro querido Jesús”, como lo llamaron todo el tiempo.
"Bajaron de la ambulancia unos hombres que parecían astronautas, vestidos con bata, guantes, mascarillas y visera, se llevaron al abuelo que tenía dificultades para respirar desde hacía algunos días.
Fue la última vez que vi al abuelo, murió pocos días después en el hospital, imagino que sufriendo también a causa de la soledad.
No pude estar cerca de él físicamente, decirle adiós y darle consuelo. He rezado por él cada día, así pude acompañarlo en su último viaje terreno".
La minimalista procesión comenzó cerca del obelisco, lo rodearon durante ocho estaciones y luego procedieron hacia al interno del círculo de velas, siguiendo cada estación, como pisando el cuadrante de un reloj que contaba regresivamente la Pasión del Señor; el sacrificio de un inocente hasta proceder a las sucesivas 4 estaciones.
Al final, algunos niños se acercaron al Papa como si nada, le saludaron. Francisco les tocó sus cabezas para bendecirlos e intercambiar algunos saludos.
