Eran soldados de una legión romana en el Asia Menor, los 40 mártires de Sebaste son ejemplo de valentía hasta el final
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La historia de los mártires de Sebaste -cuya fiesta se celebra el 10 de marzo- podría parecer sacada del guion de una película de romanos tipo Gladiator pero no. Los relatos de los Padres de la Iglesia y el impacto que causaron estos mártires ya desde que se conoció su heroicidad, son contundentes.
La Legión XII Fulminata era una legión romana encargada de la seguridad del Asia Menor, junto con la Legión XV Apollinaris. La formaban soldados a los que se conocía por su valentía. El nombre de “Fulminata” aludía a un relámpago y en esa etapa defendía la frontera oriental del Imperio.
En aquella época, concretamente en el año 313, el emperador Constantino promulgó el Edicto de Milán, por el que se permitía la libertad de culto religioso en el Imperio. Esto permitía por fin a los cristianos una vida distinta a las épocas de persecución.
Un perverso Licinio
Sin embargo, en Oriente ostentaba el poder fáctico Licinio, cuñado de Constantino, con fama de astuto y perverso.
Licinio afirmó que acataría el documento de Constantino, pero en la práctica no permitió el culto cristiano.
En el caso de los mártires de Sebaste (la actual ciudad armenia de Sivas), ordenó que 40 soldados de la Legio Fulminata que eran cristianos fueran arrojados a un lago helado.
Los soldados prefirieron la muerte antes que negar a Jesús como Dios.
La conmovedora historia del vigilante
Sin embargo, cuentan los narradores que uno de ellos, viendo que iba a morir, se echó para atrás y salió del lago.
Uno de los soldados no cristianos que vigilaba y observaba la escena, quedó conmovido al ver el heroísmo de aquellos hombres. Al presenciar la huida, Dios tocó su corazón y le hizo entrar en el lago para sustituirlo, mientras los soldados rezaban en voz alta: “Cuarenta, Señor, bajamos al estadio; haz que los cuarenta seamos coronados”.
Así pues, en el último momento, la conversión del corazón hizo que el soldado no cristiano muriera con el bautismo de sangre (la de su muerte siendo mártir).
Esto ocurrió en el año 320.
El ejemplo de los mártires perdura
A los 40 mártires los sepultaron en el Ponto (en la actual Turquía) y enseguida se extendió su culto entre los cristianos. Como ocurrió otras veces y había escrito Tertuliano un siglo antes, la sangre de los mártires se convirtió en semilla de nuevos cristianos.
San Gregorio de Nisa es uno de los autores que escribió esta historia, al igual que san Efrén.
San Josemaría Escrivá lo tomaba como un ejemplo de fraternidad entre los cristianos:
“Aquellos soldados fueron sumergidos, por cristianos, en una piscina de agua helada.
A punto de morir, rezaban: cuarenta hemos entrado en la batalla, cuarenta coronas te pedimos.
Uno de ellos se salió del agua y, entonces, el Espíritu Santo movió a uno de los perseguidores, que se metió allí para ocupar su puesto y ser testigo de Jesucristo.
Pues nosotros hemos de comportarnos igual con nuestros hermanos.”
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