La situación política impidió a papa Wojtyla llevar a cabo su anhelo. Ahora, el papa Francisco cumplirá esa misión en la tierra de Abraham.El gobierno de Irak no autorizó el viaje del papa Juan Pablo II. Quizás fue uno de los pocos países que no pudo visitar. Así como estaba previsto para inicios del año 2000. El país vivía el embargo, los vuelos estaban prohibidos y las autoridades iraquíes aseguraron que no era un buen momento.
El pontífice había expresado su voluntad de visitar los santos lugares bíblicos con motivo del Jubileo de la Iglesia Católica del año 2000. El objetivo era estrictamente religioso, como subrayó en ese entonces la Santa Sede.
Ahora, en continuidad con la cátedra de Pedro, será el papa Francisco el que cumplirá esa misión en la tierra de Abraham en marzo (5-8). Juan Pablo II se llevó este deseo a la tumba con serenidad al indicar que “todo era voluntad de Dios”.
Los otros lugares relacionados con la “encarnación del Verbo de Dios”, como él mismo escribió en su carta de junio de 1999, y que visitó fueron: el Monte Sinaí, donde Dios se reveló a Moisés (Egipto); Jerusalén y Nazaret (Israel); Belén (Palestina); Damasco (Siria) y Atenas (Grecia), dos ciudades recorridas por San Pablo, el apóstol de los gentiles.
La tierra de Abraham
¿Por qué visitar la tierra de Abraham? En efecto, Juan Pablo II quería ir a Ur de los Caldeos, ciudad donde, según la narración bíblica, Abraham oyó la palabra de Dios para hacer de él el instrumento de un designio de salvación.
Juan Pablo II escribió que el gran camino del Pueblo de Dios inicia en esa “tierra antigua”, que abarcaba “el futuro” de la alianza con todos los pueblos del mundo. “En Abraham ponen sus ojos no solamente los que se precian de ser descendencia física suya, sino también cuantos —y son innumerables— se consideran su descendencia « espiritual », porque comparten con él la fe y el abandono sin reservas a la iniciativa salvífica del Omnipotente”.
En efecto, se cree que el Jardín del Edén posiblemente estuvo en el antiguo Irak, pero ciertamente los famosos Jardines Colgantes de Babilonia y la Torre de Babel estaban ubicados allí.
Los judíos exiliados al antiguo Irak en los tiempos del Antiguo Testamento, como el profeta Daniel, experimentaron la gracia milagrosa de Dios; Daniel fue rescatado del foso de los leones y sus amigos del horno de fuego.
Un papa incómodo
El mensaje pacificador de Juan Pablo II era incómodo para las potencias de occidente y sus aliados. Estados Unidos, Israel y el Reino Unido querían que el Papa no viajará a Irak, pues consideraban esa visita un tender el puente del triunfo a la dictadura de Sadam Husein.
Una posible foto recuerdo del encuentro entre Juan Pablo II y el dictador sería inoportuna.
Sin importarle los vetos de los aliados, el Papa batió el puño y pidió a sus colaboradores de organizar el viaje y hacer lo posible porque él era el obispo servidor de la paz.
El cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado hizo gestiones con EEUU y la ONU para obtener el visto bueno. Pero, no lo consiguió con el gobierno de Bagdad.
Al respecto, el entonces portavoz del Papa, Navarro Valls dijo una frase que pasó a la historia: “Juan Pablo II irá tras las huellas de Abraham y no las de Sadam Husein”.
No obstante, nada calmó a los gobierno de Londres y Washington. Descartado Ur, al Papa viajó a Tierra Santa en peregrinación a los lugares vinculados con la salvación.
El Golfo Pérsico y la guerra en Irak
Juan Pablo II, protagonista de su tiempo (27 años de pontificado), hizo un llamamiento para evitar el derramamiento de sangre. “Nunca más la guerra”, gritó desde la ventana que San Pedro cuando pidió detener el conflicto del Golfo Pérsico en 1991.
Un papado que insistió en pisar fuerte la escena internacional difundiendo el Evangelio que invita a perdonar y rezar por los enemigos.
Así prosigue sus oraciones por la pacificación del mundo en llamas durante el Jubileo del 2000, puente no solo del siglo, sino del milenio.
El Papa venido desde ‘lejos’, debilitado físicamente, no se detuvo en la misión de denunciar que la guerra crea más injusticias.
Wojtyla vivió el horror del nazismo y el comunismo; reconocía en la guerra un escenario incierto para la humanidad, y para los cristianos que eran una minoría histórica en Irak.
De hecho, antes de la Guerra en el Golfo allí vivían 1,5 millones de cristianos, en nuestros días sobreviven apenas 300.000, según Ayuda a la Iglesia Necesitada.
En esa tierra se alimentó el leviatán deshumano y destructor, monstruo de varias cabezas, llamado Al-Qaeda, después, el Califato, el llamado Estado Islámico; entre fundamentalismo, odio y violencia feroz.
Encuentros de Asís
Los encuentros en Asís, con un alto valor ecuménico e interreligioso, fueron una vitrina para que el Papa polaco hiciera un llamado constante a la responsabilidad de las religiones para contribuir en la convivencia pacífica de los pueblos.
Juan Pablo II terminó por ser un referente mundial. Sus biógrafos lo llaman el místico con los pies en la tierra. Pues, al denunciar los horrores de la guerra estaba avisando al mundo de un odio inaudito y que crecía contra las minorías en Oriente Medio.
El pontífice alzó su voz contra la guerra del Golfo Pérsico (2 de agosto de 1990-28 de febrero de 1991) y, sucesivamente, le fue impedida la visita a la Ur de los caldeos. Juan Pablo II pidió a los presidentes Saddam Hussein y a George Bush ahorrasen al mundo “los horrores de un conflicto”.
La guerra es una derrota
“La guerra siempre es una derrota de la humanidad”, argumentó el líder de la Iglesia Católica que criticó la guerra de Irak (2002/2003) del entonces presidente estadounidense, George Bush.
Ahora, el viaje del Papa Francisco vuelve a reiterar el mensaje de su predecesor santo. Francisco visitará la tierra del patriarca del Antiguo Testamento, Abraham, reconocido como el padre de la fe en un Dios por judíos, cristianos y musulmanes.
La vista a Ur renueva esa búsqueda. El lugar, que data del 6000 aC, se encuentra en un antiguo curso del Éufrates y es uno de los sitios más antiguos de Irak. El Papa Francisco participará en un encuentro interreligioso en ese lugar simbólico.
Te puede interesar:
Cuando el Crucifijo y Juan Pablo II dieron una señal a los cristianos en Irak