Desde el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) se reclama una respuesta planificada a nivel regional para atender el tema de la migración desde Venezuela Está ubicada en el altiplano andino y tiene una población de poco más de 1500 habitantes. Sin embargo, en los últimos días la pequeña localidad chilena de Colchane, en zona de frontera con Bolivia, ha despertado el interés de los medios de comunicación a nivel internacional.
El motivo, nada nuevo para muchas personas que conocen y trabajan en la zona, tiene que ver con el constante flujo de migrantes venezolanos que ni la pandemia del coronavirus logró frenar.
Efectivamente, según concuerdan diversos sectores, entre ellos el propio SJM, la crisis migratoria ha dado lugar a la consolidación de una “crisis humanitaria” en esa zona fronteriza de América Latina.
Es que recientemente, desde el pasado 1 de febrero, el “ruido” se vio alimentado por la continua llegada mayoritaria de migrantes venezolanos, así como la muerte de dos migrantes –en este caso un venezolano y un colombiano- en una zona donde lo climático (bajas temperaturas) también juega su partido.
Alerta humanitaria
Estos episodios, entre otros, han agudizado el llamado de quienes pretenden mayores controles ante los ingresos irregulares entre países en medio de la pandemia. Además, el reclamo de falta de infraestructura para atender el flujo de migrantes.
Pero también ha movilizado a quienes han visualizado una situación alarmante en cuanto a las personas que buscan un futuro mejor lejos de su lugar de origen.
Un ejemplo de esto ha sido el sacerdote David Vargas, conocedor de la realidad del norte de Chile en cuanto al tema migratorio, quien en diálogo con BBC Mundo describió lo que ha estado pasando en esa zona fronteriza.
Maltratos y xenofobia
“Estamos ante una alerta humanitaria. Esto ya sobrepasó cualquier límite. La cantidad de venezolanos, bolivianos y hasta peruanos que ingresan por pasos no habilitados es enorme”, expresó Vargas.
Para el sacerdote, la decisión de persecución y condena a las personas que atraviesan esta situación ha contribuido al maltrato y la xenofobia.
“Ahorita estoy viendo mucha xenofobia en contra de los migrantes que están llegando. El ataque hacia los migrantes es alarmante. Yo mismo he tratado de ayudar a los venezolanos y me han agredido, pero al final ya estoy acostumbrado a esto”, señala.
“Esta gente ahora necesita la solidaridad de todos nosotros”, agrega.
Mientras esto acontece, el temor al avance del coronavirus predomina y genera más reacciones adversas para los involucrados.
Una respuesta planificada
Por último, la expresión del propio SJM a través de su directora en Chile, Waleska Ureta.
“Esta migración va a seguir mientras no se resuelvan los problemas en ese país (Venezuela). La respuesta no solamente es desde Chile, debe ser mancomunada, planificada regionalmente, con los países donde está llegando este flujo alto de personas desde Venezuela”, expresó en entrevista con ADN Hoy.
Para Ureta el endurecimiento de medidas no resuelve el problema, pues en la zona persiste una “crisis humanitaria” que “no se puede resolver solo desde el punto de vista migratorio”.
No obstante, también recuerda que las personas que atraviesan esta situación en su mayoría lo hacen de “manera forzada y desesperada”.
“Es un desafío que como país vamos a tener que enfrentar, el elevado número de irregularidad. Esto no va a cesar mientras la crisis no se resuelva (…) Es relevante que la ley esté a la altura. Las leyes de migración deben ser dinámicas también, para ir enfrentando las distintas coyunturas que van sucediendo”, agregó.
Te puede interesar:
América del Sur y una propuesta de corredor humanitario para migrantes