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¿Cómo fue la vida religiosa de los católicos en Auschwitz?

fotografie więźniów w muzeum Auschwitz wykonane przez Wilhelma Brasse
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Esteban Pittaro - publicado el 27/01/21 - actualizado el 27/01/23
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El sacrificio de los católicos de Auschwitz desde las redes sociales: El recuerdo de los cientos de miles de víctimas y también sobrevivientes de su horror

Las redes sociales del Museo de Auschwitz, por cuyas víctimas se conmemora hoy el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, logra dar recuerdo permanente con sentido y vida aún desde lo que fue epicentro de una de las mayores tragedias de la humanidad.

No se trata de canales de un Museo sólo dedicados al itinerario actual con el que se convoca a perpetuar la memoria del Campo de Concentración; sino al recuerdo de los cientos de miles de víctimas y también sobrevivientes de su horror. Todo a través de un archivo fotográfico y documental excepcional, libremente compartido y claramente reseñado. Las redes sociales del Museo de Auschwitz son en sí, un museo gratuito permanente y abierto las 24 horas.

COMMUNION
@AuschwitzMuseum
Bolsa en la que se escondía la Comunión en Auschwitz

Cada rostro tiene nombre y apellido

Aunque para esta jornada, en particular, se pusieron de manifiesto fotos de la alegría de los supervivientes al ser liberados, en contraste también con el horror de los que no lo lograron, en general cada rostro presentado en Twitter o Facebook por el Museo tiene nombre y apellido, y reseña biográfica. E incluso un registro que va muchos más allá de la fotografía protocolar tomada por los nazis al ingresar al Campo.

Marion Elrich, por ejemplo, cumpliría años el 27 de enero. Nacida en Berlín en 1928, fue trasladada en noviembre de 1942 a Auschwitz. Fue una de las cerca de un millón de personas judías asesinadas en el campo. Y el Museo la recuerda con una foto de su alegre juventud:

El padre Wincenty Rozmus

En muchos otros casos, sólo cuentan con las fotos de ingreso al centro, pero igual se reseña con la mayor precisión posible el rostro de las víctimas, como el caso del padre Wincenty Rozmus, sacerdote católico recibido en Auschwitz el 16 de enero de 1943, fallecido el 25 de febrero de ese mismo año.

El repaso de las víctimas católicas que hace el Museo no excluye a algunos que ya han sido beatificados y canonizados por la Iglesia, como el beato Roman Sitko o san Maximiliano Kolbe. De cada uno recuerdan su número de prisionero, y cuando es posible, rescatan un detalle biográfico. En el caso del padre salesiano Józef Kowalski, por ejemplo, se recuerda que fue ahogado en un barril de excrementos por negarse a pisotear su rosario.

El Museo también tiene un apartado de su sitio que repasa los detalles del clero cristiano y la vida religiosa en Auschwitz, frecuentemente evocado en las redes, e incluso asocia un sacerdote como uno de los primeros 100 ingresados en Auschwitz, ya que el padre Stanisław Węgrzynowski figura como el prisionero número 90.

Monjes capuchinos, franciscanos, jesuitas, y también numerosas religiosas. De hecho, se aprende en el Museo, entre las primeras mujeres en ser trasladadas al Campo se encontraba la hermana trinitaria Maria Cäcilia Autsch, en vías de beatificación. Fue la prisionera 512. Sorprende la alegría en su rostro al ser fotografiada por los funcionarios nazis. Fue detenida por haber hecho un comentario crítico sobre Hitler.

Misas secretas y confesiones a espaldas de los nazis

Las redes sociales del Museo también dan cuenta de lo que fue la vida religiosa de los católicos detenidos en el Campo. Y documentan testimonios de algunas misas secretas celebradas por los sacerdotes, e incluso de confesiones que escuchaban, también a espaldas de los nazis. Incluso el Museo tiene registro de una cartera dentro de la cual se distribuían hostias consagradas para que los reclusos católicos puedan recibir el cuerpo de Cristo. Según recogen del testimonio de una sobreviviente del Bloque 11, ingresaban por esa vía de manera clandestina a las barracas.

También se suelen compartir testimonios de laicos comprometidos, como Konstanty Kempa, un soldado de la resistencia que en una carta escrita a sus padres poco antes de ser asesinado confiesa haber podido reconciliarse con Dios en el campo, e incluso recibido la comunión en el año nuevo.

Las redes sociales del Museo de Auschwitz son un llamado permanente a no olvidar, como advirtió el Papa, que “estas cosas pueden volver a suceder”, y que la vida, independientemente de su raza, sexo, religión, es un don maravilloso que ha de ser protegido y resguardado.

Como en el Campo, en las redes sociales se funden los testimonios y fotografías de judíos y católicos. Oportunidad para recordar, como pide el Papa: “Recordar es una expresión de humanidad, recordar es signo de civilización. Recordar es condición para un futuro mejor de paz y fraternidad”.

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