Todos los ámbitos de nuestra vida, seamos adultos o niños, requieren un orden, no solo la disposición de cosas materiales, sino también la organización de nuestros actos e ideas.
El orden es un gran valor que hay que cultivar desde pequeños. Junto con otras cualidades, ayudará a los niños a conseguir muchos de los objetivos que se propongan y a poder resolver de forma eficaz las distintas situaciones de su vida.
Ordenar la habitación
Da igual que se trate de una habitación o de toda una casa. Las cosas están ahí para nosotros y tenemos que saber buscar qué relación mantenemos con ellas. A veces, el equilibrio entre nosotros y las cosas se rompe y se hace necesario lograr una organización que nos sirva para operar de manera práctica y que el orden se mantenga solo.
Por lo tanto, el orden puede plantearse a los niños no como una carga, sino mediante el desarrollo de rutinas a partir de las cuales los pequeños sean capaces de interiorizar hábitos de orden. Con esta metodología, ellos percibirán el orden como algo sencillo, cotidiano y necesario para estar bien con lo que les rodea.
Además, mantener el orden en la habitación ayudará a los niños a ser más autónomos, más responsables e incluso más libres, ya que introduce en su cerebro la sabiduría de que en la vida hay momentos de juego, de rutina y de orden. Cada cosa a su debido tiempo y según ciertas reglas.
Mantener el orden, cada cosa en su sitio
El orden se refiere a la buena disposición de las cosas entre sí y a saber poner cada una de ellas en el lugar que le corresponde.
Durante la infancia, unos de los mejores maestros para nuestros hijos somos los padres. De nuestros actos les quedarán muy grabadas la necesidad de no estar siempre ociosos y la responsabilidad de ayudar en lo que fuera necesario. Los niños aprenden por imitación, los detalles menudos de orden material.
Como primer requisito, podemos establecer con nuestros hijos la premisa de lo que cuesta tener algo. Nuestras pertenencias han de durar el mayor tiempo posible, como consecuencia de no abandonarlas o tratarlas de manera irresponsable.
Algunos consejos
Ante todo, transmitamos la importancia de hacer las cosas a su hora y con alegría, a pesar de la circunstancia en que nos encontremos. Si los niños aprenden a ser sinceros y leales a lo que se han comprometido, llegarán mucho más lejos. Aprenderán a santificar desde pequeños los gestos ordinarios de cada día.