Muchas veces tu pareja no necesita respuestas, consejos o soluciones, sino que la escuchen, para poder así desahogar todo lo que lleva dentro
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Cuando un matrimonio tiene problemas y trabajas con familias con conflictos es bastante común escuchar estas frases que desvelan la necesidad que tienen muchos de sentirse escuchados.
- ¡Mi marido no me entiende! ¡Mi marido no me escucha!
- ¡Parece que todo lo mío le da igual!
- ¡Siento que soy el último en esta casa!
Son frases que a todos nos suenan y que seguramente más de uno ha repetido alguna vez en su vida.
¿Por qué resuenan tanto estas palabras?
Los seres humanos tenemos necesidad de ser escuchados.
Necesitamos saber que lo que nos preocupa, incomoda o angustia es entendido por la persona con la que compartimos nuestra vida, por nuestro marido o nuestra mujer si estamos casados, por nuestros padres si vivimos en casa con ellos, o por nuestros familiares o amigos más cercanos si vivimos solos o compartimos piso.
¿Qué ocurre? Muchas veces esa necesidad de escucha no es interpretada como tal y esas personas, bien porque no se han parado a ello, bien porque no se lo hemos transmitido, no han sabido acoger como necesitábamos eso que queríamos transmitir, no han podido acompañarnos en esa necesidad que teníamos de que fuera acogida.
Esto, aparentemente tan sencillo, genera muchos conflictos en el día a día, ya que puede ser el origen de muchas discusiones, malentendidos o incluso rencores familiares.
Escucha activa
El otro día pude poner en práctica la escucha activa con un matrimonio que se encuentra en un momento de dificultad en su relación precisamente por un problema de comunicación entre ellos, fundamentalmente porque sus anhelos no expresados, sus expectativas no transmitidas, han sido el origen de una frustración acumulada, en la que no hay entendimiento porque no hay acogida de esas necesidades que cada uno lleva dentro.
El verbo escuchar, según la RAE es:
1. tr. Prestar atención a lo que se oye.
2. tr. Dar oídos, atender a un aviso, consejo o sugerencia.
3. intr. Aplicar el oído para oír algo.
4. prnl. Hablar o recitar con pausas afectadas
Es escucha atenta el que de manera gestual la persona que te oye te manifiesta que atiende y está en modo activo a tus palabras, indicándote con su cuerpo y con su mirada que lo que estás diciendo le importa, lo acoge, porque para ti, que estás hablando, es importante.
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Desahogarse
Quizás en ese momento no necesites respuestas, consejos o soluciones, sino solo eso, que te escuchen, para poder desahogar todo lo que llevas dentro.
A veces es más importante escuchar que hablar. Sacar tiempo para escuchar a quienes más queremos puede ser un ejercicio de caridad con el prójimo, en esta vida de estrés y falta de tiempo que nos come.
La gente necesita hablar porque necesita sentirse escuchada, necesita sentir que lo que lleva dentro merece ser oído porque para él, para ella, es importante.
Y en esa escucha será donde podamos conocer de manera más íntima a nuestra gente:
- A nuestra esposa, que cuando se queja de que no la escuchamos, lo que nos está pidiendo a gritos es que necesita sentirse querida.
- Si nuestro hijo adolescente se queja de que estas Navidades no va a poder salir en Nochevieja, nos está diciendo que necesita más que nunca ese calor humano que le brindan sus colegas.
- A ese amigo que a través de las redes vemos que proyecta una cosa pero que sabemos que en el fondo es el reflejo de una realidad que quizás le gustaría vivir y no se atreve a contarlo, porque en el fondo se siente muy solo y no quiere dar pena.
Acompañar
Tengo la enorme suerte de escuchar en el Instituto Coincidir muchas historias de personas que necesitan sacar y resolver sus dificultades, sus conflictos familiares.
Y te aseguro que muchas veces no hay que decir nada, solo acompañar a esa persona en aquello que necesita contar, para poco a poco ir avanzando en esa realidad que les pesa, para, a través de técnicas concretas de resolución de conflictos ir resolviendo esas necesidades y esos miedos que traen.
Pero el primer paso es dar esa confianza a través de una escucha adecuada para que puedan volcar esas preocupaciones.
Un ejemplo inspirador
Estos días de Navidad tenemos un claro ejemplo en la Sagrada Familia, cómo San José escuchó lo que se le pedía sin hacer oídos sordos y cómo la Virgen a lo largo de su vida, escuchaba la Palabra y guardaba todas esas cosas en su corazón.
Quizás estos días podemos practicar la escucha activa en nuestras familias. No hace falta nada más que preguntar: ¿cómo estás? Con una mirada cálida y un tono amable. Si la persona a la que se lo preguntas nota esa cercanía y esa ternura e interés en lo que le pasa, el resto viene solo.
Necesitamos hablar, sí, pero necesitamos que se nos escuche, como Jesús escuchó a los discípulos de Emaús ( Lc 24, 13-25).
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