Hay mil posibilidades de convertir nuestra vivienda en un lugar confortable, y no solo por lo material. Transforma tu casa en hogarLos datos económicos revelan que en multitud de países la pandemia ha originado un mayor gasto en aspectos materiales relacionados con la casa. La razón más obvia es que antes pasábamos poco tiempo entre las paredes de nuestra vivienda, y de golpe nos hemos confinado y encerrado entre las cuatro paredes.
Esto ha supuesto volver a poner los ojos en posibles arreglos que habíamos ido demorando: una mano de pintura, ese cambio del sofá que ya pedía a gritos la jubilación… Hay quien ha vuelto a abrir la caja de herramientas para liquidar asuntos pendientes y hay quien ha recordado que no se le daba mal el bricolaje y ahí se ha enfrascado en montar un armario nuevo.
Con el confinamiento también es posible que nos haya sido necesario modificar los usos de la casa: crear un espacio de trabajo o para las clases virtuales de los hijos…
Más allá de lo material
El caso es que la pandemia nos ha orientado la mirada hacia algo más profundo: la familia a la que tal vez le dedicábamos poco tiempo antes, sin querer, pero porque las prisas y una urgencia casi constante nos “expulsaba” a vivir fuera lo más posible.
La oportunidad de mejorar
Con la covid-19 han llegado muchos problemas pero también grandes oportunidades, y una de ellas es cuidar el hogar y la familia. No estamos hablando solo de renovar las sábanas sino de poner cariño en lo más importante: los nuestros.
Decía santa Teresa de Calcuta, la querida Madre Teresa: “Si no se vive para los demás, la vida carece de sentido”.
Las cosas pequeñas
¿Cómo puedo cuidar a los de mi casa a partir de ahora? Comencemos por algo muy sencillo y que está al alcance de la mano: las cosas pequeñas.
No hace falta dinero
No estamos hablando de algo que cueste dinero: cuidar las cosas pequeñas es gratis y puede lograr cambios maravillosos en nuestro entorno doméstico.
Da los buenos días.
Ten este detalle cada mañana al levantarte, puede cambiar la perspectiva.
Piensa antes de hablar.
Evitarás los prontos y las malas contestaciones.
Que nunca les falte tu sonrisa.
Aunque no tengas ganas, es un gran sacrificio que hace la vida muy agradable a los de alrededor. Con este gesto de empatía, animarás al resto a luchar (aun en tiempos de incertidumbre como los que estamos viviendo) y se sentirán queridos (que es el mayor motor para que todo funcione en una familia).
Recuerda la frase de san Josemaría: “Un pequeño acto, hecho por Amor, ¡cuánto vale!” (Camino, n. 814).
Da gracias.
No cedas al acostumbramiento de creer que “no hace falta porque hay confianza”. A todos nos gusta y nos ayuda un gesto de agradecimiento. El mismo papa Francisco anima a que los matrimonios vivan estas tres palabras: “permiso, perdón y gracias”.
Detalles que hacen amable la vida ordinaria.
Deja preparado algo que necesite la otra persona: su café, su desayuno, las pastillas y un vaso de agua…
Haz pequeños órdenes.
Recoge lo que otros han desordenado sin quejarte y sin pedir aplausos. La chaqueta tirada, el cuarto de baño, los vasos usados y sin lavar en la cocina, los zapatos o zapatillas, pon la ropa sucia en el cubo… No se trata de hacer una maratón del orden al estilo Marie Kondo, sino sencillamente contribuir a mantener la casa de forma que esté confortable para todos.
Pon una imagen de la Virgen.
Tenerla cerca nos ayudará a vivir una vida más espiritual en medio de las ocupaciones diarias. Nos recuerda que Dios nos acompaña siempre y nos ama. Y nos ayudará a mejorar el carácter, a pedir perdón, a saber hacer de nuestro día un ofrecimiento al Señor.
Muchos de esos detalles no los ve nadie y es posible que ni los aprecien (aparentemente), pero:
1.Los ve Dios. A fin de cuentas es por quien hacemos las cosas y Él sí valora nuestro esfuerzo de amor.
2. Nos hace crecer en fortaleza y en espíritu de sacrificio, así que estamos mejor preparados para sacrificios mayores que tal vez nos tocará hacer.
3. Haces más agradable la vida de tu familia. No importa si tenéis un apartamento de alquiler, un adosado o un castillo: lo que sí estarás construyendo es un hogar.
“Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor” (Mt 25, 21)