Haití está sumida sumida en una espiral de violencia e inestabilidad que, unida a las catástrofes naturales que se han cebado sobre su territorio, lo están llevando “directo al abismo”A principios del mes de septiembre, la Conferencia de Obispos Católicos de Haití, a raíz del asesinato de Monferrier Dorval, presidente del Colegio de Abogados de Puerto Príncipe Príncipe, condenó la “inseguridad endémica, la violencia de las bandas armadas que afligen al país, sembrando muerte, duelo, aflicción, desolación y miedo en el familias”.
Este pequeño país caribeño, el primero en la región en lograr su Independencia, está, desde hace mucho tiempo pero particularmente en los últimos años, sumido en una espiral de violencia e inestabilidad que, aunada a las catástrofes naturales que se han cebado sobre su territorio, lo están llevando “directo al abismo”. “Lamentablemente, esta realidad se ha convertido en la vida cotidiana de la población que ahora vive en estado de shock, con trauma, rabia, indignación, revuelta y preocupación”, decían los obispos hace en septiembre.
Los asesinatos, los secuestros, los robos, la rapiña y la inacción de las autoridades “son un ataque extremo y grave a la vida, que así se banaliza, pero también un ataque a la justicia, al derecho, a la paz, a la convivencia social, a la convivencia para la construcción de una sociedad justa, fraterna, armoniosa y pacífica”, aseveran los prelados haitianos.
“El país se hunde en la oscuridad y las autoridades permanecen indiferentes, con los brazos cruzados, sin hacer nada (…) Ya no podemos seguir adelante. La población pacífica y civil está cansada. La gente se ha cansado de la retórica vacía, las falsas promesas y las indagaciones infructuosas”, subrayan.
Y pedían entonces (siguen pidiendo ahora, mes y medio más tarde) que se actúe de inmediato con acciones concretas y contundentes para erradicar definitivamente la inseguridad y la impunidad que aumentan la miseria y la desesperación puesto que “el país se hunde en la oscuridad del estancamiento económico, el sufrimiento y la desesperación”.
Un sacerdote: el caso más reciente
Desgraciadamente, el llamamiento de los obispos haitianos ha caído en tierra estéril. Y la violencia continúa. Tocó ahora el turno al padre Ronald Sylvain, miembro de la Congregación del Inmaculado Corazón de María (CICM), conocidos como misioneros de Scheut, quien fue secuestrado por individuos armados el pasado martes 10 de noviembre en la ciudad de Delmas.
Según la agencia noticiosa Vant Bèf Info (VBI), un órgano de prensa independiente que agrupa a periodistas profesionales de Haití y del extranjero, la Conferencia Religiosa Haitiana imploró a los secuestradores que liberen al sacerdote sano y salvo y pidió a los fieles que se unieran en oración con este fin. “¡Por favor, libren al padre Sylvain!”, es el llamamiento de los religiosos que enfrentan la situación en Haití, lanzado el jueves 12 de noviembre.
Desgraciadamente, en este país caribeño, el país más pobre de América y uno de los más pobres del mundo, con el puesto 144 medido por su Producto Interno Bruto, el secuestro se ha convertido en una “industria”. Los criminales que secuestraron al padre Ronald exigieron, en principio, 5 millones de gourdes (la moneda haitiana), pero, finalmente, han “rebajado” el costo de la libertad del misionero en 500.000 gourdes.
La Congregación a la que pertenece el padre Sylvain en la dificultad de recaudar tal suma apeló al entendimiento y la compasión de los secuestradores para que el sacerdote pueda volver a su ministerio. Según una información que llegó a la redacción de VBI, el sacerdote fue secuestrado en la zona de “Gran Ravin”.
El padre Sylvain reside en la Casa Central de la Congregación del Inmaculado Corazón de María. Por su parte, la Conferencia de Religiosos de Haití pidió a todos los fieles que hagan una cadena de oraciones para que el sacerdote pueda recuperar su libertad sano y salvo.