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Este domingo la Iglesia católica celebra la Jornada Mundial de los Pobres.
Instituida durante el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, esta iniciativa espera hacernos más conscientes de que, en palabras del papa Francisco, "los pobres están y estarán siempre con nosotros para ayudarnos a acoger la compañía de Cristo en nuestra vida cotidiana" (cf. Jn 12,8).
Todos hemos sufrido en algún momento una u otra forma de pobreza: desde la falta de vivienda, comida y atención médica, hasta la falta de cercanía física o espiritual.
¿Cómo podemos extender nuestras manos y corazones a todos aquellos que sufren alguna forma de pobreza en este momento?
Algunas sugerencias:
1. Puedes recolectar biblias, preferiblemente nuevas, o comprar tarjetas de navidad, sellos y sobres y enviarlos al capellán católico de la prisión de hombres o de mujeres de tu ciudad. De esta manera, los prisioneros tendrán un mayor acceso a la Palabra de Dios y les motivarás a contactar a sus familias durante los próximos días festivos y no se sentirán tan abandonados.
2. Compra alimentos y llévalos a la despensa de alimentos de una parroquia local, o al refugio de los sin techo o al albergue de quienes sufren violencia doméstica.
3. Con cualquier donación que hagas a los pobres de la calle o a los que están sin techo, dales también una estampita con una oración; de esta manera también te preocuparás por sus vidas espirituales.
4. Crea una reunión en Zoom o Google Meet e invita a familiares y amigos semanalmente a leer y a reflexionar sobre el evangelio dominical haciendo la siguiente pregunta: ¿qué nos dicen las lecturas del Evangelio en relación a lo que estamos viviendo hoy?
5. Reza el Rosario por los recién fallecidos en tu parroquia y escríbele una carta a tu párroco advirtiendo que lo has hecho. Así el podrá informarle a la familia del difunto y ellos no se sentirán tan solos durante el luto.
6. Dibuja, junto con tus hijos, tarjetas de navidad y envíalas a la residencia de ancianos de tu localidad o a una casa de retiro de religiosos, así sus residentes recibirán un poco de felicidad.
7. Ayuda a algún vecino anciano o enfermo en algo que sepas que necesita: hacerle la compra, llevarle algún dulce o alguna revista,...
8. Pregunta a tus amigas embarazadas o a los feligreses de tu parroquia si te permiten ser un ‘padrino o madrina de oración’ de sus hijos y reza tres Avemarías diarias por el nacimiento saludable de sus bebés (si te parece más prudente, reza por esas madres y por sus bebés en secreto).
9. Asegúrate de que nadie en tu casa coma solo o coma viendo la televisión; las familias necesitan comer y rezar juntas.
10. Apoya con alimentos a Caritas o a la Sociedad de San Vicente de Paúl de tu localidad. Si no hay una asociación benéfica en tu zona, ¡sé valiente y comienza una!
11. Escribe tarjetas de agradecimiento y envíelas a personas que estén ofreciendo algún servicio local. La gratitud los animará a seguir.
12. Di sí, a la llamada de Dios a dar toda tu vida al servicio de los pobres, convirtiéndote en sacerdote, misionero o religioso consagrado. ¡Cristo te necesita!
Por Martín I. Esguerra-López