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El papa Francisco afirmó que la esperanza cristiana no sucumbe a pesar de las tumbas frías de un cementerio, pues es un regalo gratuito de Dios.
Lo dijo durante la misa de Conmemoración de todos los fieles difuntos presidida en la pequeña iglesia del Pontificio Colegio Teutónico de Santa María, dentro del homónimo cementerio al interno de las murallas del Vaticano, el 2 de noviembre de 2020.
"Pablo nos dijo que la esperanza no desilusiona, yo no veo el más allá", pero hay está la esperanza eterna.
Lo dijo en referencia a la Carta de San Pablo a los Romanos - 6-3-9: "La muerte ya no tiene poder sobre" Cristo.
Pidamos tener esperanza
"Esta certeza es un regalo de Dios. Porque nunca podríamos tener la esperanza con nuestra propia fuerza. Debemos pedirla: la esperanza es un regalo gratuito que nunca merecemos, se da, se dona, es la gracia".
En su homilía, afirmó que la esperanza de los fieles consiste en ir al encuentro de Jesús, ‘ancla de salvación’: "El propósito de la esperanza es ir a Jesús". ‘Y al que venga a mí no lo echaré fuera’.
El Papa exhortó a los fieles a vivir agarrados con sus manos y todas sus fuerzas a la "cuerda" del "ancla de la salvación" que lleva hasta el cielo y "no desilusiona".
Pensemos en los fallecidos
Asimismo, pidió pensar en quienes fallecieron desde la esperanza cristiana:
Las palabras de Francisco, pronunciadas sin hojas en la mano, también estuvieron inspiradas en el enfermo, vencido y moribundo Job.
Él tenía la certeza de la salvación divina y pensaba en ella "en los momentos de alegría y en los malos momentos, en los momentos de la muerte”.
"Y esta es la fuerza que nos da la esperanza, este don gratuito que es la esperanza", concluyó Francisco: "Que el Señor nos la dé a todos".
Al final de la celebración eucarística el Obispo de Roma se detuvo en oración ante las tumbas del cementerio.
Luego fue a las Grutas de la Basílica Vaticana para un momento de oración en privado, por los Pontífices fallecidos.