Los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael tienen un mensaje que te llenará de alegría estés en la circunstancia que estésEl 29 de septiembre se celebra la fiesta de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Para algunos podría parecer esta fiesta como algo de poco valor práctico. ¿Qué ayuda nos pueden brindar estos seres espirituales? Y si dan algún tipo de ayuda, ¿cómo se da esto en nuestra vida del día a día?
Juan Pablo II ya advertía que la esperanza es, tal vez, el reto más grande a las puertas de este nuevo milenio.
Y creo que en estos tiempos de pandemia, de serios y graves desafíos para nuestra vida en todo aspecto -familiar, laboral, social y espiritual-, la humanidad experimenta este gran desafío de no perder la esperanza.
El papa Francisco, en su exhortación Apostólica La Alegría del Evangelio, nos alertaba que “no dejemos que nos roben la esperanza”.
En este mismo sentido, el papa Benedicto XVI, en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Sydney en 2009, nos invitaba así a ser buscadores de la gran esperanza:
“Esta esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que por nosotros mismos no podemos alcanzar. Por eso, una de las consecuencias principales del olvido de Dios es la desorientación que caracteriza nuestras sociedades, que se manifiesta en la soledad y la violencia, en la insatisfacción y en la pérdida de confianza, llegando incluso a la desesperación”.
Por lo anterior, te invito a que descubras la gran ayuda que estos tres arcángeles te pueden dar en este gran camino de la esperanza, y a abrir tu vida a horizontes nuevos y plenos de existencia.
Comencemos por decir, tal como lo señalaba Benedicto XVI, que la gran esperanza sólo puede ser Dios en su Hijo Jesucristo, quien es la única esperanza.
“Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza” (Spe Salvi, 3).
Es este conocimiento de Dios, del Dios único y verdadero, al que te llevan los santos arcángeles. Un conocimiento que no es solo un contenido de información, sino un conocimiento que cambia la vida.
Es diferente la vida de quien conoce a Dios, quien ha tenido una experiencia con Dios, que lo ha descubierto en su corazón como un Padre bueno y misericordioso, de la de aquel que no la ha tenido. Dios cambia nuestras vidas.
Recordemos que Juan Pablo I enseñaba que la esperanza cristiana nace de la confianza en tres verdades:
1. Dios es todopoderoso
2. Dios me ama inmensamente
3. Dios es fiel a sus promesas (cfr. Audiencia del 20 de Septiembre de 1978).
Partiendo de estas tres verdades es como podemos afrontar el presente, aun en momentos difíciles, pues nos permite ver la meta final que da sentido, valor, y que justifica toda nuestra existencia.
De estas tres verdades son portadores san Miguel, san Gabriel y san Rafael. Ellos, junto con todos los santos ángeles, han escogido, en el momento de la prueba, a Dios como Bien Supremo y definitivo.
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Juan Pablo II en la Audiencia del 23 de Julio de 1986 lo explica así:
“Haber escogido a Dios significa que se han vuelto a Él con toda la fuerza interior de su libertad, fuerza que es amor. Dios se ha convertido en el objetivo total y definitivo de su existencia espiritual”.
Ellos han conocido y han aceptado que Dios es todopoderoso, que Dios los ama y que es fiel.
Sin embargo, estos tres arcángeles de manera particular son los portadores de estas tres grandes verdades en las que se deposita nuestra esperanza.
San Miguel Arcángel
Su nombre, ¿Quién cómo Dios?, fuerza de Dios, señala hacia la primera verdad: Dios es todopoderoso. Nadie puede hacer lo que sólo Dios puede hacer.
San Miguel viene a manifestar que el brazo todopoderoso de Dios está sobre nosotros, que nos cuida y, al mismo tiempo, nos capacita para ejercitarnos en el bien, aún cuando las circunstancias sean difíciles o adversas.
Y es que la fuerza de San Miguel conlleva la fuerza de la irradiación de Dios sobre toda la creación y sobre cada criatura en particular, especialmente el hombre.
Invocar a San Miguel es invocar esta fuerza del Bien de Dios, invocar su amor y su presencia sobre la creación entera.
San Rafael arcángel
Su nombre significa “medicina de Dios”. San Luis Gonzaga escribe de este glorioso arcángel: “Rafael, así llamado en razón de los actos de caridad que realizó en favor del anciano Tobit y de su hijo”.
Es el ángel que manifiesta cuánto Dios me ama inmensamente. En este sentido, es el ángel de la activa caridad que nos mueve a realizar actos de caridad: “buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia que la riqueza con iniquidad. Mejor es hacer limosna que atesorar oro” (Tb. 12,8).
Y es que la limosna es una expresión concreta de la caridad, así como una escuela de la generosidad del amor, que recuerda el primado de Dios, y nos lleva a redescubrir a Dios como un Padre bueno.
Así mismo, es este arcángel el protector del amor entre el hombre y la mujer: cura el amor.
“Expulsa los demonios que, siempre de nuevo, desgarran y destruyen su amor. Purifica el clima entre los dos y les da la capacidad de acogerse mutuamente para siempre” (Benedicto XVI, 29 de Septiembre de 2007).
Dentro de las obras de san Rafael, se encuentra el curar la ceguera, especialmente la ceguera respecto a Dios, que es amor.
San Gabriel
La tercera verdad: Dios es fiel, es mostrada por san Gabriel Arcángel. Este arcángel, cuyo nombre significa “Fuerza de Dios”, o también “Dios es mi fortaleza”, es el mensajero de la manifestación de la fiabilidad de Dios: Jesús, hijo de Dios, se hace hombre.
De esta manera, este arcángel es el que anuncia el “sí” definitivo de parte de Dios, anuncia al que viene para la salvación de los hombres, al que asume nuestra naturaleza para restaurarla, y devolverla a su dignidad primera, que se había perdido.
Es el ángel que le dice a Maria al momento de la anunciación: “No temas”, y que continua diciéndonos “no tengas miedo, Dios está contigo”. Es el ángel que anuncia que el reino de Cristo no tendrá fin, y es esto el motivo de la gran esperanza.
Así mismo, el libro del profeta Daniel, nos muestra al arcángel Gabriel como aquel que explica el sentido de la visión que tuvo el profeta (cfr. Dn. 9,21).
Gabriel, anticipó la pasión y muerte de Nuestro Señor, que es la mayor prueba de la fiabilidad del amor de Cristo, su amor indefectible por cada uno de nosotros, que lo ha llevado a dar su propia vida para salvarnos.
“En este amor, que no se ha sustraído a la muerte para manifestar cuánto me ama, es posible creer; su totalidad vence cualquier suspicacia y nos permite confiarnos plenamente en Cristo” (La luz de la fe, 16).
Sin embargo, esta presencia de este arcángel no llega hasta la muerte de Cristo. De acuerdo a la tradición, san Jerónimo, cuya fiesta también celebramos en este mes, menciona que al producirse la resurrección de de Nuestro Señor, “Gabriel viene al encuentro de María…”.
Así que este glorioso arcángel es mensajero de la total fidelidad de Dios que se manifiesta en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
Guía, protección, fortaleza
Descubrir esta presencia y misión de los santos arcángeles, me parece lo más consolador para nuestra vida: el sabernos guiados, protegidos, fortalecidos por estos queridos amigos espirituales.
Ellos constantemente, en todas nuestras idas y venidas, en todos nuestros caminos, nos están mostrando y señalando una meta alta, hermosa, bella, que sostiene y mantiene toda nuestra labor y fatiga, por ardua que ella sea.
Que estos grandes y queridos amigos, san Miguel, san Gabriel y san Rafael, nos ayuden a cada uno de nosotros, y de manera especial a ti, apreciado lector, a descubrir la gran esperanza, que es Dios.
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