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El bullying, o acoso escolar, es un problema que ya lleva muchos años tratándose en el ámbito escolar en todo el mundo que afecta a miles de niños con sobrepeso, u obesidad, y otros trastornos alimentarios.
Hablamos de bullying o intimidación cuando ocurre una agresión repetida en la que una persona tiene la intención de dañar o perturbar a otra persona y puede adoptar diversas formas, tales como golpes, insultos, chismes, y exclusión social.
El bullying en la escuela es un fenómeno generalizado, un problema real que tiene un impacto negativo en la salud mental de los niños, en el funcionamiento escolar y en su comportamiento alimentario.
Cualquier forma de acoso escolar puede desencadenar en los niños problemas importantes en su alimentación.
Por supuesto, lamentablemente hay ‘acoso’ en el trabajo, en el grupo de amigos y hasta en el círculo familiar por comer saludable.
Este problema social, no ocurre solo en la infancia sino también en la vida adulta. Tal vez si buscas en tu memoria, puedas recordar alguna vivencia de ello. Por ejemplo, saliste con tus amigos, y pediste una bebida alcohólica en vez de un café, agua o zumo solo para no escucharlos reírse de lo que prefieres beber.
O cuando decidiste priorizar tu salud y comenzaste a cuidar tu alimentación, a comer sano, a bajar de peso, pero cada vez que ibas a una reunión familiar o con amigos no paran de decirte: “Dale, come esto es solo por hoy, no vas a engordar por eso…” o despectivamente la frase “déjalo, ¡no come porque está a dieta!”.
En el ambiente escolar muchas veces sucede lo mismo, sí los niños llevan de merienda fruta, o agua en vez de zumo, algo casero en lugar de una bollería, otros niños se burlan.
Cuando un compañero presenta sobrepeso u obesidad también se burlan, le dicen "gordo" y muchas cosas más, entonces debemos preguntarnos como padres ¿qué está sucediendo? ¿Qué valores le estoy transmitiendo a mis hijos?
Así cómo también es importante saber reconocer si mi hijo está viviendo algo así y la manera de ayudarlo y de prevenirlo.
El bullying puede afectar de distintas maneras la alimentación de los niños, ya sea favoreciendo el sobrepeso y la obesidad; o fomentando a la aparición de trastornos alimentarios o descuidando alguna patología que presente como puede ser una alergia alimentaria, enfermedad celíaca, diabetes, entre otras.
Se estima que entre 2015 y 2016, 1 de cada 3 niños sufre sobrepeso u obesidad, según la encuesta de NAHNES (de la traducción del inglés- Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición) de Estados Unidos, y continúa aumentando rápidamente en casi todos los países del mundo, sin signos de desaceleración.
El sobrepeso y la obesidad son patologías que no solo presentan complicaciones físicas a corto y largo plazo en los niños, sino que también generan una estigmatización, quedando en una situación de vulnerabilidad frente a sus pares.
Por otro lado, estudios dicen que los hábitos de vida poco saludables pueden favorecer al aumento de peso, esto perjudica su autoestima, queda expuesto a burlas en el colegio, afectando su estilo de vida conduciendo a conductas obesógenicas como, por ejemplo, evitar las actividades sociales, deportes, darse atracones de comida por estrés.
Por ello es fundamental intervenir lo antes posible cuando nos demos cuenta de que algo de lo mencionado anteriormente le pueda estar ocurriendo a nuestro hijo.
Recordar que cuando los niños no quieren comer una vez no pasa nada, no obligarlo, sino solo esperar a que tenga hambre, es el único estímulo que se debe utilizar para que un niño sano se alimente. De otra manera podemos generar que coma por ansiedad, o aburrimiento o asocie a la comida como una solución a algún problema emocional que este atravesando.
Por supuesto que un niño puede presentar trastornos alimentarios (bulimia, anorexia, atracones) debido a múltiples factores, desde una predisposición biológica o factores de personalidad, pero los expertos dicen que siempre debe haber un hecho que lo desencadene como puede ser una perdida, un cambio de colegio, o incluso el bullying.
Por otro lado, investigadores de las escuelas de Medicina de las universidades de Duke y Carolina del Norte, dicen que los agresores de los niños que han sido maltratados también pueden sufrir trastornos alimentarios.
Así lo concluyeron después de seguir a 1.420 menores, de entre 9 y 16 años. En el caso de los agresores, el 30,8% de ellos presentó bulimia, comparado con el 17,6% que se observó en quienes no se vieron envueltos en este tipo de episodios.
Se ha visto también intimidación a niños que sufren algún tipo de alergia alimentaria, según un estudio de revisión publicado en Journal of Paediatrics and Child Health.
Esto es debido a que estos niños deben seguir dietas restrictivas, en la que tienen que eliminar algunos alimentos de su dieta y tener ciertos cuidados con otros para evitar reacciones alérgicas que afecten su salud.
Los niños pequeños por lo general pueden sentir un mayor estrés, ansiedad porque deben estar atentos a evitar comer algo que no pueden, a la vez esto les puede conducir a el aislamiento social o generar burlas y rechazo por parte de sus compañeros.
En el estudio se muestra que una forma de intimidación frecuente es, por ejemplo, tocarles con el alimento al que son alérgicos o contaminar su comida de forma intencionada con el mismo.
Educar en valores a nuestros hijos, es fundamental darle el ejemplo de que debemos respetar al otro como es, no hacer sentir mal a un compañero con palabras o gestos que le lastimen porque a él o a ella tampoco le gustaría que se lo hicieran.
Decirle que si se siente mal por alguna burla en el colegio no dude en decírselo a su profesor y a los padres para ayudarle.
En el caso que el niño presente obesidad es muy importante que comience un tratamiento para evitar posibles complicaciones en su salud a mediano y largo plazo, incentivarlo a realizar deportes, a comer saludable.
Si el niño tiene alguna alergia alimentaria o es celiaco o diabético es fundamental avisar al profesor, enseñarle los cuidados que debe tener. Es recomendable realizar alguna charla en la clase del niño para que sus compañeros conozcan sobre la enfermedad y generar empatía.