El Vaticano defendió su libertad y atribuciones ante Chávez al nombrar al cardenal Urosa como arzobispo de Caracas
A 15 años del nombramiento del cardenal Jorge Urosa Savino al frente de la Arquidiócesis de Caracas, el purpurado revela detalles inéditos de aquella designación hecha por el papa Juan Pablo II, en diciembre de 2004; y ratificada por Benedicto XVI, el 19 de septiembre de 2005
“Chávez me veía como un adversario político”, relata el cardenal Jorge Urosa Savino, al recodar algunos episodios ocurridos hace 15 años y hasta ahora no conocidos, acerca de su nombramiento como el XV arzobispo de Caracas por parte del Papa Juan Pablo II, el 13 de diciembre el 2004, y luego ratificado por Benedicto XVI, el 19 de septiembre de 2005, investidura que, sin embargo, fue vetada durante casi un año por el entonces presidente de Venezuela Hugo Rafael Chávez Frías.
Razona que esto ocurrió “debido a declaraciones mías publicadas en El Nacional el 26 de octubre del 1998, criticando la violencia verbal que él (Chávez) utilizaba en la campaña electoral. Y por haberme opuesto también a la convocatoria a la Constituyente”, asegura el ahora arzobispo emérito de Caracas.
“De hecho, en su alocución a nosotros los Obispos en la visita que como Presidente electo él dispensara el domingo 10 de enero de 1999 a la Conferencia Episcopal en nuestra Asamblea Ordinaria, fui el único Obispo atacado por él, y dos veces”, agrega.
De manera que el camino no fue fácil para la aceptación del entonces arzobispo de Valencia, como titular de la Arquidiócesis de Caracas, por parte del gobierno de Chávez. “Ese proceso fue largo, debido a la importancia de la sede caraqueña, y al cuidado que la Santa Sede pone en designar un nuevo Obispo, especialmente de una Arquidiócesis como Caracas, la más poblada y compleja de Venezuela”, escribe.
Explica que en el Convenio entre la Santa Sede y el Estado Venezolano suscrito en 1963 y ratificado en 1964, el presidente de la república puede vetar el nombramiento de un obispo designado por el Papa. Chávez hizo uso de ese veto entre diciembre de 2004 y septiembre de 2005, cuando reconoció el nombramiento hecho por el Vaticano.
“Ha sido la única vez en 57 años de vigencia del Convenio hasta hoy que se procedía de esa manera abusiva. No había objeciones de carácter político general que lo justificaran”, escribe Urosa, trayendo a la memoria lo ocurrido con el cardenal José Humberto Quintero, quien tuvo que esperar hasta siete meses para que su designación también en Caracas, fuese aceptada por el presidente Rómulo Betancourt, en 1960.
Sostiene que la posición de Chávez Frías en el año 2005, fue “vencida finalmente por la Santa Sede, sin claudicar y sin súplicas indebidas”. A decir del Purpurado: “la Iglesia hizo valer su autoridad, independencia, libertad y atribuciones, y fui legítimamente nombrado Arzobispo de mi querida ciudad natal e Iglesia de bautismo”.