Yo soy, desde el punto de vista neutro, la quinta hermana de nueveCuando las personas hablan de su familia, a menudo se refieren a su posición entre sus hermanos, cosa que puede despertar el extraño desacuerdo sobre qué posición es preferible. La ciencia ha respaldado incluso algunos hechos, como que los hermanos mayores son los más inteligentes (ejem, ejem, ¡discrepo!), que los pequeños están mimados y colmados de atención y que los hermanos del medio, directamente, caen en el olvido. De hecho, es tan duro el papelón que le cae a los hermanos del medio que tienen incluso su propio síndrome, el del niño sándwich, el del hijo de en medio.
Pues bien, según mi propia investigación supercientífica (preguntar a todos los hijos medianos que conozco) y según mi experiencia personal de haber nacido magníficamente la número cinco de una progenie de nueve, me atrevería a defender que ser el hijo mediano es, de hecho, una posición muy privilegiada. Y estos son los motivos: