Los primeros de la “generación de la pandemia”, les llamó el arzobispo de Los Ángeles (EE.UU.)
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Ocho sacerdotes fueron ordenados el sábado 8 de agosto en Los Ángeles (California). Se trató de una ordenación histórica. No por el número de nuevos sacerdotes, sino porque se realizó afuera de la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles. Al aire libre. Lo que nunca había sucedido.
Ceremonias como ésta atraen a una gran cantidad de fieles, comenzando por los familiares de los ordenados. Esta ocasión, acatando las estrictas ordenanzas del Estado de California, donde el virus ha golpeado duramente a la población, solamente pudieron ser admitidas cien personas, a distancia, con mascarilla y con una X en el piso para la hora de la Comunión. Otra novedad: fueron 70.000 los fieles que siguieron en línea la ordenación.
El arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez dijo que los ocho ordenados (que van de los 31 a los 58 años de edad) marcan un momento histórico pues en la arquidiócesis más populosa de Estados Unidos, la que concentra el mayor número de católicos en ese país, son los “primeros sacerdotes de la generación de la pandemia”.
Muy lejos de la solemnidad de las ceremonias de ordenación, ésta estuvo amenizada con el sonido del intenso tráfico vehicular de la autopista aledaña, los helicópteros de la policía, las restricciones de la pandemia… Samuel Mesa, padre del nuevo sacerdote Michael Mesa, bromeó: “Lo único que faltaba era una marcha de protesta”.
Además de Mesa, se ordenaron Thomas Park, Filiberto Cortez, Louie Reyes, Danny García, Jonathan Nestico David, Justin Oh y Manuel Ramos. El ritual de la imposición de manos por parte del arzobispo también estuvo marcado por los signos de los tiempos. El prelado estuvo acompañado de un envase de gel antibacterial que le era vertido después de cada imposición.
En el medio de la adversidad
“Hermanos míos, ustedes son los primeros sacerdotes de la generación de la pandemia. Y desempeñarán un papel importante en la curación y reconstrucción de nuestra sociedad por parte de la Iglesia, a raíz de esta enfermedad mortal que ha arrasado con muchas de nuestras certezas y seguridades”, dijo en su homilía el arzobispo Gómez.
Más adelante, en un sentida homilía jalonada por el sonido de una urbe gigantesca, que no se detiene, el arzobispo Gómez –quien fue ordenado sacerdote en 1978—les dijo a estos ocho nuevos sacerdotes que deben “ser Jesús” para su pueblo.
“No solo cuando proclamas su Palabra, o celebras los sagrados misterios en el altar. Pero en todas las cosas. Habla de su amor, comparte su sabiduría y conocimiento. Cuenta las historias de su vida. Trata de ser un ejemplo vivo de su tierna misericordia”.
Finalmente, señaló: “El sacerdocio es muy importante, no solo para la Iglesia, sino también para el mundo entero. Todo sacerdote es un signo del amor de Dios, un signo de que todavía está trabajando en el mundo, todavía lleva a cabo su plan de redención. Hoy, nuestro Señor envía a estos hombres para que sean mensajeros de su amor misericordioso, administradores de sus santos misterios y maestros de la verdad sobre Dios y la santidad y dignidad de la persona humana”.
Filiberto, Daniel, Michael, Jonathan, Justin, Thomas, Manuel y Louie no tuvieron otro remedio que postrarse boca abajo en el duro cemento de la plaza frente a la inmensa Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles, bajo una enorme carpa y escuchando el sonido de los helicópteros de una policía como la angelina, que está a diario en alerta máxima. Fue su primer sacrificio en una histórica jornada.
El segundo, apenas poder recibir desde lejos la felicitación y los abrazos de sus seres queridos. Son tiempos de pandemia. Incluso en las ordenaciones sacerdotales.
Con información de Ángelus