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El médico que, Rosario en mano, ora por sus pacientes y es instrumento de Dios

NESTOR RAMIREZ
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Lucía Chamat - Aleteia Colombia - publicado el 03/07/20
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Una fotografía del médico Néstor Ramírez rezando el Rosario es un símbolo de fe en medio de la situación que vive Colombia, un país que sufre por la pandemia y carece de un sistema de salud adecuado para atenderla. Como es habitual en medio de sus jornadas de trabajo, el médico anestesiólogo Néstor Ramírez Arrieta aprovecha cualquier oportunidad para orar con el Rosario y así captaron su imagen en una clínica de la ciudad de Cartagena.

“Él cómo muchos médicos, soportan turnos interminables, y una presión emocional muy fuerte que muchos no seríamos capaces de resistir. Aún así en momentos cortos de descanso, saca su rosario y se entrega a la oración. Aunque diferimos de la manera de adorar y orar ¿Alguien duda que DIOS no escucha esta oración?”.

Con esta emotiva leyenda acompañó la fotografía del doctor Ramírez el pastor evangélico Luis Alberto Gallego, publicación que ha sido compartida y comentada por miles personas en redes sociales.

 

 

“No lo dudo, Dios escucha nuestras plegarias, a Él lo que más le agradaba era sanar enfermos y soy testigo diariamente su presencia. Él actúa a través de mis manos, le pido que utilice mi ministerio de sanación, más ahora que atravesamos por una situación tan difícil”, dijo con toda convicción a Aleteia el médico Ramírez, uno de los tantos profesionales que luchan por salvar vidas en un país en el que la crisis en su sistema de salud se ha agravado con el covid-19.

En Colombia han fallecido 3.641 personas por coronavirus y más de 106.000 se han infectado según informe oficial del dos de julio, día en que fueron reportados 4.101 nuevos casos.

La situación no es fácil porque sus recursos hospitalarios son insuficientes, la pobreza obliga a muchos de sus habitantes a salir para conseguir el sustento familiar y otros no acatan las medidas de prevención. Cartagena es una de las ciudades más golpeadas por el virus: cerca de 8.600 contagiados y 344 fallecidos.

“No temas, yo estoy contigo”

En este difícil contexto, los médicos, enfermeros y todos los profesionales de la salud son un grupo muy vulnerable, no solo por los riesgos de contagio, también por las deficiencias laborales y operativas del sistema de salud colombiano y por la incomprensión de ciudadanos que los han estigmatizado, llegando al extremo de amenazarlos de muerte y agredirlos.

Consciente de esta situación, sale a trabar diariamente el doctor Ramírez a la Clínica Madre Bernarda –de la comunidad de Hermanas Franciscanas– pero con la tranquilidad de estar protegido por las mejores armas: la oración, la Eucaristía, el Rosario, la Sangre de Cristo y los sacramentales. Sus días transcurren entre tensiones, lucha por salvar vidas, precauciones, pacientes recuperados, el milagro de la vida y oración permanente.

“Hace algunos días tuve que realizar una traqueostomía en la sala COVID. Es la segunda vez que siento un gran temor en la pandemia, pero también una gran esperanza. Después de ingresar por un laberinto, ser vestido por dos personas, tener dos overoles, caretas, guantes y tapabocas, realizamos el procedimiento, uno de los que más contagios produce en el equipo médico. Si la gente tuviera la oportunidad de ver esos cuadros, no saliera a la calle, no aceleraran la reapertura de sectores económicos y tuviera más cuidado”, contó a Aleteia.

Al salir, el médico aprovechó que la sala de espera estaba vacía y tomó una de las lecturas bíblicas disponibles, el mensaje de Dios fue claro y contundente: “No temas, yo estoy contigo”, suficiente para fortalecerlo y darle la tranquilidad para seguir operando.

Cada turno de 24 horas y cada cirugía son oportunidades de oración para el doctor Ramírez: “Muchos pacientes, a pesar de la anestesia general, me han manifestado que han sentido algo espiritual, una sensación difícil de describir. Cuando los veo vulnerables, oro por ellos y ellos lo sienten. Es Dios actuando a través de mis manos”.

Él ha sido testigo de milagros en las salas de cirugía, como el caso del bebé de 4 meses con una malformación congénita en el cráneo, que debió operar una mañana sin tiempo para prepararse:

“Es una cirugía poco común en la que los especialistas desarman el cráneo y el paciente sangra mucho. Lo único que pude hacer media hora antes fue revisar un artículo e irme al Sagrario a decirle a Dios que tomara el control. El niño no sangró, despertó y me dedicó una sonrisa angelical, ahí supe una vez más que Dios se paseó por ese lugar”.

Un caso similar lo vivió con otro niño a quien operaron por laparoscopia de un tumor biliar y no despertaba después de la cirugía; luego de un examen de gases arteriales para ver el estado de cada célula se determinó que tenía muerte cerebral. “Para mí fue terrible, le dije a Dios que no permitiera que mi ministerio quedara truncado y pedí oración a mi esposa y sacerdotes amigos”, al mismo tiempo le dijo al médico intensivista: “Aplica tus conocimientos que Dios tiene el control de todo”. Para la gloria de Dios del niño despertó al día siguiente y aunque lo debieron intervenir nuevamente, hoy goza de buena salud.

 

El Rosario, compañero fiel

La vida de Néstor Ramírez se divide en dos: antes y después de conocer a Cristo. Su caminar espiritual desde hace 18 años le permite evangelizar mientras aplica la ciencia. No ha sido fácil, al principio algunas personas le hacían bromas y le pedían la bendición, pero poco a poco sus compañeros de trabajo se dieron cuenta que es un hombre de fe.

“Después de una crisis familiar y una vida mundana, tuve la oportunidad de sentir cara a cara a Dios en un día de soledad. Comencé asistir a grupos de oración, me dejé guiar por asesores espirituales, volví a la Eucaristía, empecé a estudiar la vida de la Virgen María y le fui cogiendo amor al Rosario, compañero fiel en mi vida profesional hasta el punto que rezo entre 5 y 10 cada día”, asegura.

Las oraciones de su esposa, María Bernarda López, ayudaron a su conversión y hoy, con 36 años de matrimonio, caminan de la mano de Dios, quien sostiene a su familia, compuesta además por sus tres hijos y un nieto.

Néstor no se ve alejado de un quirófano: “A pesar de las dificultades para ejercer mi profesión, seguiré ayudando a tantos enfermos que imploran misericordia porque yo trabajo para Dios y no para los hombres. Voy a seguir hasta donde Él me dé fuerzas”.


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