Su nueva película cumple su cometido: entretener al público infantil
Podríamos definir la carrera de Kenneth Branagh como director dividiendo sus intereses entre lo artístico y lo comercial, entre las películas personales y los blockbusters espectaculares, entre el cine con alma y el cine impersonal. Su filmografía va de Henry V a Artemis Fowl pasando por Thor, Jack Ryan, Cenicienta y las estupendas novelas-fórmula de Agatha Christie (sin olvidarnos de sus remakes ni su excéntrica revisión de Frankenstein). Se pueden decir muchas cosas de su labor como cineasta, pero no que el rumbo de sus proyectos sea previsible.
En su cine personal, artístico, con películas que nos dejan satisfecho, encontraríamos sus adaptaciones o nuevas revisiones shakespeareanas (Henry V, Mucho ruido y pocas nueces, Hamlet, Trabajos de amor perdidos, Como gustéis; e incluso ese pequeño e interesante biopic sobre los últimos días de William Shakespeare titulado El último acto), pasando por pequeños largometrajes sin ambiciones y sin recurrir a las obras clásicas (pensemos en Morir todavía, Los amigos de Peter y En lo más crudo del crudo invierno). Ésa es la faceta de Branagh como artista.
Su parte comercial, como hemos apuntado, va del remake a las nuevas adaptaciones de personajes célebres del cómic, de la literatura y de los best-sellers (aquí entrarían La huella, Thor, Jack Ryan: Operación Sombra, Cenicienta y Artemis Fowl). Pero luego hay películas en las que logra que ambas facetas cohabiten: pensemos en Frankenstein y Asesinato en el Orient Express, que funcionan como raros cruces entre su veta personal y su orientación comercial.
Entre Asesinato en el Orient Express y Artemis Fowl (sendas adaptaciones de los universos literarios de Agatha Christie y de Eoin Colfer) Branagh rodó, ya lo hemos apuntado, El último acto (All is True), un filme modesto y pequeño en el que el propio actor interpretaba al dramaturgo de Macbeth en los días en que trataba de volver a unir lazos con su familia.
Quizá para recuperarse del batacazo económico de ésta, que no ha visto nadie aunque desde aquí la recomendamos, haya aceptado hacerse cargo de la franquicia de Artemis Fowl, protagonista de una saga de novelas juveniles, quien se enfrenta a trolls, elfos, hadas, duendes y enanos con unas intenciones malignas que distan de ser las habituales de los cuentos que se les narran a los niños.
Artemis Fowl comienza con las enseñanzas de un padre (Colin Farrell) a un hijo (Ferdia Shaw). Ambos comparten el mismo nombre y una mansión donde incluso cuentan con mayordomo. Y ambos poseen cerebros privilegiados para el aprendizaje y las tecnologías.
Cuando secuestran al padre, será el hijo quien tenga que hacerse cargo de salvarlo, aunque ello suponga enfrentarse a las hadas y otros bichos que se ocultan del mundo para que los humanos no sepan que existen más allá de los cuentos y de las fábulas. Durante los escasos 90 minutos que dura el filme veremos peleas con trolls, vuelos de criaturas, goblins y centauros, un enano gigante capaz de excavar en la tierra como un topo…
Todo lo necesario para que los niños se diviertan y se entretengan mientras los adultos alzan una ceja preguntándose qué es todo aquello. Porque para los adultos, como digo, es una película despojada de fuerza, como si su director la hubiera rodado con el piloto automático.
Pero cumple su cometido inicial porque los más pequeños pasan un buen rato mientras nosotros tratamos de encontrar al auténtico Branagh en dos o tres secuencias bastante notables. Si tiene éxito, funcionará como prólogo o apertura de una saga con intenciones de tomarle el relevo a Harry Potter.
Ficha Técnica
Título original: Artemis Fowl
País: Estados Unidos
Director: Kenneth Branagh
Guión: Conor McPherson & Hamish McColl (basado en el libro de Eoin Colfer)
Música: Patrick Doyle
Género: Aventuras / Fantasía / Cine familiar
Duración: 95 min.
Reparto: Ferdia Shaw, Lara McDonnell, Josh Gad, Tamara Smart, Nonso Anozie, Judi Dench, Colin Farrell, Nikesh Patel, Adrian Scarborough