Cuando la adopción acerca a Dios

Aunque el patrón de los niños adoptados es san Guillermo de Rochester, del siglo XII, las familias que han adoptado o vayan a adoptar pueden invocar a otros santos o beatos con motivo de su vida edificante.

Santa Serapia (muerta en 126) y santa Sabina (muerta en 127) tuvieron una relación adoptiva poco habitual. Serapia fue criada por padres cristianos. Tras su muerte, se sintió llamada a consagrarse al Señor; entonces, vendió todos sus bienes y se entregó como esclava a la pagana Sabina para que se convirtiera en su maestra. Conquistada por su propia esclava, Sabina liberó a Serapia y la adoptó como hija. Después del martirio de Serapia, Sabina la enterró y ella misma fue martirizada al año siguiente en Roma.

Santa María de Edesa (muerta en 371) nació en una familia noble en Siria. Quedó huérfana a los 7 años y fue adoptada por su tío, el ermitaño san Abraham Kidunaia (267-366). Sin embargo, huyó y, para sobrevivir, se prostituyó. San Abraham partió en su búsqueda, abandonando su ermita por primera vez en veinte años porque su pequeña necesitaba de él. Pagó por pasar la noche con María, luego fue a su habitación y se hincó de rodillas, suplicándole entre lágrimas que volviera a casa. Gracias a este amor paternal que le mostró el amor del Padre, María aceptó y empezó, a su vez, a hacer milagros ella misma, dando testimonio de la inmensa misericordia de Dios.

Santo Tomás Moro (1478-1535) es célebre por su amor paternal, y sus cartas a su hija mayor están entre sus escritos más hermosos. Sin embargo, el abogado martirizado por el rey Enrique VIII fue también padrastro y padre adoptivo. Cuando la nodriza de su hija mayor murió poco después del destete de Margaret Moro y de su propia hija, Margaret Giggs, los Moro adoptaron a la pequeña. Después tuvieron tres hijos más antes de la muerte de la primera mujer de Moro. Poco después se casó de nuevo y crió a la hija de su segunda esposa como la suya propia. Cuando Moro fue martirizado en 1535, su hija adoptiva Margaret Giggs fue la única familiar que asistió a su ejecución.

Los beatos Juan y Magdalena Minami (1568-1603, 1560-1603) fueron un matrimonio japonés de la clase de los samurái. Adoptaron al sobrino de Juan, san Luis Minami (1596-1603) y toda la familia fue martirizada: Juan por decapitación y su mujer y su hijo por crucifixión.

El venerable Pierre Toussaint (1766-1853) nació en la esclavitud en Haití, pero fue llevado a Nueva York y luego liberado. Se convirtió en peluquero y, junto a su mujer, en un filántropo importante de la sociedad neoyorquina. Aunque la pareja no tuvo hijos biológicos a lo largo de sus 40 años de matrimonio, adoptaron a la sobrina de Pierre tras la muerte de su madre, tuvieron muchos niños como familia de acogida y compraron la libertad de decenas de esclavos.

San Marcos Chong Ui-Bae (1794-1866) perdió a su primera mujer al inicio de su matrimonio y vivió como viudo durante muchos años antes de conocer el Evangelio y hacerse católico. Después de su conversión, volvió a casarse. Incapaces de concebir, él y su segunda esposa adoptaron al sobrino de él. Cuando la persecución estalló en Seúl, Ui-Bae ayudó a otras personas a escapar para buscar refugio, pero él mismo fue capturado y martirizado. 

San Juan Yi Mun-u (1810-1840) nació en Corea en una familia católica noble. Cuando quedó huérfano a los 5 años, una mujer católica lo adoptó y finalmente lo animó a casarse. Tras la muerte de su esposa y sus dos hijos, dedicó el resto de su vida a servir a la Iglesia, en particular a sacerdotes misioneros. Arriesgó su vida al enterrar a los sacerdotes martirizados y él mismo fue capturado y ejecutado.

Eurosia Fabris (1866-1932) era todavía joven cuando una vecina murió dejando a sus dos pequeñas hijas. Después de seis meses de ayuda ocupándose de las niñas, Eurosia se sintió llamada a adoptarlas. Se casó con su padre, adoptó a las niñas, después tuvo seis hijos más con su marido y adoptó otros tres. También llamada Mama Rosa, era célebre por su notable vida de oración, pertenecía a la Tercera Orden franciscana y era famosa también por la calidad de su vida cotidiana y la cantidad de sus hijos, muchos de los cuales entraron en distintas órdenes.

Luis Beltrame Quattrocchi (1880-1951) fue adoptado con 11 años por un tío y una tía sin hijos. Aunque permaneció cerca de su familia biológica, asumió el apellido familiar de sus padres adoptivos y se mudó a Roma con ellos. Allí conoció a la mujer que se convertiría en su esposa, la beata María Quattrocchi (1884-1965). Se casaron, tuvieron cuatro hijos y llevaron una vida bastante ordinaria con una fidelidad remarcable.