Netflix produce el debut cinematográfico de Alan Yang
Si uno busca en el catálogo de Netflix olvidándose de los títulos más sonados, más consumidos y más rebosantes de estrellas, puede encontrar otra clase de películas menos conocidas, quizá minoritarias, pero que se apartan de lo habitual y del mainstream. En su labor de búsqueda puede utilizar revistas de cine o, simplemente, servirse de la intuición: distintos caminos para alcanzar una misma meta.
Hoy vamos a recomendar Tigertail, un filme que, en principio, tal vez no llame la atención porque casi todo su reparto está integrado por actores chinos aquí desconocidos (salvo una colaboración mínima de la actriz Joan Chen, casi un cameo) y porque el cartel sólo muestra a un niño corriendo por el campo, de espaldas al espectador.
Pero, aunque no llame la atención, supone una grata sorpresa dentro del catálogo de la plataforma. Es una historia sobre la familia, el trabajo y la inmigración como ejes de las elecciones que marcan nuestras vidas.
La dirige Alan Yang, un director estadounidense de padres inmigrantes y nacidos en Taiwán, especializado hasta ahora en escribir, producir y dirigir episodios de series de televisión. Indico su parentesco porque sospecho que Tigertail se sirve, en parte, de la memoria: no de la memoria de su autor, sino de la de sus padres.
En apenas 90 minutos de duración (menos, si descontamos los créditos) nos cuenta la historia de un hombre: desde su infancia en China hasta su vejez en Estados Unidos.
Desde que debe irse a vivir con sus abuelos porque su padre muere al poco de nacer él y su madre tiene que sostener la economía familiar con trabajos que no le dejan tiempo para criarlo hasta que logra reunirse de nuevo con ella. Desde que es un joven que se enamora por primera vez hasta que emigra a Estados Unidos, trabaja muy duro y acaba prosperando y formando una familia.
Su historia, sospechamos, es la de tantos inmigrantes: se fueron porque su sueño consistía en vivir en otras latitudes que tal vez les decepcionaron, o porque no encontraban un trabajo digno que no les acarreara esclavitud y condiciones precarias, o porque no se veían capaces de salir a flote en sus lugares de origen. Personas que hacen la maleta, se van y luego descubren que se ven obligadas a trabajar de forma aún más dura que en las ciudades o los pueblos de los que provenían.
A Alan Yang le basta con una hora y media, como hemos dicho, para relatarnos la historia: ese minimalismo cinematográfico que, a veces, se agradece. Y nos la cuenta sirviéndose de los flashbacks en los que el protagonista, Grover (Tzi Ma), ya adulto, rememora los puntos más importantes de su biografía, y apoyándose en una música bellísima de Michael Brook, responsable de magníficas bandas sonoras como las de Brooklyn, The Fighter o Hacia rutas salvajes.
En su retrato de una vida se percibe la fascinación por la cultura popular de Estados Unidos: su cine, sus cantantes, su estilo… Todo lo que nos acaba atrapando de aquel país. Que luego la realidad sea muy diferente es algo que el cineasta no oculta a través de sus personajes.
Denle una oportunidad a Tigertail porque es una película emotiva que nos habla de las consecuencias que determinadas elecciones tienen en nuestros futuros, de cómo ciertas experiencias nos marcan en la infancia, y de por qué algunas personas se convierten en adultos reservados y poco comunicativos.
Ficha Técnica
Título original: Tigertail
País: Estados Unidos
Director: Alan Yang
Guión: Alan Yang
Música: Michael Brook
Género: Drama / Familia
Reparto: Tzi Ma, Christine Ko, Fiona Fu, Margot Bingham, Joan Chen, James Saito, Yo-Hsing Fang, Hong-Chi Lee, Hayden Szeto