Una diplomática que perdió su vida sirviendo a sus compatriotas en tiempos de fronteras cerradas es homenajeada con los máximos honores en IrlandaLa embajadora argentina en la República de Irlanda Laura Bernal falleció víctima del Coronavirus luego de asistir a los argentinos varados en el país europeo que no podían regresar a su país por las fronteras cerradas.
La muerte golpeó a su puerta en la soledad de su residencia, en aislamiento, el 26 de abril. Con la autopsia, se confirmó que padecía la enfermedad, aún sin mostrar síntomas. Tenía 64 años, y una notable carrera diplomática detrás.
Fue sepultada, por decisión de la familia, en Irlanda, su hogar los últimos cuatro años de su vida. Y recibió los más altos honores que se pueda recibir en tiempos de pandemia, en una ceremonia religiosa de la que participó hasta el nuncio apostólico en Irlanda Jude Thaddeus Okolo, saludada por el presidente de Irlanda, y transmitida por la televisión local del condado de Mayo.
Su cuerpo arribó a la Iglesia de St. Michael’s del pueblo de Foxford precedido en solemne procesión desde la casa funeraria por un gaitero. Muy pocos estaban en templo, representando a la sede diplomática, a la familia, a la nación que la acogió y al pueblo en el que descansan sus restos.
Con una sencilla y sentida ceremonia se puso de manifiesto un lazo desconocido por muchos entre Foxford y la nación argentina, que motivó el orgullo irlandés por poder recibir el descanso eterno de esta diplomática fallecida en cumplimiento de su misión.
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“El círculo cerrado”
Ocurre que el almirante Guillermo Brown, o William Brown de nacimiento, nació en este pueblo irlandés el 22 de junio de 1777. Considerado el padre de la Armada Argentina, fue el primer almirante irlandés naturalizado argentino.
Con su familia, de niño, William Brown emigró a los Estados Unidos, pero su padre falleció al muy poco tiempo víctima de la Fiebre amarilla. Embarcado desde joven, hizo carrera naval y tras una nueva instancia en Europa, se radicó en el Río de la Plata, principalmente para dedicarse al comercio. Pero se unió a la gesta independista, y desde las aguas apuntaló la independencia americana.
Falleció en Buenos Aires, de anciano. En un diálogo con un ex adversario suyo del Brasil expresaba, rehusando magnificar ingratitudes por los servicios: “No me pesa haber sido útil a la patria de mis hijos; considero superfluos los honores y las riquezas cuando bastan seis pies de tierra para descansar de tantas fatigas y dolores”.
Como se puso de manifiesto en la ceremonia, con el descanso eterno de los restos de la embajadora Bernal se “cierra un círculo” entre Foxford y la Argentina, ya que el orgulloso hijo de Foxford descansa en el cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires, y ahora el pueblo irlandés puede ser morada de una orgullosa hija argentina.
Antes de la sepultura, el cortejo fúnebre de la embajadora rindió homenaje delante de un monumento al Almirante Brown.
Sobre la embajadora Bernal
Su cuñado Luis María Sobrón, también de carrera diplomática, pudo estar cerca y representar a la familia en su despedida. Para hacerlo, reseñó en una carta la carrera de la Embajadora y rescató su paso por la Academia Diplomática española en Madrid, y sus años de servicio en Lisboa, Bogotá y Atenas, antes de arribar como embajadora a Dublín.
“Laura se fue en aislamiento obligatorio y a causa de esta pandemia, de esta peste Camusiana que nos toca vivir a todos en este turbulento inicio de siglo 21; a todos por igual desde Dublín a Buenos Aires de Nueva York a Pekin, en este convulsionado mundo que estaba preparado para disuasión nuclear o su suicidio colectivo, pero muy lejos de enfrentar eficazmente a una cadena de proteínas modificada y trasmitida viralmente”, aseguró.
“Al igual que ella amaba a Irlanda y su gente, así honraremos su memoria: está en casa”, reza un tributo que le realizaron en el pueblo de su descanso eterno.
Diplomáticos muertos al servicio de sus pueblos
Existen otros antecedentes en esta pandemia de diplomáticos fallecidos en cumplimiento de su misión, como el embajador somalí ante Egipto y el embajador adjunto del Reino Unido ante Hungría.
En la Argentina la ceremonia pasó casi desapercibida, al igual que los motivos de su muerte. Una pena, considerando el ejemplo e inspiración que puede constituir para los cientos de argentinos, y también ciudadanos de otros países, que como miembros de cuerpos diplomáticos tienen la ardua labor de ser el único nexo de compatriotas con sus países de origen en tiempos de fronteras cerradas.
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