Las plataformas pornográficas han visto una gran oportunidad de esparcir su “contenido” para enganchar a personas que jamás se habían enganchado,Para nadie es un secreto –lo han denunciado cientos de voces católicas—que el confinamiento al que media humanidad ha estado sometida los últimos meses, ha significado un aumento exponencial en las ganancias y en la penetración de la (mal) llamada industria de la pornografía.
En varios países del mundo “para aliviar la soledad”, ha habido, incluso, intervenciones oficiales en las que se han permitido, de forma gratuita, plataformas pornográficas. La intención, según esto, es paliar la ansiedad de las personas en el encierro obligatorio del coronavirus.
Las plataformas, de por sí millonarias, han visto una gran oportunidad de esparcir su “contenido” para enganchar a personas que jamás se habían enganchado, haciéndolos clientes potenciales de su material pornográfico. Y encandilar a otros que estaban dubitativos en entrar al porno en línea.
Se objetará que “cada quien entra a donde quiere y es libre de salirse cuando quiere”. No es tan simple. De hecho, los especialistas han comparado la adicción a la pornografía con la adicción a la droga. El que entra en ella, difícilmente sale o se desintoxica.
Esto no es gratuito
En este sentido, el padre Shenan J. Bouquet, presidente Human Life International (HLI) ha escrito un largo artículo “Cómo la industria de la pornografía explota la soledad debido al coronavirus, para vender veneno” en el que muestra que las plataformas porno usan el mismo método que los traficantes de drogas.
Un “método” –por decirlo de alguna forma—en el que los mercaderes del veneno se aprovechan de los seres humanos “cuando se encuentran en su punto más bajo”, para ofrecerles “un bálsamo” que los distraerá “pero solo por un momento”.
El confinamiento ha hecho que millones de personas en todo el mundo estén encerradas en sus hogares, estresadas, muchas habrán perdido el empleo, otras no pueden lidiar con la pérdida de la rutina o con no poder ir a la Iglesia, hacer ejercicio, ver a los amigos, salir a pasear, etcétera.
Y se están volcando hacia mecanismos poco saludables de cómo lidiar con esta situación: exceso de televisión, alcohol, comida chatarra, drogas…
Aprovechando el resquicio, plataformas como Pornohub, “el sitio pornográfico más grande (y posiblemente el más inescrupuloso) del mundo”, comenta el padre Bouquet, ofreció a los usuarios de Italia, Francia y España, acceso “gratuito” a su sitio durante un mes para ayudar a las personas a olvidar su soledad y aburrimiento”.
Ése pequeño trozo “gratuito” va a redundarle pingües ganancias en el futuro a este portal, acusado de varios delitos sexuales.
Tampoco es una promoción
Por aliviar la soledad momentáneamente, se cae en el engaño. Pero la soledad del adicto a la pornografía suele ser mucho peor que la que motivó su enganchamiento.
La ansiedad que provoca el “no tener suficiente” y el buscar cada vez más “variaciones” –como en las drogas o el alcohol– llevará a las personas a mirar pornografía “como un escape de su miseria, y así continuarán en un círculo vicioso”, escribe el padre Bouquet en su artículo.
Según la National Review, cuando Pornohub lanzó la membresía gratuita en Italia, Francia y España, el tráfico en cada país aumentó 57, 38 y 61 por ciento, respectivamente.
Pornhub, como muchos sitios pornográficos, genera un gran porcentaje de sus ganancias de la publicidad y del tráfico en sus páginas. De tal suerte que la cosa no fue “gratis”. Además, al terminar la “promoción”, seguramente Pornohub engrosó el número de usuarios de paga.
Convencidos de su inofensiva presencia
Otras páginas de porno como IsMyGirl aprovecharon el despido de miles de trabajadores por la pandemia y, por ejemplo, a los trabajadores de McDonald’s les dieron la “oportunidad” de prostituirse y actuar en videos porno, “para seguir alimentando a sus familias”.
El padre Bouquet afirma que “esto es explotación, pura y simple. Y es algo francamente aberrante”. Y agrega que esta estratagema pública “debería haberse enfrentado con una indignación a gran escala”
Por desgracia, constata el sacerdote, en algún momento durante las últimas dos décadas, nuestra sociedad se convenció de que la transmisión de la pornografía dura, de alta definición y que a menudo representa actos degradantes y violentos, no solo es “inofensiva”, sino que incluso podría ser “beneficiosa”: una “excelente” manera de “desahogarse”.
Apenas ahora se empieza a ver los daños que provoca. Ya 16 estados de la Unión Americana han emitido resoluciones en las que califican la pornografía como una crisis de salud pública.
Orar y mantenerse ocupados
El problema no solo queda en el ámbito de la salud. El acelerado aumento de la pornografía en línea ha venido a acelerar, también, la pornografía infantil.
Brian Herrick, jefe auxiliar de la Sección de Delitos Violentos contra Niños y Trata de Personas de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) dice que, desde que comenzó la pandemia del coronavirus, las agencias policiales han visto un aumento de los casos de pornografía infantil que se comparten con otros usuarios.
“Las manos ociosas son el taller del diablo”, recuerda el padre Bouquet. Para este sacerdote es importante no solo orar, sino también encontrar formas de mantenerse ocupado.
Con ese fin, propone una guía para no caer en las redes de la pornografía durante los días de confinamiento: programar el día con anticipación; llamar a amigos y familiares para saber cómo están y compartir un rato con ellos; acercarse a otros que están luchando contra el porno; aprender un instrumento musical; estudiar un idioma; leer buenos libros; instalar un software de filtrado…
Alcanzar la libertad
No tenemos por qué aceptar la esclavitud. Cristo murió para liberarnos de nuestros pecados, no para que los pornógrafos sin escrúpulos sean dueños de nuestras almas, remarca en su reflexión.
“Con la ayuda de Cristo, podemos usar este tiempo de la pandemia del coronavirus para acercarnos a nuestro Señor, aprender a confiar en Su providencia amorosa y alcanzar la libertad, en lugar de la esclavitud”, termina diciendo el padre Bouquet.