Entrevista al párroco Andrea Conocchia tras pedido de asistencia en parroquia romana: “Estas personas lloraban por la soledad, el abandono, la enfermedad, cuando escribieron al Papa”.
El papa Francisco, a través de su limosnero el cardenal Konrad Krajewski, envió dinero y víveres a un grupo de personas transexuales, la mayoría procedentes de Latinoamérica, marginadas socialmente y que se dedican a la prostitución y que al quedarse sin clientes por la pandemia pidieron asistencia al párroco de una iglesia en Torvaianica, en la costa romana.
“Es cierto que les hemos ayudado, Vengan a mí, todos ustedes, que están fatigados y oprimidos, y los refrescaré, dice Jesús. Es el Evangelio. Estas personas son seres humanos que tenían hambre. Y todos somos hijos de Dios”, dijo al diario italiano, Il Corriere della Sera, el cardenal polaco que se encarga de las obras de caridad por parte de Pontífice y quien acudió a esta localidad de litoral romano para ayudar a estas personas transexuales.
Aleteia conversó con padre Andrea Connochia, párroco de la iglesia Beata Virgen Inmaculada de Torvaianica de literal romano, que durante la llamada telefónica habló siempre de “personas amigas” y no de transexuales. Así, subrayó que sin conocerlas, estas personas “se armaron de valentía; una a una fueron llegando a la parroquia tocando la puerta para pedir comida, consolación y ser escuchadas”.
La pandemia hizo acercar dos mundos distantes. “Vinieron de una manera muy respetuosa, delicada, poco a poco comenzamos a comunicar, a escucharnos, a saber de sus historias de vida”. Ellas pedían ayuda para cosas esenciales: “para pagar el alquiler de la habitación, pagar el tanque de gas, la factura de la electricidad”.
“Eran personas de Perú, Colombia, Argentina…entonces, se me ocurrió de decirles: ‘Escribamos al Papa, él es de Latinoamérica’, nos escuchará, cuéntenles algo de ustedes, cómo viven, qué hacen, desde hace cuánto están aquí y así pueden pedir un auxilio”.
Algunas de las cartas escritas en español – con una caligrafía y forma sencilla – tenían partes salpicadas o borrosas, entre letras, por las lágrimas. Las cartas fueron entregadas al cardenal Konrad Krajewski.
En las misivas – dice padre Andrea- ellas agradecían, decían rezar por el papa Francisco, pintaron corazones y otros cariños. “Lloraban por el dolor, por la vergüenza, por la marginación, la soledad y por las vidas que llevaban, una de ellas le cuenta al Papa su enfermedad (seropositiva – VIH)”.
“Este encuentro ha sido providencial, pues solo debido a la pandemia del coronavirus se ha podido dar, pues jamás las habría conocido”, afirma don Andrea que reafirma la “valentía de estas personas al pedir ayuda”, además porque no “conocían al párroco o no podían imaginar la reacción o la acogida que tendrían”.
Don Andrea es párroco desde el 22 de septiembre de la Iglesia Beata Virgen Inmaculada de Torvainanica transferido de otra zona donde también hay prostitución de personas transexuales ; Lido de Pini, localidad romana del litoral. “Sabía lo que hacían, pero jamás habíamos tenido la oportunidad de ayudarles”. Pero recuerda nítido que cada Viernes Santo venía un grupo nutrido a la iglesia para el ‘beso de la Cruz’.
Son “personas” que ahora son “amigas de nuestra comunidad parroquial” e instó a seguir el Evangelio que invita a la “misericordia” de Dios. “El Papa nos pide llamar a las personas por sus nombres, sin adjetivos”.
“Ahora son personas amigas de nuestra parroquia, así como llamo ‘amigos’ a los detenidos o las familias que vienen por un mercado”. Un lenguaje signo de “cercanía pastoral, de apertura, atención y disponibilidad gratuita e incondicional”. El párroco sin alguna pretensión sostiene que delante se abre un “camino de humanidad, de compartir, de escucha” con las comunidad de personas transexuales de la zona para volver a “los orígenes de la fe”.
No es la primera vez que el Papa expresa su cercanía con las personas transexuales. El Jueves Santo de 2015, durante la misa de la última cena celebrada en la prisión romana de Rebibbia, Francisco lavó los pies a una mujer transexual.
Las transexuales, comentó el párroco, son personas que viven al margen de la sociedad. De 30 a 80 euros por cosas que lastiman su dignidad. “¿Quién de nosotros les da confianza?, ¿quién de nosotros les daría hospitalidad en casa propia? ¿quién de nosotros les ofrecería un trabajo domestico? ¿quién de nosotros les saluda? Al contrario, se les desprecia y rechaza”.
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