Parte 1- Diario del capellán de un hospital en Roma, trinchera contra el Covid-19
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El teléfono móvil del capellán del Hospital Spallanzani, Instituto Nacional para Enfermedades Infectivas, sonó el Viernes Santo. En su habitación, el padre Gerardo Rodríguez atendió la llamada y reconoció la voz al otro lado de la línea, cuando apenas miró la pantalla táctil eran las 8 de la noche.
Era la hija de un hombre mayor enfermo de Coronavirus, presentía que le quedaba poco tiempo de vida y quería que fuera a verle. En efecto, el hombre murió al día siguiente. El sacerdote acompañó a la mujer a la morgue para bendecir el cuerpo. Algunos parientes a través de video llamada siguieron el acto solemne.
“Estar todo el tiempo a contacto de tanto sufrimiento, ha sido la experiencia más formativa de mis 16 años de vida sacerdotal”, dijo padre Rodríguez, 48 años, nacido en Costa Rica, capellán desde hace dos años y medio en el Hospital que se convirtió desde febrero pasado en la trinchera en Roma contra el Covid-19. Él lleva mitad de su vida en la Ciudad Eterna, donde fue ordenado.
Los sacerdotes se han unido a esta batalla. Hasta la fecha, 111 curas diocesanos han sido asesinados por el Coronavirus y muchos corren riesgos a menudo estando en primera línea. Además, más de 146 médicos italianos han fallecido durante la pandemia (datos del 22 de abril).
El sacerdote casi vestido de ‘astronauta’
Pero, ¿cómo es llevar la unción a los enfermos de Coronavirus en medio al peligro de contagio? El consagrado admite que los capellanes “todavía están algo limitados” por lo cual “no podemos pasar donde los pacientes como normalmente lo hacíamos. Tenemos que cumplir las medidas de seguridad, como todo el mundo”.
La barba gris del sacerdote apena se ve detrás de la máscara a norma FFP2 NRD, lleva lentes para leer la Biblia debajo de las antiparras protectoras, guantes de plástico y un traje blanco que le cubre como una especie de ‘navegante espacial’.
En primer lugar, hay que pensar al espacio aislado en el que están los enfermos. “Las habitaciones están hechas de modo tal que podemos ver a los pacientes a través de un vidrio. Hay dos puertas: una que da al pasillo donde estoy yo y después, hay otra especie de pequeño desempeño”. Ahí, el sacerdote habla con el paciente que aún se alza de la cama.
El Cuerpo de Cristo envuelto en una pequeña gasa
“Yo entro en este pequeño desempeño, envuelvo en una pequeña gasa el Cuerpo de Cristo, la dejo en el lavatorio”. El paciente “sale, toma el Cuerpo de Cristo y lo lleva a su habitación, vuelve a cerrar, rezamos juntos y él consume la Hostia”.
En cambio, el padre Gerardo reza del otro lado del vidrio por los pacientes que ya no se pueden mover. “Si el paciente no puede recibir la Comunión porque no se puede alzar. También yo se lo pido al enfermero, o al doctor para que se la dé al paciente”. “Hay situaciones en las cuales he tenido que entrar yo a la habitación con estos trajes de astronautas”.
La indulgencia a los enfermos de Coronavirus
El papa Francisco ha autorizado un decreto de la Penitenciaria Apostólica del Vaticano, publicado el viernes 20 de marzo de 2020, en el que concede “indulgencias especiales” a los fieles afectados por la enfermedad del Covid-19, a los trabajadores de la salud, a los familiares y a todos aquellos que, incluso con la oración, cuidan de ellos.
“Lógicamente, la indulgencia plenaria que el Santo Padre nos ha permitido de dar, tiene algunos requisitos: uno es que la persona esté en estado consciente y deseando recibirla”. El sacerdote dice que la misericordia de Dios está también con las personas más graves o en coma farmacológico. En ese momento, “yo igual hago la formula de la absolución. Y lo que el Señor disponga. Él es quien conoce la realidad”.
La unción de los enfermos
En el caso de que el paciente esté inconsciente, lo que no se puede dar es la unción de los enfermos, advierte padre Gerardo. “Primero porque la unción de los enfermos tiene que ser impartida por el sacerdote, hay que tocar la frente con las manos, lógicamente lo hacemos con los guantes puestos, pero para hacer esto, la persona debe estar despierta.
El sacramento de la unción de los enfermos no debe confundirse con la que se llamaba extremaunción, es decir, una bendición antes de morir por tratarse de una terminología incorrecta. “En realidad no es así, se da porqué estás enfermo y se pide al Señor para que te de la capacidad y la fuerza para poder reaccionar corporalmente a la enfermedad”.
La unción de un hombre mayor que no olvidará
El sacerdote rememora la unción que realizó a un enfermo de Coronavirus al inicio de la emergencia. “Un señor, 60 años, intuyó que ya estaba por morir. Él sentía que había llegado al final de su vida y el tuvo la prontitud de llamarme, quería un sacerdote a su lado. Me hicieron entrar con un traje especial para evitar contagios, y desde una cierta distancia – era al inicio, no sabíamos cómo funcionaba esta cosa (el virus) – yo hablaba con él, quería saber si quería confesarse”.
“El hombre – prosiguió- estaba muy débil, no podía hablar. Entonces, lo único que podía hacer es hacer un pequeño movimiento. Yo le preguntaba y él movía la mano o el pie para comunicar. Al final, yo le he dado la absolución, hemos rezado juntos, después de haberle dado la bendición, una hora después este señor murió”.
La curva…
Rodríguez que lleva más de dos años como capellán confiesa: “Le soy sincero, parece que la situación no vaya a cambiar nunca. Pero, hubo momentos de gran emergencia y estábamos todos algo perdidos. Ahora, el número de pacientes disminuye, sabemos como enfrentar la situación y hace parte de la cotidianidad”.
Los pacientes positivos por Covid-19 atendidos en el Hospital Spallanzani son 135, según el informe del 21 de abril de 2020. De estos, 19 pacientes necesitan asistencia respiratoria. Gracias a donaciones externas, llegaron nuevos ventiladores pulmonares y se ampliaron puestos en terapia intensiva esta semana para evitar elegir a quien salvar.