¿Qué significa esperar en tiempos difíciles? Significa no solo “pasar el tiempo” hasta que todo acabe. Significa ante todo esperar con esperanza.
Y, ¿por qué podemos vivir ese tipo de espera? Porque Jesús, con su pasión, ha hecho nuevas todas las cosas.
Voy a ver si me explico. Los cristianos solemos creer que la Resurrección de Jesús fue igual que la resurrección de Lázaro, pero la Resurrección de Jesús fue, y es, muy distinta.
Las dos partes de la vida de Lázaro (interrumpidas por una muerte que fue una simple suspensión de la vida) fueron idénticas.
Ambas terrenales, ambas no trascendidas, ambas llamadas a desembocar en el callejón de la muerte.
Una vida nueva
Pero la vida de Jesús antes de morir y su vida después de resucitar fueron radicalmente distintas: la primera, abocada a la muerte; la segunda, con la muerte derrotada para siempre. La primera, encadenada al tiempo; la segunda plenamente desencadenada.
En este mundo aún la muerte nos encadena. Nuestras cadenas varían en las medidas. La cadena de algunos tiene, tres, cuatro metros de longitud; la de otros, cuarenta, sesenta, ochenta…
La esperanza que no defrauda
Por eso nuestra esperanza es aquella que va más allá. Es una que anhela, que desea, que está llena de ilusión porque guarda una promesa.
Pero, pensando en ella, nos damos cuenta de que es pequeña. Y, ¿por qué lo es? Porque se renueva cada día. Porque se alimenta cada jornada. Porque no siempre es fuerte como la fe o como el amor:
Es cierto, la pequeña esperanza es esa que nos hace levantarnos en las mañanas. Es ese pequeño valor que encontramos para dar inicio a nuestras luchas diarias.
¡Ánimo!
Por eso es pequeña. Se vive un día a la vez y se recibe como don. Es esa palmadita de aliento, que sentimos, que alguien nos regala todos los días.