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El Papa: Sacerdotes que murieron por coronavirus son santos de la puerta de al lado

Maundy Thursday
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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 08/04/20
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Misa de Jueves Santo presidida por el papa Francisco, en memoria de la Cena del Señor en la Basílica de San Pedro, sin el rito del lavatorio de los pies, por primera vez, debido a las medidas de prevención por el Coronavirus.  Agradezco a Dios por la gracia del Sacerdocio, agradezco a Dios por ustedes sacerdotes, Jesús les ama, solo pide que ustedes se dejen lavar los pies”, afirmó hoy el Papa en la misa que marca el inicio del Triduo Pascual.

Francisco tuvo palabras muy sentidas por los sacerdotes que “ofrecen su vida por el Señor”, “sacerdotes que son servidores”. Lo dijo durante la homilía al presidir la misa en memoria de la “Cena del Señor” al interno de la basílica de San Pedro este jueves de Semana Santa en la tarde, 9 de abril de 2020.

En estos días, en Italia, casi 60 sacerdotes murieron atendiendo a los enfermos, en los hospitales, junto a los médicos y enfermeros: son los santos de la puerta de al lado. Sacerdotes que sirviendo han donado su vida”, afirmó.

La procesión inicial fue desde el Altar de la Confesión hasta el Altar de la Cátedra, pasando por el lado del “Altar de San José”. Durante la celebración, debido a la actual crisis sanitaria, el rito del lavado de pies y la procesión ofertoria no tuvo lugar. Además, se omitió la reserva del Santísimo Sacramento.

Este año de pandemia por el Covid-19, en las iglesias del mundo, no se procedió al rito del lavatorio de los pies, recordando el gesto de Jesús con sus apóstoles. El Papa ha dado ejemplo para evitar contagios.

Maundy Thursday

HANDOUT / VATICAN MEDIA / AFP

Francisco vistió una casulla blanca, tono que significa pureza y paz y en el presbiterio de la Basílica se colocó el Crucifijo de San Marcelo en la parte central y lateral la imagen mariana de la Salus Populi Romani.  

El Crucifijo de madera venerado tras salir intacto de un incendio en 1519 fue traído de la Iglesia ubicada en vía del Corso hasta San Pedro, Juan Pablo II hace 20 años lo había querido en el Vaticano, y es considerado milagroso por salvar a Roma de la epidemia del 1600.  

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HANDOUT / VATICAN MEDIA / AFP

El Papa pronunció una homilía desde el corazón, sin papeles en la mano, en la que reflexionó sobre el Evangelio según San Juan (13,1-15), cuando Jesús instituyó la Eucarístía, el sacerdocio y dejó el mandamiento del servicio y el amor.

“Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”. 

Eucaristía 

En su predicación se centró en tres elementos:

“Eucaristía, servicio, unción: la realidad que hoy vivimos en esta celebración. El Señor que quiere quedarse con nosotros en la Eucaristía y nosotros nos convertimos por siempre en Tabernáculos  del Señor, llevamos al Señor con nosotros, hasta el punto que Él nos dice que sí no comemos de su cuerpo y no bebemos de su sangre no entraremos en el Reino de Dios. Este misterio del pan y del vino del Señor con nosotros, en nosotros, dentro de nosotros”. 

Servicio 

El Papa predicó sobre el servicio e invitó a dejarse servir por el Señor.

“Un gesto que es condición para entrar en el Reino de los cielos: sí servir a todos, pero el Señor en ese intercambio de palabras que tuvo con Pedro le hizo entender que para entrar en el Reino de los cielos debemos dejar que el Señor nos sirva, que sea el Siervo de Dios nuestro siervo. Esto es difícil de entender,  si yo no dejo que el Señor sea mi servidor, que el Señor me lave, me haga crecer, me perdone: No entraré en el reino de los cielos”.

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HANDOUT / VATICAN MEDIA / AFP

Sacerdocio

El papa Francisco pidió hoy a los sacerdotes: “déjense lavar y servir por el Señor”, así serán capaces de perdonar. Igualmente, manifestó su cercanía hacia los sacerdotes desde el “más reciente ordenado, los obispos, hasta el papa…todos: Estamos todos ungidos por el Señor”.

Además, contó que recibió hoy la carta de un sacerdote franciscano, capellán de una cárcel, en la que le contaba su vida y cómo vivía la Semana Santa junto con las personas privadas de su libertad. 

Francisco se mostró conmovido por las tumbas de los sacerdotes que venidos de lugares lejanos y son enterrados en esa misma tierra, donde fueron misioneros apasionados llevando el Evangelio y por el cual muchas veces dieron su vida.

Un obispo le contaba que algunos fueron sacerdotes jóvenes que perecieron debido a las pestes comunes en esos lugares de misión. “Ellos no tenían los anticuerpos”. Los santos anónimos, que nadie reconocerá. 

Luego subrayó la cercanía de los sacerdotes que conocen los nombres de cada uno de sus parroquianos y hasta del “perro del pueblo”. 

Aplaudió a los sacerdotes inocentes, calumniados, maltratados, que siguen en su misión, a pesar de que son tachados de pedofilos u de otros crímenes atroces en la calle, debido a lo que hicieron otros que traicionaron la vocación abusando de quienes debían proteger.

Recordó también a los sacerdotes en crisis vocacional. Instó a no tener miedo de perdonar. Miren a Cristo, allí está el perdón de todos. 

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