La imagen se reveló en los anaqueles, pero no fue un milagro ni una visión mística: un talentoso niño la fabricó con paquetes de granos
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No es frecuente ver tanta habilidad con los recursos menos pensados y ni hablar de encontrarse, frente a frente, con un inmenso mural que reproduce la imagen del Nazareno en la sección de granos de un mercado. La sorpresa para los clientes fue mayúscula.
Hiperlíder es una cadena de supermercados y tiendas por departamentos. Apareció en Venezuela durante el gobierno de Hugo Chávez y, por el apoyo y promoción que recibe de gobernadores oficialistas y del propio gobierno central, es de presumir que sus dueños y promotores son simpatizantes del régimen. Son tiendas gigantes, usualmente, bien surtidas y provistas muchas veces de rubros que otros mercados no exhiben.
No obstante, su tienda de productos alimenticios ubicada en Yaritagua, municipio Peña del estado Yaracuy, ha saltado a la notoriedad por una imagen del Nazareno que apareció en sus anaqueles y que ha dejado atónita a toda Venezuela, pues circula profusamente en las redes sociales.
“El arte y la fe no es sólo pinturas y lienzos. En un Supermercado de #Yaritagua, estado #Yaracuy, apareció el Nazareno en un anaquel de granos que ahora pocos se atreven a desmontar”, escribió el cardenal Baltazar Porras, Administrador Apostólico de Caracas, en su cuenta de Twitter.
— Arquidiócesis de Caracas (@ArquiCaracas) April 3, 2020
Un talentoso jovencito, en silencio y sin alardeos, logró reproducir la sagrada imagen colocando ciudadosamente paquetes de arroz y frijoles. El efecto, al alejarse, es una perfecta y nítida figura de Jesús bajo la advocación del Nazareno, que asombró a todos.
Un jovencito llamado José Ruíz, empleado del supermercado y residente en la zona, fue el autor de ese acomodo genial de los paquetes de granos, iniciativa que tomó por su propia voluntad pero que requiere de una habilidad y talento poco comunes.
Llenó ocho anaqueles con más de 100 bultos de arroz y tardó día y medio en termina eso que se considera una verdadera obra de arte que honra, en vísperas de la Semana Santa, a la Pasión y Muerte de Nuestro Senor Jesucristo.
“¡Se fajó!”, colocaron muchos jóvenes, con admiración, en sus perfiles de redes sociales, en alusión al gran trabajo que su hazaña implicó.
Fue el 2 de abril cuando las redes estallaron con las imágenes de su obra de arte. Porque lo es. Con paquetes de granos de dos colores, naranja y negro, los fue colocando habilidosamente en los anaqueles de manera que terminaran tomando la forma que proyectaría la imagen del Nazareno.
Desde ese día, el post no ha dejado de circular y tampoco los elogios.
No sólo la Arquidiócesis reconoció el trabajo del joven y lo calificó como uno de “tantos héroes que todos los días salen a servir al pueblo venezolano, cargado de fe y esperanza, en tiempos de coronavirus”. Igualmente, son innumerables los panegíricos a este talentoso joven que, humilde, se limitó a decir: “Es para tener presente a Jesucristo en Semana Santa y así decir a quienes nos visitan que Dios es nuestro guía, que debemos confiar en él. También debido a lo que sucede con la pandemia debemos tener presente a Jesús”.
Generoso, no olvidó, no obstante las felicitaciones, que sus compañeros formaron también parte de esa obra de arte, pues si no lo hubieran secundado haciendo sus tareas durante el tiempo que le tomó elaborar el mural, ello no habría sido posible.
El pintor Oscar Olivares, también joven pero con una trayectoria ya reconocida en las artes plásticas, se dio a la tarea de contactarlo. Olivares tiene un taller y se ha ofrecido a dar clases al espontáneo muralista. Se sabe que otras personas e instituciones están valorando la posibilidad de apoyar a este joven en lo que podría ser el inicio de una carrera a partir de habilidades que, asombrosamente, se proyectaron desde el anaquel de un supermercado.
Ignoramos cuál será el alcance de su talento, que sospechamos ancho y largo; pero lo que es un hecho es la resistencia de la clientela de sacar un solo paquete de arroz del anaquel. Nadie parece dispuesto a desmoronar semejante testimonio de fe y de ingenio. Una lección de paciencia y destreza puestas al servicio de la regeneración de los espíritus y del fortalecimiento de la confianza en lo mejor de nosotros, así los tiempos sean rudos y ásperos.-