La emergencia sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus ha cambiado nuestras vidas, también la de las religiosas en clausura. Muchas de ellas se han puesto manos a la obra para la fabricación de mascarillas
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
En la provincia italiana de Avellino, en los conventos se trabaja por turnos, con una rigorosa organización. Religiosas de todo el mundo trabajan en la confección de mascarillas para prevenir los riesgos de contagio Las oblatas de Avellino aseguran que están “listas a trabajar por las noches” incluso.
Según informa el obispo de Avellino, monseñor Arturo Aiello, en Vatican News, “dos monasterios de la diócesis, están actualmente ocupados en la realización de mascarillas: las religiosas oblatas de Avellino y las religiosas benedictinas de Mercogliano han hecho ya cientos para distribuir a quien las solicite en la diócesis”.
Como Iglesia “el primer imperativo es estar presentes, cercanos. Las campanas tocan lo mismo, aunque marcan el horario de la celebración a la que no se puede participar, constituyen una especie de señal para los fieles, la señal de que la Iglesia – subraya el obispo – no se ha retirado al Aventino” (La Repubblica Napoli, 19 marzo).
Quien marca el ritmo a las hermanas trabajadoras en el monasterio benedictino de Mercogliano, es la madre general del convento, sor Ildegarde: “La costura desde siempre ha formado parte de nuestra tradición – explica a ANSA (19 marzo) – aunque con el tiempo se ha ido perdiendo”.
La solicitud de producir mascarillas llegó a petición de don Vitaliano Della Sala, párroco en Mercogliano, conocido por sus batallas no globales.
¡Una pequeña empresa!
“Todas hemos sentido el deseo de hacer algo que acompañara la oración – añade sor Ildegarda – así que cuando don Vitaliano nos pidió una mano no lo dudamos”.
Y como la organización lo es todo en ciertas empresas, primero que nada se dividieron los roles: “Está quien cose, quien corta la tela, quien prepara el elástico y quien plancha. Está quien trabaja en la mañana y quien en la tarde. Nos turnamos, de manera que quien no está ocupada en la oración trabaja en las mascarillas”.
“Tela resistente y buena calidad”
Respecto a la calidad del producto no tiene nada que envidiar a las que se ven comúnmente por ahí: “No hablamos de mascarillas quirúrgicas – precisa sor Ildegarde – sino de las que usa la población. Sin embargo, nuestra tela es resistente y de buena calidad. Y el elástico es apretado”.
“Las produciremos – explica la madre general – hasta que sea necesario. Y si las solicitudes aumentan estamos listas para incrementar el ritmo, y si es necesario trabajaremos en la noche en nuestro taller. También aumentaremos los momentos de oración para que el Señor diga pronto basta a esta plaga”.