Leire Navaridas se declara “activista de la vida” pese a haber abortado su primer hijo a los 26 años. Ahora llama al aborto, IVE, Intervención Violenta del Embarazo.
En una sociedad en la que se habla del aborto como si se tratara de un derecho de la mujer excluyendo por completo al padre de cualquier toma de decisión, Leire Navaridas quiere poner luz contando su experiencia en charlas que imparte con el fin de desmitificar las “bondades” del aborto voluntario.
“Soy madre de 3 hijos, aunque solo uno de ellos vive”. Dice que ha conseguido perdonarse tras varios años de sufrimiento y falta de amor, y que ha conseguido establecer una relación espiritual con los hijos que nunca llegó a conocer.
No trata de justificarse cuando habla del entorno en el que vivía, con una carencia total de valores, pero si destaca el hecho de que nadie intentó frenarle a la hora de ir a la clínica para que le hicieran un I.V.E., Interrupción Voluntaria del Embarazo, aunque ella lo corrige como Intervención Violenta del Embarazo. Porque como ella misma dice, aquí está la primera gran mentira sobre el aborto, algo que se interrumpe se puede retomar, y sin embargo, ese hijo nunca volverá a ti.
Tras firmar un documento en el que certificó que seguir adelante con el embarazo le provocaría problemas psicológicos, intervinieron a Leire: “Salimos de la clínica, nos fuimos a casa y de eso nunca más se volvió a hablar”.
Segunda falsedad, Leire cuenta como tras este horrible episodio de su vida, vivía sumida en un estado triste y oscuro, que se le manifestó en forma de vértigos… Decidió entonces buscar ayuda profesional, según cuenta, el terapeuta fue el primero que le dijo la verdad sobre su vida: “Estás sola”.
Cuando en el entorno más próximo existe esta falta de confianza, de amor, y de respeto a la vida, la actitud personal se vuelve destructiva, hacia uno mismo y hacia todo lo que le rodea.
Y el dolor y el sufrimiento se camuflan en forma de otros problemas que no son más que una consecuencia del propio aborto.
Segundo embarazo inesperado
Volvió a quedarse embarazada poco tiempo después, también de forma inesperada. Sin embargo esta vez tenía miedo a “romper” su aparato reproductor si se sometía a un segundo aborto…
Volvió a ver a su terapeuta, y éste le dijo una frase que le llegó a lo más profundo de su ser: “Leire, deja de destruir y comienza a construir”. Dice que salió de allí renovada, con ilusión por ser madre, sintiendo al bebé que esperaba como su hijo, dispuesta a hacer lo que hiciera falta por sacar adelante a ese niño. Tal vez sintiendo una euforia inusual dada su situación, pero al mismo tiempo llena de esperanza.
Sin embargo, ese bebé tampoco llegó a nacer, lo perdió al tercer mes de embarazo. “Tampoco lloré esa pérdida, lo viví fríamente”. Su entorno era el mismo, no sintió ningún apoyo. Un apoyo que como la misma Leire dice, es necesario para cualquier mujer embarazada, y más aún cuando está en una situación especialmente vulnerable dada por su situación, su entorno, y su educación.
Por esto habla con orgullo de su colaboración con la Fundación Red Madre y su lema “Nunca estarás sola”. Esta fundación da apoyo incondicional, real y necesario a mujeres embarazadas que se ven en una situación tan complicada que incluso han podido llegar a plantearse el aborto, dice Leire.
El amor todo lo cura
Confiesa que creció en un entorno en el que se le educó en una falta total de confianza hacia el hombre, que se resume en una falta de amor.
“El amor todo lo cura, y aunque se quede una herida en el corazón, se puede salir adelante y vivir en paz.”
Hoy dice orgullosa que el amor de su actual pareja le ha hecho entender que ha sido víctima de un sistema social que ataca la vida y la maternidad. No le falta razón, a la vista está cuando el Estado destinó más de 30 millones de euros a la financiación del aborto, frente a los 3,6 a la ayuda de mujeres embarazadas en 2018.
Se declara feminista, cree en la igualdad social entre hombre y mujer, en la igualdad de oportunidades para ambos sexos, y lucha por ello. Sin embargo, está totalmente en contra del discurso feminista tan generalizado que defiende el aborto, que afirma que tras la concepción no hay vida, sino un conjunto de células, que da la potestad a la mujer de decidir qué vida es digna de ser vivida o no, y que asegura que tras un aborto no hay secuelas.
“A mi no se me puede engañar. Sé lo que es pasar por un aborto voluntario, perder a un bebé deseado y ver a un hijo nacer”.
Leire asegura que el empoderamiento de la mujer viene de la maternidad, según ella una mujer con un niño en brazos es capaz de cualquier cosa.
Pero para ello hay que deshacerse de los falsos mitos sobre la maternidad que se da en el discurso actual: “Los hijos solo son de la madre, traen problemas, son caros… Son mensajes subliminales que transmiten que los hijos te destrozan la vida”.
Esta forma de pensar nos vuelve egoístas, pues hace que la entrega de unos padres a sus hijos parezca un impedimento para alcanzar la plenitud personal y nos aleja de nuestra naturaleza más básica.
Hoy Leire vive feliz con su familia, mantiene una relación de amor con sus hijos no nacidos, recuerda cada año la edad que deberían tener. Tras haberse despreciado a si misma durante mucho tiempo, ha conseguido perdonarse a si misma e intenta ayudar a otras mujeres que han pasado por su misma experiencia a que también lo hagan.