El templo de Nuestra Señora de Licheń se convirtió en basílica en 1999 con la bendición de San Juan Pablo II
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La mayoría del pueblo polaco es católico y esta basílica no sólo es la más grande del país, sino también la octava más grande de Europa. Pero a diferencia de muchas de las que están en esa lista, esta basílica se empezó a construir apenas en 1994, y se terminó en el 2004.
Pero antes de seguir hablando del templo y sus detalles, vamos a irnos bastante hacia atrás para conocer la bonita historia de la advocación de Nuestra Señora de Licheń y cómo la imagen de la Virgen inspiró la construcción de esta basílica.
Corría el año de 1813 y, durante la batalla de Leipzig, un soldado polaco que peleaba para Napoleón llamado Tomasz Klossowski resultó herido. En su desesperación, comenzó a rezar y le pidió a la Virgen que por favor no lo dejara morir en tierras extranjeras.
Según la leyenda, ella se le apareció vestida con un manto dorado y con la figura de un águila en el pecho diciéndole que se recuperaría y volvería a Licheń, pero también le pidió que buscara una imagen parecida a ella y la colocara en un lugar público para que la gente le rezara en tiempos difíciles.
Tomasz se recuperó y volvió a su tierra. Le tomó más de 20 años en conseguir una imagen parecida a la visión que había tenido, pero lo logró y la colocó en un bosque cercano al pueblo para que todos los caminantes se encontraran con ella.
Lamentablemente, la devoción no se difundió y la imagen fue prácticamente olvidada hasta que, en 1850, un pastor llamado Mikolaj Sikatka se encontró con ella y tuvo una revelación. La Virgen pidió arrepentimiento a los pobladores por todos los pecados cometidos y que rezaran el rosario; además, hizo varias predicciones sobre guerras, epidemias y el renacimiento de Polonia.
El pastor cumplió con difundir la información, pero nadie le creyó y hasta lo tildaron de loco, hasta que poco a poco las predicciones de la Virgen se fueron cumpliendo. Entonces la gente sí empezó a acudir al bosque a rezarle.
Se creó una comisión episcopal para estudiar su aparición, la cual recomendó trasladar la imagen a la iglesia parroquial de Licheń, donde estuvo casi 150 años hasta que el 2 de julio (día de su fiesta) de 2006 fue trasladada a la basílica actual y colocada en el altar mayor.
La Basílica de Nuestra Señora de Licheń se empezó a construir en 1994 por iniciativa del padre Eugeniusz Makulsski y tomó 10 años terminarla. El proyecto estuvo a cargo de la arquitecta polaca Barbara Bielecka y en 1999, San Juan Pablo II, en ese momento Papa, la bendijo como basílica.
Tiene una nave de 120 metros de largo y 77 metros de ancho, una torre de 141,5 metros de altura (que alberga la campana más grande de Polonia) y una cúpula central de 98 metros de alto.
Se cuidaron muchísimos los detalles en su construcción. Por ejemplo, los escalones para acceder a la puerta principal son 33, haciendo alusión a la edad de Cristo al morir en la cruz.; hay 365 ventanas y 52 puertas para simbolizar el número de días y semanas en un año calendario (no bisiesto); y en el interior, hay 12 columnas para representar a los 12 apóstoles.
Al entrar, en el primer piso, lo primero que ves son los nombres de todos los fieles que hicieron donaciones para hacer posible este templo en las paredes, así como múltiples capillas y obras de arte que hacen alusión a las apariciones de la Virgen.
Debes subir unas escaleras para llegar al corazón de la basílica. El dorado es protagonista y sólo contrastan los bancos de madera. Allí también se encuentra el instrumento musical más grande del país, un órgano con 157 registros que aún funciona.
En el altar, está la famosa imagen de Nuestra Señora de Licheń que encontró el soldado, ahora revestida con finos hilos de oro y piedras preciosas. En ciertos horarios, se puede ver más de cerca a través de un túnel detrás del altar.
No te vayas sin dar un paseo por el museo, los jardines (especialmente ahora que viene la primavera) y sus patios exteriores, donde encontrarás diversas esculturas, como la del soldado Tomasz y, por supuesto, de San Juan Pablo II.
Esta basílica queda a unas dos horas y media de Varsovia aproximadamente. Puedes ir en carro, tren o autobús (esta última opción te tomaría un poco más de tiempo). Además de la basílica, hay otros lugares que visitar (la iglesia parroquial donde originalmente estuvo la imagen, el calvario, el convento de las Hermanas de la Orden de la Anunciación y el lago Licheń), así que puedes considerar pasar una noche en esta localidad tan llena de fe.