Lo que de verdad importa en la vida es más fuerte que la muerte
A diferencia de otros seres queridos, lo especial de la relación marital es que uno escoge a esa persona con la que voluntariamente quiere pasar su vida. Y cuando esa persona ya no está a su lado, no solo siente que la ha perdido, se pierde un proyecto de vida.
Todos recordamos esa última carta que Holly recibe de su esposo Gerry en la película “Posdata: Te quiero”. La última de una serie que cartas que él se encarga de escribir mientras vivía sabiendo que iba a morir, para que luego ella las pueda leer cuando ya no esté presente.
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Eran una pareja que peleaban, no siempre estaban de acuerdo ni tampoco llegaron a concretar muchas cosas, pero se amaban. Y cuando hay un amor verdadero y auténtico, palabras como las que recibió Holly nos llenan de vida.
Cuando uno va a morir, pensar en lo último que va a decirle a la persona que ama es algo importante. Y al amarla sinceramente, lo que Gerry le dice a Holly es algo que toda mujer que ha perdido al hombre que amaba debería recordar y, si aun lo tiene junto a ella, lo que debería tener en cuenta sobre el amor.
“Cuánto me conmoviste, cuánto me cambiaste. Me hiciste un hombre al amarme y por ello te estoy eternamente agradecido, literalmente”
El filósofo alemán Josef Pieper decía que el amor es “afirmar que el otro existe”. Cuando uno ama de verdad, ayuda a que el otro sea su mejor versión, a conocerse, a vivir su esencia intensamente despertando esos talentos que Dios sembró en su corazón.
Amar es una gracia que recibimos para que a través nuestro, el otro llegue a acercarse al cielo, a un bien que es eterno. En síntesis, es dar vida (“a” significa no, “mor”, muerte= “no muerte”). Por eso primero que nada, agradece la oportunidad recibida de poder amar, lo que la presencia de esta persona deja o ha dejado en tu vida.
“Prométeme que cuando estés triste o insegura, o pierdas la fe por completo, tratarás de verte a través de mis ojos”
Uno puede sentir el vacío, la tristeza y angustia por la pérdida tan dolorosa, pero si recuerda el amor vivido podrá encontrar un sentido, un propósito que puede atesorar y guardar con paz en su corazón. Aceptar vivir con esa ausencia por lo que es, sin intentar llenarla con otras cosas.
Cuando pienses en esa persona que se ha ido, recuerda que te amaba y si estuviera mirándote ahora mismo no quisiera que su partida signifique un fin para tu vida, porque algo es claro: si sigues aquí es porque tienes una respuesta que darle.
Reflexiona en lo que sientes con lo ocurrido y quédate con la satisfacción del deber cumplido, de que con unos recursos y circunstancias has hecho lo mejor que has podido. La tristeza no puede convertirse en un estado permanente porque, si miras con sus ojos, tendrás que buscar una mejor manera de honrar su memoria.
“Gracias por el honor de ser mi esposa. Soy un hombre sin arrepentimientos. Que afortunado fui. Hiciste mi vida pero solo soy un capítulo en la tuya, habrá muchos más. Te lo prometo”.
Ser esposa, con defectos y virtudes, es un lugar honorable en la vida de otra persona. Es la fortuna de estar tan unido que incluso antes de que el otro lo sepa, uno ya sabe lo que necesita. Es una sensación de pertenencia y seguridad, de ser mejores amigos.
El tiempo puede cerrar una herida, pero no curarla. Para avanzar es necesario vivir el perdón: ofrecer una disculpa sincera por lo que conciente o inconcientemente hayamos hecho, y también perdonalo si hubiera algo allí pendiente. Abre el corazón y suelta aquello que sea un obstáculo para amar, para empezar a escribir un nuevo capítulo en tu vida.
“Y aquí viene lo más importante: no tengas miedo de volver a enamorarte. Busca esa señal cuando termine la vida como la conoces”.
La muerte de alguien que uno ama es un poco “morir uno mismo”. Hay que vivir extrañandolo pero también recordando que si él se esforzó por hacerte feliz, tienes que demostrarle lo que has aprendido. Conéctate a la vida y date la oportunidad de poder ser feliz con esa ausencia. Cuando uno está enfocado en amar, las señales aparecen.
Todo lo que se hace en la vida es por amor o por miedo. No tengas miedo de volver a amar. Vuelve a elegir el amor, a enamorarte primero de la vida y luego de algo o de alguien. Puede ser de otro hombre, pero tal vez no concretas otra relación romántica y puede ser que te enamores de un servicio, de un proyecto o una actividad que te llene de sentido.
“Siempre te amaré”
Eres amada, sin importar cómo haya sido. El amor que le tienes a esa persona nunca muere. Lo que siente por nosotros y nosotros por ella es como una luz que nunca se apagará, pero que ahora brilla de modo diferente. Y es que cuando amamos de verdad, somos capaces de decir adiós. Un “A-Dios” por el que con fe depositamos todo en las manos de Dios.
Una fe entendida como lo que viene y conviene porque, aunque no nos gusta lo que sucede, siempre hay un plan. A veces el plan y los tiempos de la vida coinciden con los nuestros, pero otras veces no y la fe es la que nos ayuda a transitarlo más fácil sabiendo que aunque al final de la escalera no vemos el siguiente peldaño, está ahí. Tu fuiste su para qué. No por quién murió, sino para quien vivió. Por la tanto, la respuesta eres tú.
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