Miguel y Elisa esperaban su tercer hijo cuando recibieron la terrible noticia: la hermana de él y su marido habían muerto en un accidente de tráfico. Dejaban 6 hijos huérfanos. Entonces ellos decidieron dar un paso que ha cambiado sus vidas.Miguel Nebot -o Miguelón, como lo llaman cariñosamente- y Elisa Bayano son un matrimonio que vive en Bilbao (España). Él trabajaba como autónomo en proyectos y ella es farmacéutica.
Tenían dos hijos y Elisa estaba embarazada del tercero (una niña) cuando recibieron un mazazo: el 15 de mayo de 2018, la hermana de él, Teresa, y su marido, Xavi Prats, fallecían en un terrible accidente de tráfico en una carretera de Soria. También moría en el suceso la abuela, madre de Elisa y Miguel.
Una petición sorprendente
Teresa y Xavi eran padres de 6 hijos, de edades comprendidas entre los 18 y los 8 años. ¿Qué iba a ser de esos niños?
“Lo hablamos entre la familia y lo que teníamos claro es que no había que separar a los niños”, explica Miguel. Por otro lado, había ocurrido un hecho singular: “Un tiempo atrás, Xavi y Teresa nos habían preguntado si nos haríamos cargo de los niños en el caso de que a ellos les ocurriera algo. Son cosas a las que no das relevancia pero que luego adquieren todo el sentido. Les habíamos respondido que sí y sus niños mayores, además, lo sabían. Los tíos Miguel y Elisa seríamos sus referentes si ellos faltaban algún día”.
De Madrid a Bilbao
Así las cosas, y después de llegar a un acuerdo entre toda la familia, Elisa y Miguel decidieron acoger a sus 6 sobrinos y llevarlos a vivir con ellos, de Madrid a Bilbao.
La semana pasada, la Asociación de Familias Numerosas de Euskadi les concedió el premio Hirukide “por su actuación ejemplar y su generosidad ante la adversidad”. Ni Miguel ni Elisa querían premios pero finalmente agradecieron el galardón y esto ha servido para dar a conocer su experiencia.
“Estamos en camino de reconstrucción”
Ni Miguel ni Elisa se consideran héroes. “Esto no es fácil -dice Miguel-. La situación fue muy dura y ves que no llegas a todo, pero nosotros estamos en camino de reconstrucción”. Para ellos lo más importante es lograr que los 9 niños de la familia “se quieran como hermanos”.
“En el día a día vas parcheando y luchas por salir adelante, y en eso la relación con Dios es primordial. Una de mis hijas dice que si esto le ocurre a alguien que no tiene fe, debe de ser una pena”.
Cuidarse como pareja
Encontrar el sentido de tu vida en esta situación les supuso también una crisis y un crecimiento como matrimonio. No les daba tiempo de cuidarse hasta que sonaron las alarmas, el verano pasado. “Elisa y yo estamos haciendo el camino del amor conyugal. Yo noto que mi relación con Dios está cambiando y he descubierto que el sacramento del matrimonio es casi el más bonito de los sacramentos“.
Van a sesiones del Proyecto Amor Conyugal, que coordina la Pastoral Familiar de cada diócesis siguiendo la catequesis de san Juan Pablo II sobre el matrimonio.
Amar y ser amado
Al acoger a los 6 niños de Teresa y Xavi Prats, hubo que replantearse muchas cosas. Miguel dejó su trabajo (de consultor en Madrid ya había pasado a autónomo con trabajo por proyectos al trasladarse a Bilbao) y ahora ayuda a Elisa en la farmacia. “He aprendido -explica- que el trabajo es solo un medio en la realización de lo más importante que queremos en esta vida, que es amar y ser amado. Aprendí a ‘bajar’ el peldaño profesional”.
La vivienda también fue otro capítulo: Tuvieron que buscar otra casa donde cupieran los once.
Ir asumiéndolo todo
“Al principio, no te da tiempo ni a vivir el duelo por la muerte de tu hermana, tu madre y tu cuñado, porque solo tienes cabeza para salir adelante cada día con las mil tareas que van apareciendo. Además, de repente entraron en casa niños ya en plena adolescencia y aquello también era nuevo para nosotros”, explica Miguel. Él tiene ahora 39 años y Elisa 37.
Aprender a pedir ayuda
Pero, en medio de la desgracia, Miguel y Elisa ven ahora un crecimiento enorme. “Nos ayuda mucho la familia. Yo provengo de una familia de 12 hermanos y por parte de Xavi también son familia numerosa. Hemos aprendido a pedir ayuda y ellos se vuelcan en lo que necesitamos. Se toman la furgoneta desde Barcelona y cuidan de los niños cuando nosotros no llegamos a todo. Hay un apoyo constante en todo, desde los temas legales, que no son nada fáciles, hasta un consejo que te reubica por dentro.”
Todavía es pronto para hacer balance, pero Miguel subraya que “al final, siempre piensas que será mejor para nuestros hijos biológicos que hayan venido estos nuevos hermanos“. Para Elisa, la unión de la familia, el cariño y la entrega son el motor y lo que hace que las cosas vayan adelante.
“Es verdad -matiza Miguel- que con una situación así uno se da, pero también recibe. Estamos recibiendo mucho de ellos, de abajo arriba. Y los hijos de Xavi y Teresa, además, traen muchas cosas de sus padres“.
“Que se quieran todos como hermanos”
Miguel no lo duda: “Lo mejor que me han dejado mis padres son mis hermanos. Y, al final, lo que Elisa y yo buscamos es que todos se quieran como hermanos. Eso no se logran con un día ni dos, pero se consigue con la convivencia, con el roce. Cuando me casé creía que sabía mucho de la vida, pero es ahora cuando estoy aprendiendo de veras. Y confiar en Dios es esencial”.
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