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A José María Gran Cirera solamente pudieron matarle el cuerpo y no el alma

JOSE MARIA GRAN CIRERA
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Jaime Septién - publicado el 28/01/20
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Mártires misioneros entregado a los pobres y asesinados por odio a la fe en Guatemala que van camino a los altares. La Iglesia de Guatemala los vuelve a recordar a poco de la beatificación

Hace apenas 40 años los catequistas de la localidad de Quiché, en Guatemala, tenían que esconder las biblias, enterrarlas, junto con rosarios, catecismos, si es que querían esquivar la muerte. Hablamos de una persecución religiosa dentro del marco de una guerra civil inhumana.

Plena Guerra Fría y América Latina también se dividió ideológicamente. En aquél contexto toda acción de acompañamiento del pobre, de búsqueda del progreso del pobre, y a veces incluso toda acción pastoral con el pobre donde el objetivo sea por ejemplo compartir la palabra de Dios, leer la Biblia, anunciar el evangelio entre los indígenas, por ejemplo, podía ser sospechada de organización armada, etc. Muchas vidas se fueron por este camino…

José María Gran Cirera

Un sacerdote español que se trasladó a Guatemala en 1975 como misionero voluntario para trabajar pastoralmente en la diócesis de Quiché, concretamente en las parroquias de Santa Cruz del Quiché;  Zacualpa y en San Gaspar Chajul.

Un lugar complejo. En esta última parroquia, las condiciones de vida de la gente eran muy difíciles, sobre todo por la constante represión que sufrían de parte de las fuerzas armadas, grupos paramilitares y guardias blancas.  En una carta decía que la gente del Quiché le había “ayudado a vivir la esperanza y alegría que nos trae Jesús”.

Su compromiso era con los más pobres y con los perseguidos.  Sabía que en sus recorridos por la montaña y la selva de la misión podía fácilmente perder la vida.  Nunca tuvo miedo y solía decir que “con tanto soldado la gente no está tranquila y la presencia del Padre, aunque poco puede hacer, siempre da un poco de tranquilidad”.

La presencia militar en la zona norte de Guatemala, la región del Quiché, fue particularmente dura.  El pueblo campesino y pobre representaba un “obstáculo” a los intereses de la oligarquía del país centroamericano. Y todo aquél que defendía a los pobres era considerado comunista y susceptible de ser asesinado.

Tras un comunicado diocesano en el que se destacaba la opción por los pobres de la Iglesia guatemalteca y la estructura de pecado que prevalecía en la región del Quiché, el Padre Gran Cirera  fue citado un día por el comandante militar del pueblo de Chajul y amenazado por su condición de extranjero y subversivo.

Murió como vivió: en camino

A pesar de las amenazas y el constante hostigamiento para los religiosos, las religiosas y los catequistas de la región, el Padre José María animaba a la gente a mantenerse firme en el camino de Jesús.

El 4 de junio de 1980 el misionero español regresaba a su parroquia de Chajul junto con su sacristán Domingo del Barrio Batz cuando fueron interceptados por un batallón del ejército y asesinados a tiros.  Luego, colocaron en sus mochilas propaganda de la guerrilla para poder acusarlos de subversivos ante la prensa nacional e internacional.

Con apenas 35 años de edad, el Padre Gran Cirera ofrecía su vida en el camino del Evangelio, al lado de los más pobres. Murió como vivió: en camino; dando testimonio de su fe en Jesús, al lado de los más necesitados y desatendidos.

El Papa Francisco aprobó, el 23 de enero su martirio junto con los de otros dos misioneros españoles y laicos asesinados entre 1980 y 1981 por odio a la fe durante la Guerra Civil guatemalteca. Al sacerdote Faustino Villanueva, navarro, lo mataron en julio del 1980. Hacía 21 años que misionaba en el quiché. La vida del asturiano Juan Alonso Fernández se apagó un año después. Es decir pudo haberse ido alejado, pero se quedó con su pueblo adoptivo.

Los que solo matan al cuerpo

El obispo Juan Gerardi, en una celebración realizada el 15 de junio en la Catedral de la diócesis del Quiché señaló: “No les den oídos a las voces que quieren enlodar este testimonio. No den ustedes oídos a aquellos que dicen que a los curas hay que matarlos y a las monjas hay que matarlas, porque son comunistas. Hermanos, ¡no!”

Y agregó: “Para nosotros es especialmente significativa, por las circunstancias que la rodean, la muerte del Padre José María Gran Cirera, MSC, párroco de Chajul, asesinado por la espalda, mientras regresaba a caballo de llevar el consuelo de la religión a numerosos feligreses de apartadas aldeas de su parroquia, acompañado únicamente por su sacristán don Domingo Batz, que fue igualmente asesinado”.

Felipe Galindo, catequista, recuerda que en las últimas visitas, unos días antes de su martirio, en Santa Clara, “el Padre José María dijo a su sacristán, Domingo: «Por ahí andan los del ejército, pero no importa, porque solamente pueden matar el cuerpo y no el alma»”.

En Chajul descansa en paz

Sus restos mortales fueron colocados en la Iglesia parroquial de San Gaspar Chajul para que todo el pueblo le rindiera el tributo de reconocimiento; luego, en medio de una gran tensión, fueron trasladados al pueblo de Chichicastenango, donde recibieron cristiana sepultura en una tumba prestada por un vecino del lugar.

Trece años después, la Parroquia de Chajul reclamó sus restos y fueron exhumados en junio de 1993. Con mucha devoción y veneración, fueron llevados de nuevo a la Parroquia de San Gaspar Chajul, donde han quedado dignamente colocados bajo el altar mayor de la gran Iglesia del pueblo.

El mensaje de la Iglesia de Guatemala

Este 21 de marzo de 2021 la Iglesia de Guatemala recuerda a los mártires de Quiché a poco de su beatificación. Esto está previsto que suceda este 23 de marzo y tendrá lugar en Santa Cruz del quiché.

“Los mártires nos acompañan en el camino de la vida. Su ejemplo perseverante de luchar para que en sus comunidades se hicieran realidad los valores del Reino, se unieron al sueño de aquel Obispo del Quiché, Juan Gerardi de construir una Guatemala distinta”, han dicho los obispos en un comunicado que se puede leer aquí.

Actualizado marzo de 2021

 

 

Con información del Observatorio Pastoral del CELAM

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