Madre de cuatro “soles”, sufre desde los 21 años esta dura y dolorosa enfermedad
Conocí a Cristina a través de su cuenta de Instagram, @crystinareturns. Llamó mi atención cómo se define a sí misma: “Madre de cuatro soles que me dan la fuerza, mujer de un marido que me completa y luchadora incansable contra la Esclerosis Múltiple”.
Tiene 33 años, y desde los 21 sufre esta enfermedad, dura y dolorosa, a la que ella llama “compañera de vida”.
Es admirable cómo una persona que sufre dolores intensos, y ha perdido la movilidad de algunos de sus miembros y la visión, casi por completo, es capaz de transmitir tanta serenidad y alegría en una conversación telefónica.
Su sonrisa es su aliada. Dice que “con ella, el dolor de quienes le rodean no es tanto, y si se sonríe, uno no se olvida de ser feliz”. Esta frase muestra su generosidad y entrega hacia los que quiere.
Cuando sufrió el primer brote no podían imaginar de qué se trataba, siempre había tenido migrañas, y su novio, con el que posteriormente se casó, achacaba el intenso dolor que le había dado en el ojo, a su olvido de ponerse las gafas. Pero cuando una semana después seguía con visión borrosa y percibía los colores cambiados, decidió ir a Urgencias.
Entonces empezó un largo camino de médicos y diagnósticos erróneos que duraría unos años.
Con el primer brote le diagnosticaron una Neuritis Óptica. 6 meses más tarde, el siguiente brote le afectaría al brazo derecho y a la pierna izquierda. Cambió el diagnóstico, parecía una enfermedad desmielinizante. La conducción nerviosa no funcionaba correctamente, pero no se reflejaba en las resonancias.
En un nuevo hospital con un equipo de expertos neurólogos y tras unos nuevos brotes en los ojos, el diagnóstico cambia de nuevo: Enfermedad de Devic. Esta vez empieza con un tratamiento que pese a tener efectos secundarios muy fuertes, le dicen que es muy eficaz. Hay un rayo de esperanza.
Desgraciadamente, siguieron los brotes, cada vez con más secuelas y menos recuperación. Cristina ya sólo tenía un 10% del campo de visión, y 5% de agudeza visual.
Creyendo que sería una carga para su novio, le dijo que entendería que le dejase, pero su respuesta fue una propuesta de matrimonio. Dos años más tarde, se casarían.
Cristina, incansable y siempre con ganas de superarse a sí misma, se hizo con la situación, continuaba trabajando y aprendió a manejarse perfectamente pese a la pérdida de visión; pero un nuevo brote le llevó a una jubilación anticipada.
Reconoce que verse con 23 años sin poder trabajar fue duro de asimilar.
El tratamiento para la enfermedad de Devic no resultaba efectivo. Así que desesperada por ello y deseosa de ser madre, tomó la decisión de dejar la medicación. 3 meses más tarde, se quedó embarazada de su primer hijo.
Dice que el embarazo le sentó de maravilla, sin fatiga, sin dolores, sin espasmos, sin brotes. Carlos nació, y su madre pudo criarlo. La lactancia materna resultó para ella igual de beneficiosa que el embarazo.
Cristina cuenta aún asombrada el bien que le producía cada embarazo. En su caso, el milagro de la vida se engrandece más aún.
Siguió teniendo brotes, perdió la fuerza en sus brazos. No podía coger a su hijo.
Al estar solo con tratamientos paliativos, por no saber qué enfermedad es la que realmente tenía Cristina, decidió volver a quedarse embarazada, y por tanto, a ese “estado de gracia”.
Pero un año después del nacimiento de su segundo hijo llegaría lo más duro, un brote medular que le dejó en una silla de ruedas, y un diagnóstico por fin definitivo, Esclerosis Múltiple Atípica.
El nuevo médico de Cristina había dado con la tecla, y gracias a un tratamiento alternativo recuperó los colores.
La nueva medicación le impedía quedarse embarazada. La cosa iba bien, “fatigada, pero pudiendo llevar una vida normal”, dice. Y cuando menos lo esperaban, un nuevo embarazo. El tratamiento se sustituyó por otro de choque para así proteger al bebé.
Cristina define a Nacho, su tercer hijo, como un superviviente.
Tras su nacimiento se hizo una resonancia de control para poder retomar de nuevo el tratamiento. Cuando fue a visitar a su médico para conocer los resultados de la prueba, casi avergonzada, le comunicó que estaba de nuevo embarazada.
Después de felicitarle por la noticia, el médico le dijo que el embarazo le estaba protegiendo de dos nuevas lesiones activas que habían podido ver en la resonancia.
Da vida, y recibirás vida.
Hoy en día Cristina sigue con brotes y en su silla de ruedas, pero con perseverancia y buena actitud, ha conseguido levantarse y andar con apoyo. Ha conseguido seguir criando a sus hijos. Y sobre todo, ha conseguido seguir sonriendo a la vida.
De su enfermedad dice que le ha aportado fortaleza, ha sobrepasado los que creía que eran sus límites. Le ha hecho sacar lo mejor de si misma, para entregarse a los demás.